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Actualidad

11 Marzo 2024

Los hermanos Juan y José Banús

Hermanos Banús | Ilustración: JOSÉ MARÍA PONCEConstructores en el desarrollismo.

Primitivo Fajardo
Ilustración: José María Ponce

La creciente demanda de viviendas que se registró en los años finales de la posguerra es la raíz del boom inmobiliario al que asistió Madrid a mediados del siglo XX. La inmigración interior y la ampliación administrativa de la ciudad, con la anexión de varios municipios limítrofes, hizo que su población aumentara más de un 70%, un millón de personas en sólo dos décadas (1940-1960); y fue al amparo de las sucesivas leyes que dictó el gobierno de Franco para estimular la construcción lo que provocó una actividad frenética en el sector. Entre los nombres que conserva la historia del desarrollo urbano de aquellos años de mediados del siglo pasado, quizá ninguno alcanzó la popularidad lograda por los hermanos Juan y José Banús Masdeu, quienes por caminos similares, aunque con criterios urbanísticos diferentes, tuvieron mucho que ver con la construcción del Madrid que hoy habitamos. De la familia Banús, originaria de la localidad de La Masó (Tarragona), cuyo padre de familia estaba ligado a la construcción, fue José el más famoso y el que trascendió por sus obras. Empezó siendo espía en la guerra civil, construyó para Franco los accesos al Valle de los Caídos y se hizo millonario levantando zonas enteras de viviendas para obreros, como el barrio del Pilar y las colmenas del barrio de La Concepción, junto a la M-30. Después cambiaría la clase media por el lujo creando Puerto Banús, en Marbella, que se convirtió en los años 60 y 70 en el centro del mundo de la «jet set» de la que él fue rey. He aquí su historia.

En los años siguientes a la contienda civil, la capital se debatía entre los desastres producidos por la guerra y los escasos recursos públicos, una situación que se agravaba día a día por las masas migratorias que ingresaban en la ciudad procedentes del campo buscando una vida digna. Al tiempo que crecían los asentamientos en el extrarradio y proliferaba el chabolismo, la llamada Junta de Reconstrucción de Madrid encargó en 1939 a un equipo de arquitectos, coordinado por el urbanista y arquitecto Pedro Bidagor Lasarte (1906- 1996), la redacción de un plan de ordenación urbana, que tras sucesivos retoques y ampliaciones quedaría finalmente aprobado en 1946.

Desde aquel momento, el ya conocido como “Plan Bidagor” será un referente para la reconstrucción de la ciudad, para la terminación del viejo Ensanche, para la prolongación de la Castellana y, sobre todo, para la ordenación del extrarradio, aun sin ser respetado todo su contenido. Una de sus propuestas más acertadas era la de limitar el casco central de la ciudad (ampliado entonces hasta más allá de los límites del Ensanche de mediados del XIX) con un “anillo verde”... Sin embargo, la ciudad siguió creciendo en buena parte de espaldas al Plan y bajo la presión de la especulación del suelo.

Un primer paso hacia el saneamiento de los suburbios fue la construcción de los llamados “núcleos satélites” (Palomeras, Canillas, San Blas) y de los “poblados de absorción”, más tarde “poblados dirigidos” (Caño Roto, Entrevías o Fuencarral). Pero todos los esfuerzos públicos resultaban insuficientes para solventar el problema de la falta de vivienda. Fue entonces cuando el Gobierno decidió estimular la iniciativa privada mediante ayudas a fondo perdido, exenciones fiscales y otros incentivos a la construcción, arropados por ordenanzas municipales altamente permisivas.

LOS BANÚS ERA UNA FAMILIA CON CINCO HIJOS DEDICADA A LA CONSTRUCCIÓN EN LA MASÓ (TARRAGONA), QUE SE TRASLADÓ A LA CIUDAD DE REUS PARA AMPLIAR SU CAMPO DE ACTIVIDAD.

Aparecieron así los promotores privados, que aprovecharon las ventajas de la legislación vigente para buscar, en buena lógica, la máxima rentabilidad con la fácil y razonable excusa de que el objetivo prioritario era resolver el problema del alojamiento de la población. Y lo cierto es que la iniciativa privada terminaría facilitando a miles y miles de madrileños, nativos y foráneos, de clases medias o acomodadas, el acceso a una vivienda a su medida. Son estos, precisamente, los años de consolidación de empresas como Urbis (barrio del Niño Jesús) y Vallehermoso (barrio de Arapiles), o de las capitaneadas por Juan Banús (colonia de Mirasierra) y José Banús (barrios de la Concepción y del Pilar).

