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Actualidad

15 Septiembre 2022

Manuela y Fátima Torrado en el Grupo Nosa

Manola y Fátima con algunas de las máquinas que ellas operan en la cantera de Boiro (La Coruña).Hermanas Mineras. Manuela y Fátima Torrado manejan maquinaria en la cantera de áridos del Grupo Nosa, en Boiro (La Coruña)

El pasado 11 de junio, el suplemento «Ya es sábado», del periódico «La Voz de Galicia», publicaba una entrevista con las hermanas Manuela y Fátima Torrado Coto, empleadas en la cantera de tratamiento de áridos del Grupo Nosa (Nemesio Ordóñez, S.A.), en la localidad de Boiro (La Coruña), de donde son naturales ambas. Poco días antes, era «El País» el que daba cuenta de su actividad como operadoras de máquinas en la mina, y unos días más tarde se les unía «El Correo Gallego» para añadir a una tercera operaria en su reportaje sobre el trabajo de las mujeres en el tajo minero. Las hermanas de Boiro compartieron su experiencia en el II Simposio de la Mujer y Minería, organizado por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas de Galicia, celebrado los días 16 y 17 de junio en Santiago de Compostela (La Coruña), con motivo del Día Internacional de la Mujer en la Minería (15 de junio), una acción promovida por la organización International «Women in Mining» (PINiM). Y es que las hermanas Torrado tienen mucho que contar sobre su trabajo y su situación de igualdad laboral con sus compañeros. «Nuestra empresa para eso no pone límites, nos considera iguales, no hay diferencias».

Manuela y Fátima Torrado podrían ser gemelas, pues, aunque se llevan un año de diferencia –una tiene 52 años y la otra 51–, sus vidas han transcurrido en paralelo. Se han criado juntas, salen de marcha juntas y trabajan juntas. Son dos de las tres mujeres que actualmente emplea la citada mina de Boiro. Lo curioso es que ambas llegaron a ella cada una por su lado y por casualidad, después de dejar sus ocupaciones hace ya 17 años, en el caso de Manola, y 14 en el de Fátima.

Como la mayoría de las mujeres de la zona, Manola trabajaba en una conservera. Un poco aburrida de este trabajo, cuando le ofrecieron la posibilidad de ir a la mina, no se lo pensó dos veces. Una madrugada de 2005, al salir de trabajar de la fábrica con dos amigas, se planteó pedir trabajo en la mina. “Eran las tres de la mañana, estábamos muy cansadas del trabajo en cadena en la conservera, limpiando pescados contrarreloj en una línea, y suspirábamos por algo menos duro”, rememora Torrado.

A PESAR DE TRABAJAR EN UN MUNDO TRADICIONALMENTE MASCULINO, MANOLA Y FÁTIMA QUIEREN ROMPER UNA LANZA PARA PONER DE MANIFIESTO EL APORTE Y EL PAPEL DE LA MUJER EN TODA LA CADENA DE VALOR DEL PROCESO

Una de las amigas comentó que en el Grupo Nosa, una empresa familiar del mismo Boiro, buscaban palistas para la cantera de tratamiento de áridos. Con 34 años y dos hijos pequeños, allí se presentó, junto con sus amigas. Su futuro jefe les dijo que fueran por la cantera a echar un ojo y ver si les gustaba o no. Al poco tiempo, Manola ya estaba subida a una cargadora de ruedas y a sus amigas las destinaron a la zona de reciclaje. Jamás se había subido a una máquina, así que dijo abiertamente que no sabía manejar eso. “Si sabes andar en tractor, ya sabes manejar esto”, le dijo el jefe. Ella se había subido a un tractor mil veces desde pequeña. Ahora lleva 17 años manejando la cargadora y se ocupa de cargar dúmperes con esta máquina en la planta de reciclaje de Nosa. “No tenía ninguna formación, ni idea de cómo funcionaba, pero me enseñaron. No es complicado. Lo que más me costó fue perder el miedo, porque andas por sitios muy altos, miras para abajo y dices: «A ver si me voy a caer»”, explica Manola.

En la explotación de áridos
Por su parte, Fátima, casada con un marinero que pasa largas temporadas navegando, trabajaba repartiendo pan y estaba hastiada de su trabajo cuando se le presentó esta oportunidad, que no dudó en aceptar. “No entré por Manola; a mí me comentó un vecino que buscaban a gente para la mina y eso no estaba para nada en mi mente”, cuenta la más joven de las Torrado, iniciada tres años después que su hermana.

