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Actualidad

12 Diciembre 2018

Rafa Nadal y Liebherr

Rafael Nadal ayudando en las inundaciones de MallorcaEL tenista español Rafael Nadal ha demostrado su grandeza como ser humano, al margen de la que ya ostentaba como deportista, cuando el pasado mes de octubre, a raiz de la riada que arrasó la localidad mallorquina de Sant Llorenç des Cardessar, en la que murieron 12 personas y desapareció un niño, ofreció las instalaciones de su centro de alto rendimiento a los damnificados que se habían quedado sin hogar. Pero no solo eso, también rindió en Manacor un homenaje a las víctimas con un minuto de silencio seguido por decenas de personas en la sede de la academia del número uno del mundo, encabezando el emotivo acto de solidaridad con los fallecidos como lo venía haciendo desde el primer día de la tragedia. Además, se involucró personalmente en las tareas de socorro a los afectados ayudando a los servicios de emergencia en la recogida de escombros en Sant Llorenç y achicando agua en las viviendas arrasadas por la terrible riada.

Ese es el momento que recoge esta fotografía, que ha dado la vuelta al mundo, en donde junto al número uno del tenis mundial puede verse una cargadora de la marca Liebherr colaborando en las labores de limpieza del lodo que lo anegaba todo. Muchos diarios internacionales y deportivos dieron la noticia y dos ejemplos hemos recogido en esta página: el prestigioso diario británico The Times resaltó la labor del deportista en portada con su fotografía, enfundado en un chandal, pero esta vez para ayudar a los servicios de emergencia. También el diario deportivo Marca dio la fotografía ocupando la portada, incluyendo a la cargadora al lado del tenista. Hasta la cadena pública británica BBC se hizo eco de la solidaridad que ha mostrado Nadal con sus compatriotas y recogió su mensaje de condolencia.

Nadal, un grande

El ejemplo de los grandes arrasa. En estos tiempos cada vez más vacíos, donde se aparenta más que se vive, donde se alimenta el ego con “me gusta”, donde se relegan los sentimientos, donde apenas quedan ideales, donde uno escarba en su ombligo, donde casi nadie hace nada por nadie; en esta época tan tecnológica donde decimos “te quiero” por whatsapp pero no a la cara, en donde el éxito se mide en clicks; en esta vida de descrédito generalizado y tragedias olvidadas; en este mundo cruel, que a veces se lo lleva por delante la naturaleza porque somos una excrecencia, una mota en el Universo... siempre nos quedará un gigante. Siempre nos quedará Rafa Nadal con su ejemplar conducta, dentro y fuera de la cancha de tenis. Con su gran corazón.

La historia de Nadal debería meterse en una cápsula y mandarla al espacio para que se siga hablando de él dentro de mil años sin recurrir a la fantasía. Habría que contar que el mundo se le quedó pequeño, que un buen día esta leyenda del deporte se puso unas botas de agua, cogió un rastrillo y se puso a achicar el barro que había cerca de su pueblo, como un lugareño más, dejándonos a todos sin palabras. España necesita referentes así, héroes en los que fijarse para ser mejores personas, motores que regeneren los espíritus perdidos para la causa del bien común y la solidaridad: la de las buenas almas ante la desgracia humana. Porque no es Roland Garros ni Wimbledon; ni es cemento ni tierra batida. Es barro. Y Nadal, al barrerlo, se ha convertido en el símbolo de la esperanza.