De Reus a Madrid
Los Banús era una familia con cinco hijos, formada por Isidro Banús Queralt y Dolores Masdeu Punyed, dedicada a la construcción en el pequeño pueblo tarraconense de La Masó, de 200 habitantes, y que ya entrado el siglo XX se trasladaría a la cercana ciudad de Reus para ampliar su campo de actividad. Tras diversas actuaciones en obras menores pero significativas (trazado de carreteras, explanaciones, etc.), el patriarca de los Banús y sus tres hijos varones, Juan, Isidro y José Banús –José era el menor y el avispado y se puso a trabajar con su padre al dejar el colegio, con 14 años–, aceptaron en los años 20 retos de tanta envergadura como la escalinata y la explanada de acceso a la Expo de Barcelona de 1929 o la construcción de los accesos a la estación de Puigcerdá (Gerona), a la que seguirán otras obras públicas en Bilbao (puerto de Bermeo) y Zamora (un tramo del ferrocarril Medina- Vigo, en 1927), una experiencia que resultaría fundamental en la formación empresarial de los futuros promotores inmobiliarios.

JUAN BANÚS CONSTRUYÓ EN MADRID CON SU EMPRESA JUBANSA UNA CIUDAD-SATÉLITE CON EL NOMBRE DE MIRASIERRA, LOS ACCESOS DE LA ESTACIÓN DE CHAMARTÍN Y LA APERTURA DE LA CALLE MATEO INURRIA.

José montó su propia compañía con sus hermanos Juan e Isidro para seguir con la actividad tras la jubilación de su padre, aunque esta empresa se disolvió en 1935 y se creó otra solo con José y Juan. Padres e hijos se trasladarían a la capital de España antes de la guerra civil y, tras la contienda, los hermanos continuarían por caminos separados en el sector de la construcción, a partir de 1946, después de trabajar conjuntamente en 1943 en obras como la explanación del Valle de los Caídos o la prolongación de la Castellana... Diferencias de criterio en la gestión del negocio familiar, en la forma de plantear sus proyectos de promoción inmobiliaria y, sobre todo, en sus personales concepciones del hábitat urbano, aconsejaron a Juan y José tomar distintos rumbos empresariales.

Juan Banús: la colonia Mirasierra
Juan Banús Masdeu (La Masó, 1898- Madrid, 1980) constituyó en 1949 la empresa Juban, S.A., y se convirtió en promotor inmobiliario para centrar todos sus esfuerzos en hacer realidad una idea que venía acariciando desde tiempo atrás. Y ello, al mismo tiempo que terminó de cumplir los compromisos de obra pública que ya tenía adquiridos, como la explanación, cerramiento y pasos subterráneos de la estación de Chamartín o la apertura de la calle Mateo Inurria.

Construir en Madrid una ciudad-satélite con el nombre de Mirasierra era un proyecto que tenía “in mente” Juan Banús desde los años 20 (aunque lo situaba entonces en la zona de La Veguilla, cerca de la actual Plaza de Castilla). Y en los 50 consideró llegado el momento de llevarlo a cabo.

Acogiéndose a los beneficios que brindaba la Administración, Jubansa adquirió a buen precio 225 hectáreas junto al pueblo de Fuencarral y en 1954 comenzó la construcción de la futura colonia, con diseño del arquitecto Manuel Romero Aguirre: plano de ciudadjardín, eminentemente residencial, con una mayoría de casas unifamiliares y bajo normas muy estrictas sobre los espacios verdes, la estampa de tejados y fachadas o el volumen edificable... En muy pocos años, la promotora llegó a construir casi un millar de casas, a las que seguirían en la periferia de la colonia otras viviendas en altura, edificios de oficinas, un centro comercial, iglesia, colegios, etc. Tras la muerte del promotor, sus cinco hijos continuaron dedicados a la urbanización, dotándola de los servicios y equipamientos propios de un hábitat urbano autónomo.