De inmediato se puso a manejar una excavadora y un dúmper para el transporte de estériles. “La retro me costó un poco, son 50 toneladas... Así que empecé en una más pequeña, pero ahora manejo lo que haga falta, y también martillos. La verdad es que todo el mundo se queda flipando al verme ahí subida”, cuenta, tras 14 años de experiencia en esta explotación a cielo a cielo.

A diferencia de su hermana, ella está en la zona de áridos. Empezó lavando arena, estuvo así durante un año, hasta que le propusieron aprender a mover la máquina. “Me motivó muchísimo poder hacerlo y acepté”, indica, y se puso a manejar una excavadora de cadenas.

“Estuve unos cuantos años en la máquina, y cuando fue lo de la crisis, que ya éramos pocos porque habían echado a gente, quedamos dos palistas, y con uno nos arreglábamos, así que me propusieron coger el camión, y ahora estoy con el camión y la excavadora. Va por días, en función de las necesidades, y hay veces que yo misma cargo el camión y lo manejo”, comenta Fátima. “Es todo cuestión de práctica; no es en absoluto un trabajo duro, y lo mejor es saber un poco de todo y así eres válido en cualquier posición”. Ella sabe incluso de explosivos, aunque de esta tarea se encarga ahora una empresa externa. “Era arriesgado, pero a mí me encantaba. El momento más complicado era el de la explosión. Tenías que medir muy bien la carga porque podían saltar las piedras muy lejos”.

El papel de la mujer en la mina
A pesar de trabajar en un mundo tradicionalmente masculino, Manola y Fátima quieren romper una lanza para poner de manifiesto el aporte y el papel de la mujer en toda la cadena de valor del proceso minero. “Si no hay más mujeres será porque no les apetece, porque en nuestra empresa no ponen ningún problema por ser mujer. Tenemos las mismas oportunidades, cobramos lo mismo, hacemos lo mismo... Alguna más hubo, pero se fueron. No porque se esté mal aquí”, indica Manola, que confiesa que a pesar de que pasó mucho miedo al principio, prefiere esta aventura a la de limpiar pescado.

Aseguran ambas que, aparte de tener la misma jornada y sueldo que sus compañeros varones, no hace falta fuerza física sino destreza y determinación para desarrollar su trabajo. Fátima señala que para ella lo peor son las condiciones meteorológicas. “Es un trabajo al aire libre, estás a la intemperie. Si hace mucho calor te tienes que aguantar, y si llueve, te mojas... Esto es lo más duro.

Ahora la gente que nos conoce ya sabe lo que hacemos, pero cuando conoces a alguien nuevo y le tienes que explicar en qué trabajas, y le dices: «Soy palista”, te dicen: «¿cómo vas a ser tú palista?”. Les extraña, no lo entienden muy bien. Todo el mundo piensa que es un trabajo durísimo y no es así, para nada. Esto choca mucho”, explica Manola.

Afirman que para manejar máquinas como las suyas no se necesita fuerza, pues se conducen como un coche. “Si se te rompe algo –advierte Fátima– y puedes solucionarlo, pues adelante. Los latiguillos es lo que más se suele romper; yo, si soy capaz de cambiarlo, lo hago, pero si está apretado y no me da la fuerza, pido ayuda. Viene el encargado o me manda un compañero”.

SEGÚN EL MINISTERIO PARA LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA Y EL RETO DEMOGRÁFICO, CON DATOS DE 2019, SOLO EL 8,53% DE LOS EMPLEADOS EN ESTE SECTOR SON MUJERES. LA PLATAFORMA «WOMEN IN MINING SPAIN» CIFRA TAMBIÉN EN TORNO AL 8% LA PRESENCIA DE MUJERES EN EL SECTOR DE LA MINERÍA EN ESPAÑA.

Precisamente, las dos quieren resaltar el buen trato que tienen con sus compañeros. Insisten en que no tienen ningún tipo de problema. “Ahora que estoy en la cargadora y trato con más gente de fuera que mi hermana –dice Manola–, a veces ven en la máquina a una chica y desconfían un poco. No todos, pero siempre hay alguno que te dice: «¿Esa máquina no es muy grande para ti?». Alguno así raro sí que hay, pero con nuestros compañeros no tenemos ningún problema, es más si necesitas que te ayuden por una cuestión de fuerza, lo hacen sin problema”.

Las hermanas Torrado trabajan a gusto en Nosa y aspiran a jubilarse subidas a sus respectivas máquinas.