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Actualidad

28 Febrero 2023

Rui Anjos. El periodista portugués falleció en enero

Rui Francisco Oliveira Anjos
en la torre Eiffel durante la
celebración de Intermat.El veterano periodista falleció en enero, a los 75 años de edad.

Con profunda tristeza y no poca rabia compartimos la noticia del fallecimiento de nuestro compañero de labores informativas Rui Francisco de Oliveira Anjos, ocurrido el pasado 17 de enero de 2023, a un mes de cumplir los 76 años de edad. Una larga enfermedad pulmonar que le tenía debilitado y con la que venía luchando desde hacía mucho tiempo se ha cobrado su vida. Rui Anjos era un excepcional periodista, excelente actor de teatro, cine y televisión y extraordinario amigo, conocido y reconocido en su país, en España e internacionalmente en nuestro sector por sus muchos años trabajando en varias publicaciones portuguesas de maquinaria. Desde estas páginas queremos despedirle con un merecido homenaje recordando su vida y agradeciéndole lo mucho que hizo por todos nosotros.

Primitivo Fajardo

Rui Anjos se ha ido al cielo de los ilustres desde una residencia en Encarnação, Mafra (Lisboa), donde se había internado hace un par de años cuando sus debilitadas fuerzas le obligaron a extremar los cuidados sanitarios. Se había jubilado hacía tiempo, cuando tuvo que conectarse al oxígeno por imperativo médico, y desde entonces vivía a caballo entre Lisboa y Vila Nova de Milfontes, provincia de Alentejo, a donde iba a respirar aire puro bajo los cuidados de su mujer Filipa, a la que adoraba, que había sido enfermera en la guerra de Angola.

Siempre me pregunto porqué no escribimos estas dedicatorias póstumas dirigidas a las personas que apreciamos cuando aún están vivas. Después ya no tiene sentido porque quien más iba a apreciar el homenaje es el muerto, y ya no está. Yo creo que lo hacemos para justificarnos a nosotros mismos pensando que así saldamos la cuenta de lo mucho que les debemos por tanto como hicieron por nosotros y no fuimos capaces de agradecérselo en vida. Es como cuando un ayuntamiento nombra, después de muerto, hijo “predilecto” o “adoptivo” al vecino distinguido que tanto luchó por el pueblo. Ya no tiene remedio porque la relevancia del título solo la disfrutaría con orgullo el destinatario del homenaje, que no está entre los vivos, y, si acaso, lo valorará su familia.

A mí me ha pasado con Rui Anjos, que se ha escapado al olimpo de las buenas personas y no he podido despedirle como se merecía. Manteníamos un contacto frecuente, él en Lisboa o el Alentejo, yo en Madrid, y de vez en cuando hablábamos por teléfono, pero nunca se me ocurrió decirle abiertamente y sin metáforas lo mucho que le quería, a pesar de que estaba muy malito y temía que cualquier día pudiera dejarnos. Me consuela saber que él era consciente de mi aprecio porque éramos buenos amigos y este era un sentimiento compartido. Aunque el mérito no es mío.

Tal era su carácter que Rui solo tenía buenos amigos. Hacía amigos de sus compañeros, de sus clientes y de cualquier persona que pudiera conocer. Unos cuantos nos hemos carteado estos días al enterarnos de su fallecimiento, en especial los veteranos del sector, a los que Rui llamaba la “armada española”: Fernando del Hoyo, Luis Fueyo, Begoña Pueyo, Macarena García, Gabino Carriedo, Marisa Fraile, David Muñoz y su paisano Paulo Martins, director de la revista P&C, Projeto & Construção, de la que Rui era editor, que me ha transmitido su enorme pesar por la muerte del compañero y amigo. También la viuda, Filipa Anjos, sumida en el desconsuelo, me dijo cuando la llamé para darle el pésame lo mucho que le echaba de menos.

RUI ERA UN HOMBRE GENEROSO, REFLEXIVO, ATENTO, ENJUTO, ESCURRIDO Y DE TEZ MORENA, COMO UN SADHU AYUNANDO UN DÍA TRAS OTRO A ORILLAS DEL GANGES CON LA VISTA PERDIDA EN EL HIMALAYA.

