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La fiebre del oro de la minería espacial
Gobiernos y empresas toman posiciones ante el inminente despegue de esta actividad extraterrestre que será muy lucrativa en el futuro.
La explotación del espacio cercano a la Tierra, es decir, la futura minería de asteroides, la Luna y Marte, está marcando la agenda a medio plazo de la industria aeroespacial. Es este un asunto que siempre que se trata parece ciencia-ficción, pero cada vez está más cerca de ser una realidad porque el consabido largo plazo de los proyectos espaciales lo están acortando las agencias y los grandes consorcios empresariales, que andan moviendo ficha para posicionarse al respecto de la exploración y explotación de estos cuerpos celestes. El objetivo final es utilizar esta riqueza mineral para abastecer a las propias misiones tripuladas en busca de nuevos horizontes y traer minerales estratégicos a la Tierra, materias primas necesarias que hoy escasean o son cada vez más difíciles de conseguir en nuestro planeta por los problemas asociados a la protección medioambiental. Su demanda aumenta a causa de la transición energética verde global y de ellas depende nuestra tecnología y dependerá la futura sostenibilidad de nuestro planeta. En la actualidad, el coste de capturar y procesar asteroides sería mucho mayor que el de las técnicas de minería tradicionales, pero esto está cambiando gracias a la caída de los costes de los lanzamientos y de la tecnología de las sondas y naves espaciales, entre otras cosas debido a las infraestructuras existentes, a la competencia entre empresas y al aumento de la inversión privada en el espacio –satélites y cohetes de SpaceX, Blue Origin y otras compañías que señalamos en este artículo–. Todo ello ofrece una oportunidad única para plantearse la extracción de recursos minerales en el espacio en el plazo razonable de unos años, tema en el que están inmersos gobiernos y empresas privadas que son conscientes de las riquezas que almacena el espacio y se han lanzado a esta carrera de largo recorrido por conquistar los cielos, en la que China se posiciona a la cabeza de la competición, al igual que lo está en nuestro planeta en la minería tradicional y en el refinado de tierras raras gracias a su política industrial y a las grandes inversiones que está llevando a cabo. El objetivo final de recolectar minerales extraterrestres para traerlos a la Tierra marca una nueva era: la fiebre del oro de la minería espacial.
Primitivo Fajardo
Es un nuevo reto el de extraer y explotar minerales de cuerpos celestes el que están afrontando las agencias espaciales de diferentes países con la colaboración de universidades, centros de investigación, empresas y startups. Están en ello desde hace tiempo y noticias tenemos con frecuencia de los aciertos y fracasos en los intentos de poner cohetes y satélites en órbita, lo que forma parte de las pruebas, entrenamientos y adaptación a los parámetros que gobiernan el espacio exterior, especialmente el escenario en el que se habrán de mover las futuras misiones mineras, que orbita entre la Luna, Marte y Júpiter. En superar las trabas actuales están magnates de la economía que han emprendido por su cuenta proyectos espaciales para acelerar el desarrollo de la tecnología que permita cuanto antes alcanzar esos filones a la deriva en el espacio que contienen metales como el hierro, cobalto, oro, níquel, platino, zinc, iridio, tierras raras... elementos que se hallan en cuantos productos de última generación usamos a diario y cuya demanda aumenta vertiginosamente, como ordenadores, móviles, coches eléctricos, paneles solares, semiconductores, etc., todos elementos estratégicos para garantizar la actual apuesta mundial por la economía digital y renovable que, de momento, están en manos de China, que actualmente tiene el monopolio de la extracción y procesamiento de tierras raras, con un 90%. Ávida de recursos, China también tiene una participación importante en las cadenas de suministro de minerales críticos a nivel mundial, que incluyen cobalto, tungsteno y litio. Por lo que el programa espacial de Pekín indica que quieren reforzar su control sobre los recursos espaciales. Las aplicaciones militares también son un factor impulsor de las cada vez mayores ambiciones espaciales chinas.