JOSÉ BANÚS LEVANTÓ LOS BARRIOS DEL PILAR Y LA CONCEPCIÓN, SUS PROMOCIONES DE MAYOR VOLUMEN, CONSTRUYÓ LOS ACCESOS AL MONUMENTO DEL VALLE DE LOS CAÍDOS Y EN LA COSTA DEL SOL, SU GRAN OBRA: PUERTO BANÚS.

El promotor tuvo el acierto de respetar el terreno ondulado de la urbanización, adaptando parcelas y viales a su topografía natural, y con ello se consiguió un medio acogedor en el que las casas estuvieran plenamente integradas en el paisaje arbolado. Y es lástima que las cambiantes ordenanzas municipales permitieran una paulatina deformación de la estampa original de la colonia.

José Banús: la Concepción y el Pilar
Por su parte, durante esos mismos años, José Banús (La Masó, 1906-Madrid, 1984) desplegó una frenética actividad inmobiliaria. Con excelentes contactos en el Gobierno, adquirió grandes extensiones de terreno en las zonas de expansión natural de la ciudad y construyó miles de viviendas en altura destinadas, por el sistema de venta a plazos, a determinadas capas de la clase media. Los barrios de la Concepción y del Pilar fueron sus promociones de mayor volumen, pero participó asimismo en la construcción de los de San Pascual, Simancas, Villaamil, San José de Valderas, Tres Cantos...

El barrio de la Concepción, que después sería ampliado, surgió en los años 50 en la orilla izquierda del Abroñigal, con 2680 viviendas en edificios de doce alturas, con una imagen aceptable sobre plano, pero con una carencia de infraestructuras que se irían saneando sólo a medias con el paso de los años. Y con similares deficiencias nacerá en la siguiente década el barrio del Pilar, sobre terrenos declarados rústico-forestales en 1948 y de expropiación forzosa en 1961. El proyecto inicial de construir 52000 viviendas quedó muy lejos de llevarse a cabo, debido sobre todo a los enfrentamientos vecinales con la promotora.

Para entonces, José Banús, un hombre controvertido, ya estaba desplazando el grueso de su actividad inmobiliaria a la Costa del Sol, donde, cerca de Marbella y dentro de su macro-promoción “Nueva Andalucía” (diez millones de metros cuadrados), llegaría a construir varias urbanizaciones, con hoteles, campos de golf, centros comerciales y el puerto deportivo que lleva su nombre.

Espía de Franco
José Banús se convirtió en espía para Franco desde el Madrid de los últimos días de la República. Se hizo pasar por masajista y enfermero y por un integrante de la CNT. Informaba y tejía una red de apoyo al bando nacional desde dentro de la capital, pero fue descubierto y llegó a ser capturado y condenado a muerte.

La sentencia no se cumplió y se le metió en un batallón disciplinario donde se le forzó a trabajar en aeropuertos y carreteras. Al acabar la guerra, quedó libre y su dedicación fue recompensada por el bando ganador.

El nuevo Gobierno empezó a contar con él para realizar obras de reconstrucción tras la guerra. Al principio se especializó en el suministro de gravas y áridos en Madrid. Luego, en 1943, le llegó un encargo más importante: construir los accesos al que será un monumento clave para el régimen de Franco: el Valle de los Caídos. La constructora Agromán se encargó de la perforación de la cripta y Estudios y Construcciones Molán, de la edificación del monasterio. En 1952 se unió Huarte para levantar la gran cruz del escultor Juan de Ábalos. El mausoleo fue inaugurado en 1959.

Ya en solitario, separado de su hermano Juan, abandonó el camino de las obras públicas para centrarse en el negocio inmobiliario, que le haría inmensamente rico. Su primer proyecto en este ámbito fue en el citado barrio de la Concepción, donde construyó 8000 viviendas sociales, unos edificios ideados para alojar al mayor número de personas en el menor terreno posible. La fórmula gustó al Gobierno franquista, que apostó de nuevo por Banús para un desarrollismo que diera una solución habitacional a las cada vez más numerosa clase trabajadora que llegaba a la capital desde el campo. Los citados proyectos (Simancas, Villamil, San José de Valderas) eran viviendas pequeñas, de 50 metros cuadrados, que se convertirían en ciudades dormitorio, como las que desarrolló en su otro gran proyecto, ya directamente como promotor, en el barrio del Pilar, donde construyó 14000 viviendas que llegaron a albergar a 150000 habitantes en apenas un millón de metros cuadrados.