Una vida pública y discreta

En todos los comentarios intercambiados entre quienes le conocimos ha salido a relucir la personalidad de Rui y nos preguntábamos sobre cosas de su vida que ignorábamos porque características notables en él eran la discreción, la modestia y la ausencia absoluta de protagonismo. Quizás por eso gozaba de nuestro aprecio y todos los compañeros de la prensa internacional, sin excepción, le profesábamos una admiración sin barreras. Era como un padre para todos.

Hemos destacado su carisma de hombre tranquilo y competente profesional, su bondad infinita, sus agudos y sarcásticos comentarios, a veces teñidos de un pesimismo antropológico que saneaba con su afinado sentido del humor y su puesta en escena. No en vano era un consumado actor y había hecho y escrito teatro de variedades. Rui contaba chistes como nadie y amaba España como el que más. Llevaba un quijote dentro y, como el de la triste figura, era un viajero impenitente. Hablaba varios idiomas (portugués, inglés, francés, italiano y español) y en todas partes se encontraba a gusto, pero era de corazón y alma española. A punto de morir, sus últimas palabras las pronunció en español.

Ejemplo de bonhomía

Rui había nacido el 15 de febrero de 1947 en Dongo, provincia de Huíla (Angola), cerca de los parques nacionales de Bicuar y Mupa, tierra que adoraba y añoraba. Se casó dos veces y tenía una gulloso: dos hijas y un hijo, seis nietos y seis bisnietos. “Voy a montar un equipo de fútbol, filial del Oporto”, decía.

Rui era un hombre generoso, atento, enjuto, escurrido y de tez morena, como un bantú ayunando un día tras otro con la vista perdida en la inabarcable sabana angoleña en la que nace el Okavango. Su profunda humanidad, ejemplo de honradez personal e intelectual, nos arrastró a todos a su vera, pues en él encontramos siempre comprensión, algarabía y cobijo fraternal. Los que tuvimos la suerte de ser compañeros de fatigas en esto de trastear el mundo cámara en ristre, sabemos que era un amigo fiel que siempre estaba “ahí” para aportar su veteranía a los novatos y orientar en sus zozobras a los pacatos. Sus juicios y valoraciones estaban siempre marcadas por el sentido común y la humildad que solo los más sabios son capaces de transmitir impresa en su doctrina. Desprendía esa sabiduría bondadosa de la escuela socrática y su trato personal enriquecía nuestra condición humana.

Pongo un ejemplo. Rui había escrito en los años 80 un libro titulado Trincheira, arte, valentía e tragédia, sobre este diestro portugués amigo suyo que tomó la alternativa en Cáceres en 1958 y la confirmó en el 66 en la “primera plaza del mundo”, la Monumental de Madrid, siendo calificado por la prensa española como “un torero de multitudes”. (Hago un inciso para decir que el “León de Alentejo”, como llamaban a Antonio José Serrador Trincheira por su arrojo y valor, que se había retirado de los ruedos en 1999, murió tres meses antes que Rui, el 22 de octubre de 2022, a los 87 años, tras someterse a una delicada operación de corazón).

Pues bien, Rui nunca habló de este libro y yo me enteré en un viaje cuando él mismo me lo regaló, después de que le contara en un periplo anterior que estaba recopilando documentación para la biografía de un matador de toros de mi pueblo, Rodalito. “Toma, por si te sirve de orientación”, me dijo, con suma prudencia, como si me fuera a ofender por ello, y ambos nos contamos las vidas de nuestros toreros, a cual más valiente. Es un topicazo decir que compartía con Rui el carácter ibérico carpetovetónico. Nos gustaban los toros, el fútbol (era un apasionado forofo del Oporto), el buen vino, la comida española, trotar por el mundo mediante y las mozas de buen ver y mejor palpar. Con Rui vivimos experiencias extraordinarias, inolvidables, dejándonos como legado su claro ejemplo de bonhomía y su simpar templanza.