Volumen de negocio
Según las últimas investigaciones, se estima que un pequeño asteroide de unos 200 metros de longitud rico en platino podría valer hasta 300 millones de dólares. La sociedad de inversiones Merrill Lynch predice que la industria espacial, incluida la industria minera extraterrestre, alcanzará un valor de 2,7 billones de dólares en las próximas tres décadas. Los recursos de tierras raras son bastante comunes en el sistema solar, aunque se desconoce en qué medida. Los más buscados son los asteroides compuestos en su mayoría de metales y con infinidad de metros cúbicos de volumen. Si bien no son los más comunes, los 27820 asteroides cercanos a la Tierra seguramente contengan unos cuantos.
Uno de los autorizados especialistas conocedor del tesoro que esconden esas canteras espaciales que son los asteroides cercanos a nuestro planeta es el académico de la Real Academia de Doctores de España y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, Jesús Martínez Frías, doctor en geología y experto internacional en geología espacial, experto también en meteoritos y geociencias planetarias del CSIC, director de la Red Española de Planetología y Astrobiología y científico de la Nasa y de la ESA, además de amigo de OP MACHINERY. El geólogo declaraba en enero de 2025 al diario ABC, igual que antes en La Razón, en El Mundo y en la revista Muy Interesante, respecto al valor de lo que contienen estos cuerpos a la deriva, lo siguiente: “El asteroide más valioso es 511 Davida, con unos 27 quintillones de dólares, le sigue 16 Psyche, con un valor de 10 quintillones. Los asteroides son auténticas minas a cielo abierto. Podrían abastecer toda la humanidad durante miles de años. Se estima que para 2100 podríamos estar aprovechando los recursos de los asteroides”.
Hace unos años, la firma de investigación Bernstein, de Wall Street, afirmó que un gran asteroide como 16 Psyche (ver recuadro), en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, con 226 km de diámetro, podría contener suficiente mineral de níquel para cubrir la actual demanda humana por millones de años. Y son muchos esos casi 28000 asteroides que cada año pasan cerca de la tierra, desde grandes rocas hasta piezas de muchos kilómetros de diámetro o longitud, y en un 10% de ellos sería más fácil aterrizar con una sonda que en la Luna.
Estimaciones de mercado
Por lo tanto, no es de extrañar que esos asteroides hayan despertado el interés de gobiernos, empresas y nuevos emprendedores que están enfocando su actividad a la minería espacial. De hecho, la Nasa ha enviado una nave de exploración a 16 Psyche, que alcanzará el asteroide en 2029 para estudiar su orografía, analizar sus propiedades y tasar su contenido. Pero, los americanos no son los únicos lanzados al espacio; están también involucrados en el asunto Japón, China, Rusia, India, México, Paraguay, Emiratos Árabes Unidos, España... y hasta Luxemburgo. Por ejemplo, la agencia de exploración aeroespacial de Japón está llevando discretamente misiones de muestreo en asteroides, y China tiene un plan de explotación de los recursos minerales en el sistema solar a partir de 2035 –hasta 2100–; por su parte, la ESA ha convocado un concurso para impulsar soluciones mineras avanzadas en el espacio. Además de las 70 agencias espaciales gubernamentales –nada menos–, en la parte privada también andan grandes y musculosas empresas multinacionales como SpaceX, de Elon Musk, fundador de Tesla Motors y PayPal y dueño de la red social X; Blue Origin, de Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario del The Washington Post; Virgin Galactic, de Richard Branson; y Astra Space, que preside Chris Kemp. Y eso que ha habido bajas. De la carrera hacia el oro sideral se han retirado firmas potentes como Planetary Resources y Deep Space Industries, de Larry Page, amo de Google, que hace pocos años se alzaban como la vanguardia de la adquisición de recursos extraterrestres con importantes patrocinadores, pero ambas han sido adquiridas por otras, la primera por ConsenSys, y la segunda por Bradford Space, ninguna de las cuales prioriza la minería de asteroides.
Por su parte, la startup californiana AstroForge, fundada en 2022 por Matthew Gialich y José Acain, realizó su primera misión de demostración el año pasado para probar su refinería en el espacio y ya tiene planeados los siguientes lanzamientos. La británica Asteroid Mining Company (AMC), de la que es CEO y fundador Mitch Hunter-Scullion, ha diseñado un robot escalador llamado Scar-E para operaciones espaciales que con sus pinzas puede atravesar cualquier terreno, soportar la radiación y temperaturas extremas y recopilar datos en lugares donde no llega el ser humano ni otros robots.
