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Actualidad

16 Septiembre 2019

70 años luchando por nuestras carreteras

Inauguración de la IV Semana de la Carretera, celebrada en Valencia del 24 al 29 de abril de 1967 Se cumple este año el 70º aniversario de la Asociación Española de la Carretera.

Si la Asociación Española de la Carretera (AEC) no existiera habría que inventarla. Una entidad privada, sin ánimo de lucro, que se nutre de las cuotas de sus asociados y de algunas ayudas oficiales –siempre escasas y fluctuando al albur de los misterios del presupuesto–, compuesta por profesionales, que aglutina a las mejores empresas del sector, forjada en la brega con la Administración y dando la cara ante los poderes públicos para conseguir que todos tengamos mejores carreteras para vivir mejor... no solo es necesaria –habría que decir imprescindible– sino que es un lujo impagable para cualquier país. Por eso alguien la inventó hace setenta años, que es la edad cumplida por la AEC el pasado 21 de abril, pues fue fundada en 1949 por Miguel Montabes Calle que, ante el ejemplo inspirador que vivió en los Estados Unidos, tuvo claro la necesidad de contar en España con una institución, fuera de la esfera oficial, que trabajara en la defensa y promoción de nuestras carreteras teniendo como objetivo primordial conseguir una red viaria en buen estado, más segura y que se extendiera por todos los rincones de la geografía patria. A lo largo de tantos años, la Asociación ha trabajado duro en pos de este objetivo fundacional y ha evolucionado adaptando su actividad a los cambios sociales y económicos del momento y a las necesidades de los nuevos tiempos. Así, en la actualidad, sus actuaciones se centran en los campos de la seguridad vial, el medio ambiente, las nuevas tecnologías, la movilidad urbana y la calidad de servicio de las infraestructuras. Para ello realiza numerosas actividades de carácter técnico y de formación o concienciación ciudadana: estudios e investigaciones, congresos, seminarios, formación, edición de publicaciones, campañas divulgativas... En este artículo ofrecemos una breve historia de la asociación que durante siete décadas ha luchado a brazo partido por defender y promocionar una red viaria capaz de cubrir con eficacia las necesidades de movilidad de los ciudadanos españoles. Si en España contamos hoy con una de las mejores redes de carreteras del mundo, se lo debemos en parte a la titánica labor llevada a cabo por la Asociación Española de la Carretera.

Primitivo Fajardo

La historia de la Asociación Española de la Carretera (AEC) comenzó el 21 de abril de 1949, cuando un ingeniero técnico de obras públicas llamado Miguel Montabes Calle, recién llegado de Estados Unidos, logró aunar las voluntades de un puñado de técnicos, políticos y empresarios para crear una asociación cuya finalidad primordial fuera conseguir el desarrollo viario en España. Nuestro país, sumido en una severa posguerra tras la contienda civil, requería una urgente reconstrucción y, en este proceso, el impulso de las carreteras era primordial. Los fundadores de la AEC constituyeron una asociación conscientes de la obligación de canalizar todos los esfuerzos precisos y que las necesidades de la red viaria nacional fueran tenidas en cuenta por las autoridades competentes.

El germen de su constitución fue una carambola del destino que se dio unos meses antes, en el verano de 1948, cuando la Asociación Americana de Constructores de Carreteras (American Road Builders Association-ARBA) celebró en agosto su primer Congreso Mundial de Carreteras, en el seno de la feria Conexpo, que pasó de desarrollarse en Ohio como Road Show, desde 1909, a celebrarse por primera vez en Chicago ese año (hasta 1975, que se trasladó a Houston y a partir de entonces se ha celebrado cada tres años en Las Vegas). Aquel encuentro se convirtió en el gran acontecimiento del sector porque en la feria se iban a presentar los extraordinarios avances que la ingeniería había alcanzado tras la II Guerra Mundial. Además, se pretendía aprovechar el congreso y la afluencia masiva de delegados de todo el mundo para crear un organismo internacional que velara por las carreteras. Las noticias del congreso y la feria llegaron hasta España, donde empresarios, ingenieros y altos cargos, como el propio Director General de Carreteras, se prestaron raudos a asistir al encuentro. Sin embargo, vieron sus ilusiones frustradas cuando la administración estadounidense se negó a conceder visados a los ciudadanos españoles por razones políticas. Fue así como Miguel Montabes, por entonces residente en Estados Unidos y con contactos en la Asociación Americana de Carreteras, se vio abocado a asistir a su renombrado congreso mundial, siendo el único español presente y en el que recayó la representación de nuestro país en todos los actos que se organizaron con la comunidad viaria mundial en Chicago congregada.

