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Actualidad

24 May 2023

A la conquista de las «tierras raras»

Tierras RarasLa carrera por la hegemonía geopolítica está marcada por los metales y minerales del futuro.

El pasado 19 de marzo, el diario «El Mundo» publicaba un interesantísimo artículo, firmado por los periodistas Pablo Pardo y Rosa Meneses, sobre la carrera desatada entre los dos mundos actuales, el oriental y el occidental, representados por dos gigantes como China y Estados Unidos, para liderar el mundo mineral. Los americanos y sus aliados, entre los que se cuenta la vieja Europa, unen inversiones para asegurarse la cadena de suministros y recortar la dependencia del país que tiene al dragón como símbolo imperial, que es hoy por hoy el mayor productor de tierras raras del planeta, esos residuos metálicos con propiedades que las hacen indispensables para el funcionamiento de coches eléctricos, placas solares o pantallas de móviles. China, a través de una estrategia que empezó a desa rrollar Deng Xiaoping a finales de los años 70, tiene el monopolio de la producción y abastecimiento mundial de estos metales de los que depende el desarrollo tecnológico y la lucha contra el cambio climático a través de las fuentes de energía «limpias», que dependen precisamente de las llamadas «tierras raras». Por su importancia y la actualidad que ofrece sobre algo que cada vez preocupa más en nuestro sector, reproducimos el reportaje publicado en el diario madrileño.

«Daremos golpes en quien queramos. Id haciéndoos a la idea”. La frase de Elon Musk, el 24 de julio de 2020, en Twitter –la red social que acabó comprando tres años más tarde– estaba mal escrita. Pero, con error y todo, ésa fue la respuesta del principal accionista del mayor fabricante de coches eléctricos del mundo –un tipo de vehículos que necesita baterías de litio para poder funcionar– a Evo Morales, el ex presidente de Bolivia, el país con las reservas de litio más grandes del mundo.

Probablemente se tratara de una boutade más del histriónico empresario, contra un no menos histriónico Morales, que acababa de acusar a Estados Unidos de echarle del poder por medio de lo que calificó de un “golpe de Estado” para quedarse con el litio boliviano.

O acaso fuera un acto de soberbia, un rasgo de la personalidad de Musk que abunda tanto como el litio en el Salar de Uyuni, una llanura de sal tan grande como Asturias y a tanta altitud como la cima del Teide, en la que está el mayor yacimiento de litio de la Tierra.

Fuera lo que fuera, las palabras de Musk y Morales apuntaban a lo que es ya una realidad en esta segunda década del siglo XXI: la carrera por los minerales estratégicos de las nuevas tecnologías, de las energías limpias, de la inteligencia artificial y de los microprocesadores avanzados. El petróleo, gradualmente, va perdiendo importancia, a medida que los países industrializados consiguen aumentar su eficiencia energética y lo van reemplazando por las energías renovables.

Pero estas energías renovables no salen de la nada. Para producirlas es necesario emplear decenas de minerales con los que fabricar molinos de viento, paneles solares, sistemas de inteligencia artificial que dirijan la oferta hacia donde está la demanda, y que sepan cuándo y dónde se va a consumir más. El Estudio Geológico de Estados Unidos –algo así como el equivalente del Instituto Geológico y Minero de ese país– publicó hace cinco años por primera vez la lista de los minerales críticos que hacían falta para lanzar la nueva economía del siglo XXI.

√ LA MINERÍA SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN UN CAMPO DE BATALLA DEL PODER MUNDIAL.
√ LA GUERRA EN UCRANIA HA ROTO LA EXPORTACIÓN DE FERTILIZANTES.
√ LOS GRANDES IMPORTADORES MIRAN AHORA A ORIENTE PRÓXIMO, CONVERTIDO EN LA CLAVE.

Entonces, eran 38. Hace dos semanas, la nueva versión de la lista ya incluye 51 metales. Y pronto habrá más. En la Conferencia CERAWeek, de S&P Global, que se celebró recientemente en Houston (Texas), el presidente de una de las mayores empresas mineras del mundo, la estadounidense Freeport-McMoran, que en los años 90 fue la propietaria de la española Río Tinto, que prácticamente liquidó, Eric Swenson, pidió al subsecretario de Estado para Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente, José W. Fernández, que incluya al cobre en el listado.