La americana TransAstra, fundada en 2015 y presidida por Joel Sercel, trabaja en técnicas de minería óptica para desmenuzar rocas de los asteroides. Y la china Shenzen Origin Space ha diseñado el robot minero Neo-1, la primera nave espacial comercial que será dedicada a la extracción de recursos fuera del planeta, desde asteroides hasta la superficie lunar.
Una de las cargas útiles que acompañaban al Neo-1 en su primera expedición fuera de la atmósfera era el satélite Yuanwang-1, o “pequeño Hubble”, destinado a buscar en el espacio posibles objetivos de minería de asteroides, otro hito en el desarrollo de satélites privados. El lanzamiento fue en abril de 2024 y demuestra que China está teniendo notable éxito, mientras occidente, en comparación, lo tiene relativo. Va al rebufo.
LOS ASTEROIDES TIENEN CANTIDADES SOBRADAS DE ROCAS Y MINERALES PARA ABASTECER NUESTRO PLANETA DURANTE MILES Y MILES DE AÑOS.
Y es que el control chino de los mercados es asombroso. Con el 30% del mineral extraído a nivel mundial y el 80% de las instalaciones de procesamiento, más una lista cada vez mayor de inversiones de alto valor en dólares en todo el mundo, China se jacta de haber invertido más de 36000 millones de dólares en proyectos mineros sólo en África.
Proyectos factibles a medio plazo
Siguiendo con el valor del contenido de los asteroides, el estudio GPS Global Perspectives and Solutions, realizado por la firma crediticia Citi, prevé que la explotación minera de la Luna podría suponer unas ventas anuales de unos 12000 millones de dólares en 2040. Tan alta valoración prevista por su explotación hace que la exploración de los recursos mineros en la Luna y los asteroides esté ganando impulso, con los gobiernos mencionados aprobando nuevas regulaciones para facilitar su explotación comercial y las multinacionales dispuestas a financiar lo que haga falta para salir a buscar fuera lo que tiene valor y aquí escasea. Este interés se ve respaldado por avances tecnológicos como la miniaturización de componentes, las mejoras en robótica y el desarrollo de lanzaderas fácilmente reutilizables, que hacen que los proyectos espaciales sean cada vez más factibles y llevaderos económicamente.
La creciente demanda de minerales estratégicos, impulsada por el avance tecnológico y el aumento de la población, como hemos dicho, plantea buscar estos recursos más allá de la Tierra. Según el informe de Citi, minerales como el indio, utilizado en paneles solares, podrían agotarse en nuestro planeta en un plazo de 18 años, y el platino podría escasear en 15 años si se convirtieran 500 millones de coches a pilas de combustible. La extracción de estos recursos en países en desarrollo, donde la regulación ambiental ni existe, es sin duda más económica, pero también más perjudicial para el medio ambiente. Por ello, obtener minerales fuera de la atmósfera terrestre podría ser una opción más sostenible.
A todo esto hay que añadir un aspecto geopolítico en juego, ya que tanto EE.UU. como Europa buscan reducir su dependencia de China. Pero es que las crecientes ambiciones del país asiático por dominar económica y militarmente el espacio le han llevado a probar el motor de cohete sólido más poderoso con el mayor empuje del mundo hasta ahora: 500 toneladas, diseñadas para propulsar la próxima generación de cohetes de carga pesada que cumplirían con varias demandas para misiones espaciales, como alunizajes tripulados, exploración del espacio profundo y la extracción de recursos de otros cuerpos celestes.
LA MINERÍA ESPACIAL SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN UNA REALIDAD MÁS CERCANA DE LO QUE MUCHOS PODÍAMOS IMAGINAR HACE UNOS AÑOS. YA NO ES CIENCIAFICCIÓN SINO UN CAMPO QUE VA A REVOLUCIONAR LA FORMA EN QUE EXTRAEMOS RECURSOS.