Los responsables del ARBA encomendaron a los delegados de los países extranjeros la constitución en sus estados de asociaciones similares a la americana, y a su vuelta a España así lo hizo Montabes: creó una asociación cuyo fin sería la promoción y defensa de la carretera, para lo que contó con el apoyo de Marcelino Ahijón, ingeniero jefe de Conservación de Carreteras del Ministerio de Obras Públicas, que fue el primer presidente de la AEC, y del doctor ingeniero de caminos, acuarelista y académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Ángel del Campo y Francés, que fue el primer director de la revista Carreteras, que nacería dos años después, en 1951, para expandir el mensaje de la asociación siguiendo sus principios filosóficos, constituyéndose como un compendio de humanidades, tecnología y defensa de las carreteras. Muchos colaboradores, como él mismo o Lamberto de los Santos, hicieron grandes aportaciones a la revista, dejando plasmada la historia de las carreteras en décadas pretéritas.

Los fundadores de la AEC lucharon por alcanzar el principal objetivo con el que la Asociación había visto la luz: crear una auténtica “sociedad civil” en el ámbito viario que sirviera de marco a todo tipo de intercambios entre la administración pública, la industria y el usuario, algo de lo que la sociedad española estaba realmente necesitada en aquel difícil momento.

op65aniversarioaec2Durante sus primeros años, la sede de la AEC se situó a caballo entre la casa de su fundador, Miguel Montabes, y un despachito situado en Atocha, propiedad de Marcelino Ahijón, donde hacía las labores de secretaria de forma altruista la propia hermana de Montabes. En 1951, la entidad logró por fin una verdadera sede gracias a su tesorero, Rafael Pérez Salvador, quién cedió una de los despachos que tenía alquilados en la sede del Banco de Vizcaya, en el 45 de la calle de Alcalá.

El despertar de los 60

Si por algo se caracterizó esta convulsa década fue por el despertar social y económico que experimentó nuestro país tras el dilatado letargo de la posguerra. España comenzaba este periodo sumida en un intenso retraso y aislamiento a todos los niveles, pero lo acababa con algo más que grandes dosis de optimismo. Durante estos años se pasó de un sistema económico totalmente intervencionista a un mercado más abierto, lo cual también tuvo su reflejo en el desarrollo de la red de carreteras.

Los 60 comenzaron con la presidencia de Manuel María Arrillaga y la AEC organizó su I Seminario de Construcción de Carreteras, que tuvo una magnífica acogida entre los profesionales del sector. En este tiempo también puso en marcha otros congresos, entre los cuales tuvieron gran relevancia y continuidad los relativos a mezclas asfálticas, desarrollados en el Instituto Torroja. De estos años hay que destacar el nacimiento de la Semana de la Carretera, en 1963, un encuentro que continúa vivo y en perfecta forma en la actualidad, convertido en el foro nacional por excelencia del sector viario, que celebrará su 30º edición el próximo mes de octubre en Santiago de Compostela.