Así pues, el cobre, que es un material que nos rodea por todas partes, puede convertirse en un “mineral estratégico” a la altura del platino o el iridio, o incluso de elementos perdidos en la Tabla Periódica como, por ejemplo, los lantánidos, entre los que están el europio, imprescindible en la energía nuclear, o el tulio, necesario para generar rayos láser.

La razón por la que el cobre podría entrar en ese grupo pone de manifiesto otro problema adicional de esta carrera por los minerales del siglo XXI: no es que sean escasos, si no que los países desarrollados no quieren explotarlos, porque la minería genera problemas medioambientales.

Estados Unidos, por ejemplo, es el cuarto país del mundo en reservas de litio. Pero la apertura de la que será la mayor mina de ese mineral en esa nación, la de Thacker Pass, en Nevada, sólo comenzó hace dos semanas tras dos años de batalla legal entre los defensores del proyecto y una coalición de comunidades indígenas y grupos ecologistas que se oponen a él por razones culturales y de defensa del medio ambiente.

Un detalle curioso: aunque la mina es de la canadiense Lithium Americas, General Motors acaba de invertir en el proyecto 625 millones de euros para tener garantizado el suministro de ese mineral para sus coches eléctricos.

El bloqueo legal de Thacker Pass ha desarrollado una activa minería ilegal del litio en el desierto de Nevada. Pero eso no basta para satisfacer las necesidades de la transición energética. Eso vuelve a poner el foco en países como los del triángulo del litio –Bolivia, Argentina y Chile– que concentran las mayores reservas del mundo. O de, por ejemplo, la República Democrática del Congo, de donde ha procedido, normalmente extraído en condiciones rayanas en la esclavitud, coltán (columbita-tantalita), necesario para los teléfonos móviles.

El caso de este mineral acaso refleja la mayor paradoja de estos nuevos recursos: dos tercios de las empresas que lo extraen en el mundo cotizan en las Bolsas de Vancouver y Toronto, en Canadá. Pero ese país nunca se ha planteado explotar sus reservas por el coste económico que ello supone y, por supuesto, por el medioambiental. En el mundo de la energía limpia de 2023 se sigue al pie de la letra el documento interno del Banco Mundial de 1991 que defendía que las industrias contaminantes se fueran a los países en vías de desarrollo.

Hay otros problemas que dificultan la gestión de estos materiales. Uno es que, pese a que su número sigue creciendo, como se ha explicado más arriba, la producción de cada uno se encuentra muy concentrada en unos pocos países. Volviendo al ejemplo del petróleo, el mayor productor del mundo, Estados Unidos, solo tiene una cuota de mercado mundial del 14%. Pero en el litio, el 52% sale de Australia; el 44% del molibdeno es extraído en China; y nada menos que el 81% del rodio mundial se obtiene de un solo país: Sudáfrica.

Esto significa que hay más materiales críticos, pero también que el mercado de cada uno de esos materiales depende de un solo país cuya situación política y alianzas internacionales varían tanto como las de Australia, China y Sudáfrica, por poner un ejemplo. A ello se suma otro aspecto: aunque la extracción de estos metales dependa de muchas naciones, su procesamiento y transformación en productos útiles para la industria pasa por un solo país: China. En las últimas dos décadas, Pekín se ha especializado en el tratamiento de estas materias primas, hasta el punto de que sin su concurso el mercado mundial colapsaría. En clara imitación de la estrategia de China, Arabia Saudí se ha puesto manos a la obra para ir a la caza de tierras raras y minerales. El reino es el impulsor del Future Minerals Forum, con el que quiere posicionarse como uno de los líderes del sector, impulsar inversiones y crear cadenas de valor regionales e internacionales.