Primer objetivo: asteroides y la Luna
Los asteroides y la Luna se perfilan como el primer lugar donde se van a llevar a cabo actividades mineras, pues se considera un “laboratorio intermedio”, según afirma Jesús Martínez Frías en el artículo de ABC. En otro reciente de La Razón ponderaba el “extraordinario éxito logrado con el programa Polaris, de SpaceX, que marca un nuevo paso al regresar a la Tierra, el 15 de septiembre de 2024, la cápsula Resilience con tres astronautas a bordo, que han hecho historia al ser el primer grupo de astronautas no gubernamental en realizar una caminata espacial y batir el récord de viajar más lejos que cualquier ser humano desde la finalización, hace ya decenios, del programa Apollo de la Nasa”.
La Nasa planea enviar la misión Artemis III en 2026, con astronautas que explorarán una región cercana al polo sur lunar. Esta misión, en colaboración con otras agencias espaciales como la ESA y empresas privadas como las mencionadas SpaceX o Blue Origin, permitirá aprovechar los recursos minerales in situ, como agua, hierro y titanio, para facilitar la habitabilidad de futuras misiones tripuladas. En lugar de transportar materiales desde la Tierra, se utilizarán los recursos del suelo lunar para construir las infraestructuras necesarias, como pistas de aterrizaje y escudos antirradiación. Este proceso será un paso crucial hacia la colonización de la Luna y el establecimiento de asentamientos permanentes, con Marte como el siguiente objetivo.
El uso de robots autónomos
Como decíamos en la entradilla, la minería espacial se está convirtiendo en una realidad más cercana de lo que muchos podíamos imaginar. Ya no es sólo un tema de ciencia-ficción, sino un campo en desarrollo que promete revolucionar la forma en que extraemos los recursos. Para llevar a cabo esta ambiciosa tarea, los implicados están buscando máquinas pequeñas que realicen técnicas precisas de corte, voladura y procesamiento, capaces de localizar mineral sin generar desechos. Complicado, pero no imposible. La minería terrestre, que requiere grandes y costosas máquinas para mover volúmenes significativos de tierra, hoy por hoy no es viable en el espacio. Pero sí lo es utilizar robots autónomos para la prospección y exploración, lo que permitiría limitar el personal y reducir la cantidad de suministros necesarios. Además, la maquinaria en el espacio no podrá conectarse a ninguna red eléctrica, por lo que se optará por paneles fotovoltaicos que disminuirán la necesidad de combustible que tendría que ser transportado desde la Tierra.
La startup AstroForge, por ejemplo, tiene como objetivo extraer metales del grupo del platino de asteroides cercanos a nuestro planeta utilizando viajes compartidos lunares. Su vehículo se separará del cohete, aterrizará en el asteroide objetivo y desplegará un sistema de refinería –ya patentado– capaz de identificar metales específicos y clasificarlos en sus componentes elementales. Los materiales refinados se transportarán de regreso a la Tierra. Para financiar esta aventura, AstroForge ha conseguido 55 millones de dólares a través de diversas fuentes de inversión y, aunque su primera misión de prueba falló el año pasado, al perderse la comunicación con la nave, tienen planes para seguir en esa senda. Por su parte, la empresa Intuitive Machines lanzará la misión IM-2 llevando a bordo el vehículo Odín, el cual observará el asteroide y determinará su composición mineral mediante imágenes de alta definición. En una tercera misión, el vehículo Vestri aterrizará en el asteroide. Se prevé que para finales de esta década esta nave espacial traerá de vuelta entre 1000 y 2000 kilos de metales preciosos refinados por cada misión, lo que podría significar un retorno superior a los 100 millones de dólares.
KOMATSU HA SIDO ELEGIDA POR EL GOBIERNO DE JAPÓN PARA UN PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN EN LA LUNA, PARA ACELERAR LA UTILIZACIÓN DE LA TECNOLOGÍA ESPACIAL. Los fabricantes de maquinaria
Los grandes fabricantes de equipos como Caterpillar, Komatsu, JCB, Volvo, etc., han puesto su experiencia y patrimonio de ideas y conocimientos al servicio de la tecnología aeroespacial para desarrollar nuevos diseños de excavadoras con sistemas de desplazamiento y arranque adecuados al entorno sideral. Su cultura de la innovación, calidad y seguridad les permite mantener el objetivo de ofrecer productos y servicios punteros y eficaces para operaciones de recuperación fuera de la gravedad terrestre.