Mario Álvarez Garcillán sustituyó ese año a Manuel María Arrillaga en la presidencia y la asociación alcanzó un gran prestigio en todo el país, entre otras cosas por la puesta en marcha de un servicio de Ayuda en ruta para automovilistas, gracias a lo cual el Ministerio de Obras Públicas cedió a la AEC unas oficinas en la planta baja de los Nuevos Ministerios con entrada directa desde la calle. En 1965 se instituyó el cargo de director general de la AEC, ocupándolo en primer lugar Manuel Veláquez Velázquez; en 1966 se instauró la concesión de las Medallas de Honor de la Carretera, un galardón con el que la entidad ha pretendido reconocer la labor de todas las personas que con su trabajo contribuyen a la mejora diaria de las carreteras. Hoy día, la ceremonia de las medallas sigue siendo uno de los grandes actos celebrados por la asociación, cuya última entrega tuvo lugar el pasado 13 de junio en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid.

La década de los 60 acabó para la AEC con un gran bagaje a sus espaldas y cargada de nuevas ilusiones y proyectos de futuro. Clara muestra del posicionamiento alcanzado son las 60 empresas que en aquel momento formaban parte de su Consejo Económico.

Los 70, una época de cambios

Esta década se caracterizó por una mezcla de ilusión e incertidumbre, que se reflejó también en la asociación, pues hubo de enfrentarse a serias dificultades económicas. En marzo de 1969, Marío Álvarez Garcillán dejó la AEC para presidir el Club Español del Petróleo y le sustituyó Juan de Arespacochaga, por lo que la sede de la entidad se trasladó a un piso perteneciente a la familia del recién estrenado presidente, situado en la céntrica calle de Serrano, junto al diario ABC, y allí permaneció una década. Durante los años 70 la sociedad española se vio afectada primero por la crisis del petróleo de 1973, momento en que llegó un recién licenciado Florentino Pérez a la dirección general de la AEC, que dejaba vacante Manuel Velázquez. Segundo, con la muerte de Franco en 1975, y más tarde, en 1978, cuando España pasó de la dictadura a la democracia con una ejemplar transición.

En el seno de la asociación, la Semana de la Carretera, de carácter bienal, siguió ganando protagonismo y, animados por el éxito, los responsables de la AEC decidieron poner en marcha al principio de la década otro gran congreso, con igual periodicidad pero con las carreteras secundarias como centro del debate: el Simposio Nacional de Vías y Obras de la Administración Local, conocido como “Vyodeal”, cuya primera edición fue en 1972 en Torremolinos (Málaga). La actividad de la AEC se hizo febril y justo un año después, en noviembre de 1973, organizó en Madrid el I Salón de la Seguridad en Carretera, que registró numerosa afluencia de público. Mediada la década, la AEC editó otra publicación centrada en la temática del automóvil para el público general y le puso el nombre de Carreteras, pasando la revista técnica a denominarse CA (Carreteras y Autopistas), volviendo a recuperar esta su cabecera cuando la del motor, de venta en kioscos, dejó de editarse por problemas económicos a finales de 1979.

Antes, el presidente Juan de Arespacochaga consiguió la alcaldía de Madrid y dejó la AEC en mayo de 1976, sustituyéndole Pedro García Ormaechea. Florentino Pérez, fiel escudero de Arespacochaga, hizo lo propio en septiembre y se fue al Ayuntamiento capitalino, ocupando su puesto Fernando Fernández González. Sin embargo, en noviembre, la muerte de García Ormaechea recuperó de nuevo para la AEC a Manuel Velázquez, que ya fuera director general, y fue el támden Velázquez- Fernández de vital importancia en aquellos momentos porque, a pesar de los grandes éxitos cosechados, las dificultades de la asociación comenzaron a ser notables. La crisis hizo mella en las empresas y las cuotas de los asociados resultaron insuficientes, siendo las ayudas de la administración pública escasas. La asociación tuvo que reestructurarse íntegramente, atravesando momentos muy delicados, si bien el número de socios alcanzó las 72 empresas al concluir la década.