Sobre los beneficios de este gran negocio asentó su salto a las urbanizaciones de lujo, primero en Madrid y después en la Costa del Sol. Los terrenos del barrio del Pilar fueron adquiridos por José Banús por apenas dos pesetas el metro cuadrado y se vendieron tres veces por encima de su coste –cada inmueble le costaba 35000 pesetas (200 euros) y lo vendía por 100000 (600 euros)–. Sobre ellos erigió viviendas sociales protegidas destinadas a satisfacer la demanda de los inmigrantes que llegaban a la urbe desde las zonas rurales. El barrio era todo un orgullo para José Banús. De hecho, lleva el nombre de Pilar por su mujer, María del Pilar Calvo y Sánchez de León, una madrileña de familia bien con la que José se casó en 1961, cuando él tenía 55 años y ella 51.

LA INICIATIVA PRIVADA TERMINARÍA FACILITANDO A MILES Y MILES DE MADRILEÑOS, NATIVOS Y FORÁNEOS, DE CLASES MEDIAS O ACOMODADAS, EL ACCESO A UNA VIVIENDA A SU MEDIDA.

La Costa del Sol
José Banús se hizo rico y fue considerado el constructor del Régimen. Entonces decidió cambiar las promociones para las clases bajas por el lujo y los focos de la fama. En 1962 se instaló en la costa malagueña para construir el mayor centro turístico de España. Había adquirido para ello, entre el mar y la sierra, unos dos millones de metros cuadrados de terreno, proyectaba urbanizaciones enteras, hoteles, zonas comerciales, campos de golf, campos de tiro al pichón, un coto de caza, discotecas, casino, plaza de toros... pero sobre todo ambicionaba un puerto como el que tenían otras ciudades costeras europeas. Pensaba que algo así en España podría convertirse en la envidia del mundo y dejar claro que como aquí no se vive en ningún lado. Y acertó.

A mediados de los 60 fue al Pardo a ver al dictador y le mostró un boceto del proyecto que bullía en su cabeza: un puerto deportivo de lujo en Marbella. Quería hacer su propio Cannes, traer Saint Tropez a España... El Jefe del Estado no se mostró muy entusiasmado, pero autorizó su construcción y José Banús recibió una concesión administrativa de los terrenos costeros por 99 años.

Compró una finca, Nueva Andalucía, por 300 millones de pesetas y buscó al ingeniero francés que se encargó de construir el muelle de Cannes, Pierre Canto. Buscaba lujo. Vendía exclusividad. Para el complejo hotelero y de ocio que rodearía el puerto optó, acertadamente, por reproducir las casas andaluzas típicas de Casares (Málaga), y descartó construir edificios altos, como fue su primera opción. Le convenció el arquitecto Noldi Schreck, famoso entonces por el diseño de Beverly Hills. Unos 50000 metros cúbicos de hormigón armado salieron de la Sierra Blanca para dar forma a Puerto Banús. En 1970 estaba listo. El puerto nacía con capacidad para 950 embarcaciones y, sobre todo, permitía el atraque de los yates más grandes.

Hubo una primera inauguración oficial el 18 de mayo, con el Ministro de Obras Públicas, Gonzalo Fernández de la Mora. Pero el plato fuerte, milimétricamente pensado por José Banús y por su esposa, llegó en verano.

Inauguración a los grande
En agosto, un avión aterrizó en el aeropuerto de Málaga. Estaba pintado de negro y tenía en el timón de cola dibujado un conejito. Lo habían bautizado como Big Bunny. De él bajó Hugh Hefner, el empresario americano fundador de la revista Playboy, con un amigo no menos célebre por aquel entonces, el director de cine Roman Polanski, más cuatro conejitas-azafatas. El avión del conejito y sus pasajeros acudían a la invitación de José Banús: la fiesta de inauguración del puerto. No fueron los únicos invitados célebres de aquella fiesta. Los príncipes de Mónaco, Grace Kelly y Rainiero, también asistieron a la inauguración, al regreso de su luna de miel. El plato fuerte: la actuación de Julio Iglesias. Marbella ya estaba en el mapa de la jet internacional gracias a la labor del príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburgo, quien en 1954 había convertido una finca particular en el conocido Marbella Club Hotel, por el que desfilaron todo tipo de celebridades, aristócratas y ricos de la época.