Rui tenía muchas virtudes y un único defecto: fumaba. Fumaba mucho, más que un carretero. Había sido un fumador empedernido. Tuvo que dejar el cigarrillo hace años a raíz de un enfisema pulmonar que supuso un severo aviso de los galenos sobre lo que le esperaba como siguiera con el vicio. Se ve que el daño causado era irreparable.

Portugués nacido en Angola

Yo le llamaba indistintamente “Rui-señor” y “Abuelito”, no porque fuera mayor a edad temprana sino por lo orgulloso que estaba de su primer nieto –después lo estaría de todos y cada uno–. Por ambas razones, el tabaco y los nietos, cuando nos encontrábamos en alguna feria internacional, en París, Múnich, Las Vegas o Sao Paulo, en presentaciones mundiales de fabricantes en cualquier rincón del mundo, o directamente en Smopyc en Zaragoza, ciudad en la que se sentía muy feliz, lo primero que le preguntaba era:

—¿Qué tal andas de los pulmones, abuelito?

Y siempre me contestaba con una sonrisita y su deje portuñol:

—Para ser un portugués nacido en Angola, bien.

Guardo una de las notas que me escribió en 2018 porque me hizo mucha gracia. No recuerdo qué avería pude cometer para que me remitiera estas palabras:

—¡Qué bien, maestro Primi! Un ejemplo de periodista y de profesional... ¡Gracias por tu amistad, que es un honor para este humilde periodista y admirador de verdad! Continúa en esa ruta triunfal... Saludos a tu señora y un gran abrazo para ti. ¡¡¡Y mucha salud!!!

La gracia que me hizo no estaba en el mensaje sino en la firma:

—Rui F. Anjos, “Abuelito”, un portugués nacido en Angola.

Angola fue colonia portuguesa y Rui añoraba su tierra natal, de la que tuvo que escapar cuando el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), tras la independencia, tomó el poder en 1975 y sumió al país en una guerra civil hasta 2002. Rui me confesó una vez con pena y nostalgia que sentía mucho que su tierra no fuera como Brasil y gozara de su libertad. Dijo más de una vez que algún día volvería a sus raíces en el África subsahariana, en la meseta de Huíla, donde nacen los afluentes tributarios de los ríos Congo y Zambeze. Por desgracia, su deseo no ha podido cumplirse.

Trayectoria profesional

Rui comenzó su actividad profesional en este sector del periodismo técnico a mediados de los 90 en la revista Urbanismo & Construção, y cuando la publicación cerró, le contrató la Asociación portuguesa de empresas de construcción, obras públicas y servicios (Aecops) para dirigir el Jornal da Construção y la revista Indústria da Construção, de donde salió para constituir con Jorge Oliveira y Paulo Martins su propia revista, Projeto y Construção, intitulada Revista dos Profissionais da Construção, que luego pasaría a ser P&C, cuando se quedaron con ella Rui y Martins. La publicación aguantó hasta 2016, cuando Rui entró en la espiral de ingresos en urgencias hospitalarias con más frecuencia de la deseable. Él pretendía seguir, pero en esas circunstancias Martins le convenció para dejarlo.

En estas publicaciones Rui era un todoterreno y todo frente abierto abarcaba. Gozaba de un gran conocimiento de la materia y del personal de las empresas, lo que le granjeó la simpatía de la gente y fue un profesional muy influyente en el sector por su sabiduría, experiencia y conocimiento, tratando de ayudar a unos y otros con su campechanía y consideración. Alcanzó en este sector una gran notoriedad que, a modo de oxímoron, podríamos calificar de discreta, pero porque él era así. Podía haber explotado su carisma, pero era discreto por naturaleza, modesto siempre y de una humildad rayana con la santidad.

Actor de teatro y televisión

Rui era reservado, como ya he dicho. Apenas conocíamos sus allegados su faceta de actor, que fue la primera de su vida profesional; tan solo algunos aspectos nos fueron revelados y ahora, tras su muerte, descubrimos que era muy grande su categoría en el arte de las bambalinas y su modestia nos escatimó cosas suyas que nos habrían colmado de orgullo.