La complejidad de los 80

Al comenzar los años 80 la sede de la asociación se trasladó al número 12 de la calle Orense, pero la estancia fue breve ya que en 1982 se cambió a la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, y desde estas instalaciones, vinculadas a las infraestructuras y de la que habían salido muchos de los ingenieros que trabajaron en la asociación, esta desarrolló durante una década sus actividades de promoción y defensa de la carretera. En estos años tomaron gran impulso los congresos organizados por la AEC, principalmente las Semana de la Carretera y los Vyodeal, y sus campañas de inspección visual del estado de los firmes –y posteriormente de la señalización–, que comenzaron en 1985 para determinar el estado real de conservación de la red viaria nacional. Antes, en 1981, había organizado en Murcia la Primera semana de cine de la carretera, que resultó un notable acontecimiento y tuvo varias secuelas en años sucesivos: Córdoba, Zaragoza, etc. En 1984 nació una de las publicaciones más importantes de la AEC: Las carreteras españolas en cifras, un conjunto de estadísticas sobre las inversiones realizadas en infraestructuras viarias, desglosado por comunidades autónomas y provincias. Este trabajo fue fruto de los múltiples contactos llevados a cabo por la AEC con los responsables autonómicos tras completarse las transferencias de competencias en materia de carreteras a las comunidades autónomas. Por otro lado, la asociación buscó el patrocinio directo de estas y las estrechas relaciones que se establecieron entre la AEC y las distintas administraciones públicas resultaron ser todo un acierto de cara al futuro. También, a mediados de la década, en 1984, la AEC puso en marcha los Cursos de capacitación profesional para encargados de ejecución y control de obra, en colaboración con el Inem, que registraron una gran demanda, con más de 300 inscritos en el primero que se convocó y culminó con éxito.

EN 1984, LA AEC PUSO EN MARCHA LOS «CURSOS DE CAPACITACIÓN PROFESIONAL PARA ENCARGADOS DE EJECUCIÓN Y CONTROL DE OBRA», EN COLABORACIÓN CON EL INEM, QUE REGISTRARON GRAN DEMANDA.

En mayo del 87, cuando aún no se habían popularizado los ordenadores, la AEC organizó con gran éxito la I Semana de la ingeniería asistida por computador, Tecnicae’ 87, implicando en ello a instituciones oficiales, científicas y universitarias.

El esplendor de los 90

La consolidación definitiva de la AEC llegó en la década de los 90. Fernando Fernández dejó la dirección general en enero de 1989 y le sustituyó a finales de año Aniceto Zaragoza Ramírez, quedando la AEC en ese periodo bajo el mando de José Antonio Artero, mientras que la presidencia pasó en 1991 de Manuel Velázquez a Juan Antonio Fernández del Campo. Tras diez años en la Escuela de Caminos, la asociación cambió de ubicación a la calle Juan Ramón Jiménez 28, lugar en el que permanecería tan solo dos años, volviendo en 1994 a una zona bien conocida por los miembros más veteranos de la asociación, el barrio de Salamanca. En concreto, se instaló en un piso adquirido en propiedad en el 23 de la calle Goya. Y fue precisamente en esta última sede donde la entidad conoció su período de mayor esplendor, desarrollo institucional y gran proyección pública, gracias a su acertada dirección, su eficaz política de comunicación y coincidiendo con un gran crecimiento de la red viaria española, en una época en la que internet y el teléfono móvil eran aún un sueño.