Pero fue en agosto de 1974 cuando la notoriedad de Marbella se hizo inmensa gracias a José Banús. El constructor trajo a Marbella a la cantante Liza Minnelli, la artista internacional del momento, que había ganado el óscar por la película Cabaret hacía apenas dos años. Era la primera vez que actuaba en Europa y había elegido Puerto Banús para hacerlo. No fue fruto del azar. Banús se empeñó y pagó por ello 10 millones de pesetas –dicen– (60000 euros, money money money). La aclamada artista estuvo tres días en Marbella y en su concierto, desde las primeras filas, aplaudieron un Julio Iglesias de apenas 31 años, Omar Sharif, Antonio el bailarín, Ángel Nieto... aristócratas, empresarios, famosos, etc.

La caída del imperio Banús
Aquellos años de esplendor no duraron mucho. El imperio Banús coleccionaba un sinfín de empresas: Banús, Andalucía Nueva, S.A. (Bansa); José Banús Internacional Promotora y Financiera (Baninsa); Puerto Banús de Nueva Andalucía; José Banús, S.A.; Administración General de Inmuebles (Agisa); Banús Spada, S.A.; Administración de Andalucía la Nueva; Constructora de Andalucía la Nueva; Inversiones Banús, S.A.; Plaza de Toros de Andalucía la Nueva; Playas Españolas, S.A.; El Rodeo, S.A.; Frontón de Andalucía la Nueva; Construcciones Residenciales y Sociales, S.A. (Cryssa); Tajuña, Hontanar y Morata, etc.

CONSIDERADO EL CONSTRUCTOR DEL RÉGIMEN, JOSÉ BANÚS SE HIZO RICO, PERO AQUELLOS AÑOS DE ESPLENDOR NO DURARON MUCHO Y TRAS LA MUERTE DE FRANCO COMENZÓ A SUFRIR DIFICULTADES ECONÓMICAS Y TUVO QUE VENDER PARTE DE SU IMPERIO.

Tras la muerte de Franco, el paisaje de Puerto Banús comenzó a masificarse. Los restaurantes de lujo empezaron a compartir espacio con las pizzerías, y los modelos de Balenciaga con las alpargatas. Banús comenzó a sufrir serias dificultades económicas a partir de la crisis del petróleo del 73 y la pérdida de influencia política con el relevo generacional de los nuevos tiempos. Tuvo que vender parte del imperio: el casino, los hoteles, los locales comerciales... Y quienes los compraban eran los nuevos reyes que se estaban asentando en la zona: los jeques árabes con bolsillos llenos de petrodólares. Una nueva época comenzaba.

Al borde de la quiebra, la inmobiliaria de José Banús suspendió pagos en 1977. El grupo Rumasa, de José María Ruiz-Mateos, a punto estuvo de quedarse con sus empresas, pero el Banco de España se opuso a la operación. Se publicó entonces que Ruiz-Mateos ofreció 3000 millones de pesetas, pero las deudas de José Banús superaban los 5000 millones y tuvo que presentar un concurso de acreedores. Puerto Banús, por su parte, tampoco se salvó de esta decadencia y las elegantes celebrities que antaño paseaban su glamour se han convertido hoy en poderosos oligarcas rusos en chanclas. Si algo puede ir a peor, irá. Hoy, aunque el nombre sigue arraigado al imaginario colectivo de los mayores, pocos saben que el puerto más famoso de España lleva el apellido de un gran constructor.

Aunque José no tuvo descendencia – dicen que una hija fuera del matrimonio, no reconocida– las esposas y los descendientes de su hermano Juan, hijos y nietos, han seguido adelante con los negocios inmobiliarios y gestionando la multimillonaria herencia cosechada por los Banús en los buenos tiempos, convirtiéndose en una de las familias más ricas de Cataluña.

En 1984, José Banús falleció en Madrid, en la Clínica de la Luz, a los 78 años. Dos rotondas recuerdan hoy su figura: un busto en Puerto Banús y junto a sus icónicas colmenas en el barrio de la Concepción, en Madrid.


Bibliografía

Luis Gutiérrez Molina. Cien empresarios españoles del siglo XX.
Marcos Iriarte. José Banús, el artífice de los barrios colmena de Franco.
Jorge Lemos. Puerto Banús. Historia de un ambicioso proyecto.
Antonio Vargas y Alberto Laguna. La quinta columna.
Armando Vázquez Crespo. Treinta hombres que hicieron Madrid.