Su vinculación a las artes escénicas era elevada y pertenecía a un grupo de teatro que ha lanzado a muchos artistas en Portugal. En este ámbito, también Rui conocía a todo el mundo. Una vez me confesó que se hizo actor porque ya a los 6 años su hermano le llevaba a las obras en las que él actuaba. António Anjos, que murió de un infarto en enero de 1995, a los 58 años, era un actor conocidísimo en la farándula portuguesa.

Yo siempre he pensado que la muerte de su hermano fue una poderosa razón para que Rui abandonara los escenarios y los platós; la otra fue Filipa, que le pidió que dejara el teatro porque le consumía la vida. Tal era su entrega.

De la mano del hermano, Rui se había iniciado en los escenarios a los 18 años con la obra Morte e Vida Severina. Auto de Natal Pernambucano, del gran poeta luso João Cabral de Melo Neto, estrenada en febrero de 1966 en la Casa de la Comedia, en Lisboa. Su debut como profesional tendría lugar tres meses después, el 5 de mayo de 1966, en el Teatro Experimental de Cascais (TEC), con el estreno de Mar, un texto de Miguel Torga. También ese año representó en el TEC la obra Auto de Mofina Mendes, de Gil Vicente.

En la Casa da Comédia, en Lisboa, en 1967, representó piezas como Os Demandistas, de Racine, y Olho de Giz, de Tone Brulin. En 1968 hizo Días Felices, de Samuel Beckett, con la misma compañía. En el 74 participó en la película Malteses, burgueses é as vezes..., dirigida por Artur Semedo, rodada entre Portugal y Angola. En 1989 formó parte del elenco de la pieza Habeas Corpus, de Alan Bennett, en el Teatro Estudio de Lisboa. En 1992 interpretó A Berlaitada y Las desventuras de un barbero, de Adolfo Simões Müller. En la Compañía Vicentina Teatro de Todos los Tiempos, en 1996, representó La Pasión según San Antonio, de João Osório de Castro. Rui hizo también espectáculos de revista en el Teatro María Victoria con el famoso actor Eugénio Salvador. Me ha confirmado su mujer que en unas 50 obras de teatro participó como actor en sus treinta años dedicado al mundo de la escena.

EN UNAS 50 OBRAS DE TEATRO PARTICIPÓ RUI COMO ACTOR EN SUS TREINTA AÑOS DEDICADO AL MUNDO DE LA ESCENA.

Además, trabajó tanto en la televisión portuguesa (RTP) como en la angoleña, cuando esta daba sus primeros pasos y él vivía en Luanda. En la RTP destacan al menos una quincena de películas y series en las que intervino desde 1975 a 1993, protagonizando este año los filmes Tierra inestable, Soluna, con guión de Miguel Ángel Asturias, y La Chunga, de la que fue guionista Mario Vargas Llosa. Estas fueron las últimas aportaciones de Rui Anjos a la televisión. En este tiempo hizo varias giras teatrales por países de América del Sur y en Sudáfrica.

Un amigo entrañable

Un santo varón, como se suele decir. Rui era un santo, una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Será porque estuvo siempre vigilado por los custodios de su apellido (Anjos, ángeles). Cuando murió el pasado mes de enero, la Academia Portuguesa de Cine, el Centro de Estudios de Teatro de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa, la Casa de la Comedia, el Teatro Experimental de Cascais, el Teatro María Victoria y el Teatro Estudio de Lisboa emitieron sendas condolencias a su familia, dedicándole un sentido recuerdo.

El mismo que desde la revista OP MACHINERY, modestamente y en representación de los compañeros de la prensa técnica del sector de la maquinaria en España, expresamos al gran periodista y actor que fue Rui, el compañero entrañable y el amigo fiel que por fuerza mayor nos ha dejado apresuradamente y antes de tiempo. Fue un honor y un privilegio contar con su amistad y disfrutar de su compañía. Le echaremos mucho de menos.

Descansa en paz, mi buen amigo Rui Anjos. Allá donde estés serás para siempre nuestro “Abuelito”, un portugués nacido en Angola.