Uno de los principales problemas que la Administración tuvo que afrontar en estos años fue la escasa coordinación entre los responsables de carreteras de las distintas comunidades autónomas. La asociación puso fin a esta situación promoviendo la creación de la Mesa de Directores Generales de Comunidades Autónomas y Diputaciones Forales, un órgano que sigue reuniéndose de forma periódica en la actualidad. Durante los 90 la labor de la AEC fue incesante y, a parte de los congresos de periodicidad fija, se celebraron otros encuentros de gran éxito: Sprint (Barcelona, 1994), Sharp (Barcelona, 1995), Congreso Europeo de Mezclas Drenantes (Madrid, 1997) y otros importantes organizados con las comunidades autónomas, como el Congreso Nacional de Firmes (con la Junta de Castilla y León en 1996 y 1998) o el I Congreso Andaluz de Carreteras, en 1998. Mas entre todos hay que destacar un magno acontecimiento: el XII Congreso Mundial de Carreteras de la Internacional Road Federation (IRF), celebrado en Madrid en 1993, un tinglado memorable que fue la prueba de fuego para la AEC que, por primera vez, organizó un encuentro mundial de gigantescas dimensiones y características, con un despliegue de medios materiales y humanos colosal, que se vio bendecido por unos resultados espectaculares: la masiva asistencia de 3000 participantes en representación de un centenar de países, una exposición de 3000 m2 con 73 stands, y una presidencia de lujo ostentada por el Rey Juan Carlos I, encargado personalmente de inaugurar las sesiones.

Por otro lado, la actividad de la AEC en el entorno hispanoamericano, junto con las relacionadas con la Unión Europea, constituyeron ejes de actuación fundamentales durante esta década. La colaboración con los países del centro y sur del continente americano fue extraordinaria, creándose en 1996 el Programa de cooperación en Iberoamérica sobre información técnica y científica en materia de carreteras. De hecho, en 1999, tuvo lugar en Sevilla el 10º Congreso Ibero-Latinoamericano del Asfalto, en el que se llegaron a inscribir más de un millar de participantes.

Nuevo siglo y grandes triunfos

La llegado del nuevo siglo trajo buenas nuevas para la entidad, que amplió su actividad a distintas y originales propuestas, que incluso se elevaron hasta el Congreso de los Diputados. En marzo del año 2000 dejó la presidencia Juan Antonio Fernández del Campo y la ocupó Víctor Montes Argüelles, que a su vez fue sustituido en 2004 por Miguel María Muñoz Medina.

Toda la labor de liderazgo en la defensa de las infraestructuras viarias llevada a cabo por la AEC tuvo su rcompensa en 2005, cuando la IRF le concedió el Global Road Achievement Award en la categoría de Advocacy and Lobbying. Con este galardón la institución veía reconocida, entre sus muchas virtudes, su capacidad para transmitir tanto a la opinión pública como a los gestores viarios la necesidad de desarrollar una red de carreteras moderna, segura y eficiente como condición imprescindible para alcanzar mayores cotas de progreso.

TODA LA LABOR DE LIDERAZGO EN LA DEFENSA DE LAS INFRAESTRUCTURAS VIARIAS LLEVADA A CABO POR LA AEC TUVO SU COMPENSACIÓN EN 2005, CUANDO LA IRF LE CONCEDIÓ EL «GLOBAL ROAD ACHIEVEMENT AWARD».

En 2006, la asociación, junto con el Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre y Aesleme, la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal, elaboró el Libro Verde de la Seguridad Vial, en el que se detallan 77 propuestas para reducir la accidentalidad en carretera. En agosto de ese año, Aniceto Zaragoza decidió cambiar de aires y fichó por Oficemen como director general, ocupando su puesto en la AEC el hasta entonces subdirector general Jacobo Díaz Pineda, quien a día de hoy sigue ostentando honrosamente el cargo.

En 2008, la AEC puso en marcha la Fundación de la Asociación Española de la Carretera (FAEC), entidad sin ánimo de lucro cuya actividad se centra en iniciativas de interés general, incluyendo proyectos solidarios, de cooperación y culturales, para poner de relieve la importancia social, económica y cultural de las carreteras.