La Nasa mantiene con Caterpillar un acuerdo para desarrollar tecnologías de excavación y minería de uso futuro en Marte, para emplear su experiencia en la utilización de recursos en misiones espaciales y que no dependan del abastecimiento proveniente de la Tierra, empezando por la extracción del agua congelada en los polos del planeta, que garantizará el oxígeno y el combustible necesarios para sobrevivir en el intervalo del viaje, estimado entre 150 y 300 días.
Por su parte, Komatsu ha sido elegida por el gobierno de Japón para un proyecto (Programa Stardust) relacionado con la construcción en la Luna, para acelerar la investigación, el desarrollo y la utilización de la tecnología espacial. Komatsu creará y operará una excavadora en el ciberespacio y comparará sus movimientos con un equipo real en la Tierra para verificar la precisión del simulador e identificar los problemas a los que se va a enfrentar el equipo en el suelo lunar.
Otros fabricantes preocupados por el futuro han pergeñado sus avanzados diseños futuristas, que con las debidas adaptaciones podrían funcionar en el espacio. Todo esto demuestra que la minería espacial se perfila como un campo lleno de posibilidades y avances tecnológicos que cambiarán nuestra forma de interactuar con el espacio y nos proveerán de las materias primas necesarias en el futuro. La fiebre del oro espacial se ha desatado. No hay quien la pare.
«16 Psyche», el asteroide de oro
Muchos asteroides están formados por roca y hielo, pero hay otros cuya composición incluye distintos metales como el hierro o el níquel, de forma similar a los que conforman el núcleo terrestre. Es el caso de 16 Psyche, en cuya composición están también el oro y el platino, por lo que es conocido con el apelativo del “asteroide de oro”. Es incalculable la fortuna que se obtendría de él con su explotación, incluso con sólo un fragmento, pues mide 226 kilómetros de diámetro, tiene forma de patata y es uno de los más grandes del Sistema Solar, hallándose a 370 millones de km de la Tierra, en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
Se ha evaluado el asteroide en la cuantiosa suma de 10 quintillones. Para hacernos una idea de su valor económico podríamos decir que es decenas de veces mayor que el de nuestro planeta y que si el asteroide pudiera fragmentarse y repartirse en forma equitativa, a cada persona sobre la Tierra le correspondería la cantidad de un billón de dólares.
Fue descubierto por el italiano Annibale de Gasparis en 1852 y es una de las piedras siderales que más curiosidad suscita entre los científicos, que en 2020 realizaron un estudio con el telescopio espacial Hubble para obtener una imagen más detallada del asteroide. También barajan si podría tratarse del núcleo de un planeta primitivo que perdió sus capas exteriores rocosas tras una serie de violentas colisiones, hace miles de millones de años.
La Nasa y SpaceX con su cohete Falcon Heavy mandaron la sonda homónima en 2023 para confirmar que se trata del más grande de los asteroides metálicos, un tipo nunca antes explorado, y confirmar su contenido mineral. El coste del proyecto ha sido de unos 117 millones de dólares, pero eso podría ser una ganga si se encuentran con un tesoro en su interior. La sonda no recogerá muestras, ya que la roca se encuentra tan alejada que regresar con ellas a la Tierra sería poco práctico ahora, pero la orbitará durante veintiún meses para recopilar información con las cámaras multiespectrales de la nave, que también lleva a bordo magnetómetros para medir campos magnéticos y un espectrómetro de rayos gamma y neutrones, que aportará información detalla sobre su composición. Sabremos algo de su vida interior cuando la sonda Psyche lo sobrevuele en 2029.
Hay otros asteroides del cinturón calificados de “rentables” si llegara a ejercerse la minería intensiva sobre su superficie. El ránking de los más estimados por su importancia económica es el siguiente: 511 Davida (27 quintillones); el mencionado 16 Psyche (10); 423 Diotima (7); 702 Alauda (5,7); 372 Palma (5,2); 120 Lachesis (4,1); 747 Winchester (3,9); 566 Stereoskopia (3,7); 2060 Chiron (3,5).
Podemos incluir en la lista a otra decena de asteroides relevantes para la ciencia por su naturaleza, al margen del valor de su contenido. Son estos: 10199 Chariklo, 2019 OK, 4 Vesta, 243 Ida, 25143 Itokawa, 101955 Bennu, 162173 Ryugu, 433 Eros, 253 Mathilde y 1 Ceres.