En esta perspectiva hay que leer el anuncio del gigante minero Ma’aden, propiedad estatal saudí, a principios de este año, de su alianza con el fondo soberano del reino para invertir en minas y asegurarse los metales estratégicos de su transición energética.

En paralelo, los saudíes han reforzado su cooperación con el Reino Unido en el sector minero de forma que encaja en el afán británico de asegurarse el suministro de estos minerales críticos, diversificar proveedores y no depender excesivamente de China.

El primer productor de petróleo del mundo ve la industria minera como un componente vital de la Visión 2030 del heredero al trono, Mohamed bin Salman, que tiene como objetivo poner fin al protagonismo de los combustibles fósiles en su economía y acelerar la transformación energética del país.

√ EL PETRÓLEO PIERDE IMPORTANCIA AL SER REEMPLAZADO POR LAS RENOVABLES.
√ LOS PAÍSES RICOS NO QUIEREN EXPLOTAR SUS MINAS CONTAMINANTES.
√ ARABIA SAUDÍ, EN EL «CORAZÓN» DE LA CADENA, IMITA EL MODELO CHINO

Un informe del Payne Institute for Public Policy, de la Escuela de Minas de Colorado, sitúa a Arabia Saudí «en el corazón» de las futuras cadenas de suministro de minerales estratégicos necesarios para los objetivos de emisiones cero para detener el cambio climático. Las riquezas mineras del suelo saudí están valoradas en más de 1,3 trillones de dólares.

Riad ha previsto para su alianza entre Ma’aden y el Fondo de Inversión Pública un capital de 50 millones de dólares que podría ampliar hasta los 3000 en inversiones para obtener cobre, níquel y litio. Ma’aden se ha asociado con una empresa canadiense, Barrick Gold Corporation, para explorar minerales en Jabal Sayid y Umm Ad Damar, en el oeste del reino árabe. Además planea abrir una subasta de licencias para explorar cinco yacimientos y abrir sus vastas reservas de cobre, zinc, fosfatos, uranio, bauxita y otras tierras raras

“Arabia Saudí está comprometida con el desarrollo y la obtención de los metales y minerales clave necesarios para la localización de la cadena de suministro y para perseguir el objetivo de una energía más limpia”, declaró el ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, al hablar de la estrategia de expansión del reino en energías renovables, en el Foro de Minerales del Futuro que se celebró en Riad a mediados de enero.v Los grandes consumidores de estos materiales –los países del G7– no están unidos. La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, anunció tras reunirse con Joe Biden en la Casa Blanca el 10 de marzo que Washington y Bruselas van a negociar que EE.UU. dé el mismo tratamiento fiscal a los 30 componentes de la Lista Europea de Materiales Críticos, muchos de ellos absolutamente necesarios para la transición energética. La pugna entre EE.UU. y la UE por atraer el procesamiento de estos materiales, con todo, no cambiará mucho, incluso en el caso de que las negociaciones lleguen a buen puerto, ya que las subvenciones estadounidenses son más claras y simples y ofrecen mayores garantías jurídicas que las europeas, según fuentes de la industria consultadas por El Mundo.

Casi cualquier aspecto de la tecnología que se utiliza hoy en día necesita de estos metales estratégicos para funcionar y se estima que para 2040 esa necesidad se incremente cuatro veces. El impacto de la guerra en Ucrania sobre las cadenas de suministro también ha tenido su particular tsunami en el sector minero y en los metales estratégicos. Un ejemplo son los fertilizantes, sector en que Oriente Próximo y el Norte de África han emergido como socio clave desde la invasión rusa a Ucrania y, meses antes, la pandemia.

En 2021, la región concentró el 19% de la exportación mundial de fosfatos, el 35% de urea, el 19% de nitrógeno de amonio y el 10% de la potasa (todos ellos elementos que se usan para producir fertilizantes). La disrupción que ha provocado el conflicto en Europa (Rusia era hasta entonces el principal exportador de abonos agrícolas) ha hecho que países como Brasil (el mayor importador) peregrinen hacia Jordania, Egipto, Catar, Arabia Saudí y Marruecos en busca de proveedores para su potente industria agrícola.