Segunda década del siglo XXI

Por desgracia, a finales de la primera década, la grave crisis frenó el ímpetu guerrero de la AEC que, sin embargo, tras compleja reflexión y definición de objetivos –al mal tiempo, buena cara–, ante las nuevas circunstancias socioeconómicas, las formidables innovaciones tecnológicas y las nuevas corrientes de pensamiento, y gracias a su permanente adaptación a los cambios, encontró nuevos retos que han hecho posible no solo su supervivencia sino su transformación en un referente para el sector. De la mano de Jacobo Díaz y del presidente Juan Francisco Lazcano Acedo, que sustituyó a Manuel María Muñoz en 2014, la AEC, aglutinando a gran parte de los profesionales y especialistas del mundo de la carretera, sigue siendo la más importantes e influyente entidad del mundo de las infraestructuras viarias.

Jacobo Díaz Pineda, director general de la Asociación Española de la Carretera, acompañado por Elena de la Peña, subdirectora general técnica, y Marta Rodrigo, subdirectora general de relaciones institucionales y directora general de Ivía, el Instituto Vial Ibero-Americano.La AEC, que cuenta en la actualidad con 200 asociados, nacionales y extranjeros, que representan todos los campos profesionales ligados al sector de la carretera, se ha dotado a lo largo de su historia de una serie de herramientas que han hecho de ella un foro de debate entre profesionales de la administración, la empresa y los centros de investigación y formación y, al tiempo, se ha convertido en líder de opinión, ofreciendo un servicio de calidad a sus miembros.

Pronto comenzará una nueva década con nuvos y grandes retos, que sin duda superará –como siempre– la invencible Asociación Española de la Carretera.


«Carreteras», etapa como revista del motor

La revista técnica Carreteras, publicada por primera vez en 1951 como órgano de difusión y promoción de la actividad de la Asociación Española de la Carretera (AEC), cedió su cabecera en 1975 para una nueva publicación del motor de la AEC, destinada a los kioscos para la venta al público.

Comenzaba así su segunda etapa, cuando se formó un equipo profesional de periodistas especializados en automoción para editarla mensualmente. Salió a la venta su número 1 en febrero de 1975 y fue una revista señera del mundo del motor hasta 1979, cuando la AEC sufrió una reestructuración que obligó a cerrarla, regresando el título de Carreteras a la publicación técnica que, con periodicidad bimestral se había editado esos años con el nombre de CA (Carreteras y Autopistas). Carreteras sigue en forma a sus 68 años, alcanzado ya su cuarta etapa.

En aquella redacción de la revista del motor coincidió la élite de la intelectualidad de la época, reunida en torno al artífice del éxito de la publicación, el periodista José Luis Gutiérrez, “Guti”, fichado para tal empeño por el presidente de la AEC Juan de Arespacochaga y el entonces director general, el ingeniero de caminos Florentino Pérez, actual presidente de ACS y del Real Madrid.

El Guti formó una redacción con un redactor jefe: José Antonio Artero Romero; dos redactores: Antonio Romero Rabadán y José Felipe Alonso y Fernández- Checa; un diseñador: primero Juan Espejo (del diario Informaciones) y luego Manolo Pascual (del diario AS); un director comercial: José María Infante Calafat; una secretaria: Paloma Lacort Fernández; y un chaval con Vespino para los recados: Primitivo Fajardo.

La nómina de colaboradores era importante: nombres de dibujantes como Forges, Máximo, Saltés, Ortuño... gente de la pluma como Francisco Umbral, Joaquín Merino, Tico Medina, Antonio D. Olano, Jesús Torbado, César Santos Fontenla, Luis Mateo Díez... fotógrafos como Mario Pacheco, Alejandro Pascual, Ángel Carchenilla, Carlos Corcho... y especialistas del motor como Paco Costas, Jorge del Corral, José Ramón García Inchorbe, Julio Sainz de la Maza... Entre todos conformaron una plantilla muy competente con la que la revista alcanzó su apoteosis en un panorama en el que pugnaban por atraer lectores una treintena de publicaciones destinadas al sector de la automoción.