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Actualidad

01 Noviembre 2020

Malos tiempos de aniversario

primitivo fajardoFelizmente alcanzamos con el actual los 75 números editados de OP MACHINERY (pág. 10), efeméride que quisiéramos celebrar si no fuera porque es retórica pura y un brindis al sol. A ver quién es el majo que tiene el cuerpo para festejos con la que está cayendo, cuando arrecia la pandemia –más de 60000 muertos–, cuando el cataclismo económico se nos viene encima y cuando el Gobierno bufo y demagogo que nos ha endosado el averno como castigo adicional al coronavirus –como si fuera poco– ha decidido arbitrar una censura de los medios como excusa para combatir lo que esta caterva totalitaria de embusteros, ignorantes y esgarramantas califica como desinformación. O sea, toda noticia que no aplauda sus patrañas será delito. El ágrafo dictadorzuelo de Moncloa, que es una mentira andante con patas de rucio, el personaje más cínico, lerdo, ruin y traidor que se haya visto en dos mil años, desde el beso de Judas en la Última cena, va a cargarse la libertad de expresión flambeando a quien su capricho neroniano señale. Pues que pruebe la autocombustión, que no hay quien le gane...

Me muerdo y me enveneno. Lo dije hace dos o tres editoriales, que esto me olía a chamusquina orwelliana (recuerden: el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado). Esta horda y sus dinamiteros bolivarianos, obsesionados con deflagrar la historia, acusan a la prensa de cercenar “su” verdad. Y justifican su pulsión absolutista buscando prender la mecha de la censura, a semejanza del franquismo más rancio, de tan “grato” recuerdo para los que “disfrutamos” de ella, aun de refilón. Lo conté en un foro. A mediados de los 70 ejercí de correveidile en la revista Carreteras, cuando la dirigía el grandísimo –en su doble acepción– José Luis Gutiérrez, Guti, y la editaba la Asociación Española de la Carretera, cuyo director general era Florentino Pérez.

Cada mes llevaba al Ministerio de Información y Turismo (hoy Defensa) los seis ejemplares a los que obligaba la censura previa (Art. 64, Ley 14/1966 de Prensa e Imprenta), que aunque vivíamos los estertores del régimen –acababa de espicharla el dictador–, estuvo vigente hasta 1981. Entregaba las revistas en el depósito, me visaban una como recibo y se debía esperar un día al dictamen censor o al silencio administrativo antes de distribuir la revista. Esto no ocurrió jamás porque antes de nada se enviaban los ejemplares a los kioscos de toda España y luego iba yo con el hatillo en mi Vespino a pasar la “censura previa”, que era una pose para sostener la falacia porque solo censuraban –o “secuestraban”– semanarios y periódicos de información política críticos con la ideología franquista. Para el resto, la censura por nimiedades se zanjaba con la imposición administrativa de sustanciosas sanciones económicas.

YA DIJE QUE ESTO ME OLÍA A CHAMUSQUINA ORWELLIANA. ESTA HORDA Y SUS DINAMITEROS BOLIVARIANOS, OBSESIONADOS POR DEFLAGRAR LA HISTORIA, ACUSAN A LA PRENSA DE CERCENAR «SU» VERDAD.

En la primavera de 1977, con el Guti ya en Diario16 y Florentino Pérez en el Ayuntamiento de Madrid, regida la revista por José Antonio Artero, cumplí con el ritual sacrificando en el ara censor los ejemplares del mes de mayo. A los pocos días llegó a la redacción una multa del Ministerio de 60000 pesetas, que hoy no es nada (360 euros) pero entonces era un pastizal. ¿Cuál fue el motivo?

Resulta que con la muerte de Franco llegó el destape a los cines y a las revistas, pero la autoridad, con su doble moral, hacía la vista gorda en unos casos y se escandalizaba en otros. Por un lado, la gran pantalla mostraba a las señoritas en pelota picada, pero en las publicaciones la cosa tenía otro miramiento por parte del funcionariado que aún velaba virtudes y costumbres. Para la portada y el reportaje principal de Carreteras posaron en cada número en plan sexy y con un coche actrices famosas como Carmen Sevilla, María José Cantudo, Charo López, Pilar Velázquez, Nadiuska, Susana Estrada, Ágatha Lys, etc., y otras menos conocidas que buscaban destacar en el mundo de la farándula. En las fotos, estas señoritas no presumían de palmito oreando sus glándulas mamarias, sino que mostraban su macizo volumen carnal escuetamente entelado, en unos casos, o privando de la vista solo lo mollar con repuestos automovilísticos, como ocurrió con María Luisa San José, que tapó con sendos cinturones de seguridad su sacrosanto templo y ambas manflas.

A lo que voy. La causa de la sanción fue la foto a toda página de una actriz de cuya parte inferior del biquini asomaba por arriba unos imperceptibles hilillos enmarañados enraizados en el monte de Venus. Entonces, las damas no acostumbraban a desollarse el fandango, como es moda hoy, sino que se respetaba la pilosa jungla triangular. Por tan nimia razón, ¡zas!, le cayó a la revista todo el peso de la censura. La multa se pagó y pelillos a la mar.

Es una simple anécdota que enfatiza el afán serviola del Estado sobre sus súbditos cuando impera el orden totalitario, que es lo que persigue hoy resucitando al Gran Hermano orwelliano este infame Gobierno populista que ha basado en la propaganda, la desin formación y la mentira toda su acción política. Además de la verdad pública quiere adueñarse de la publicada.

La libertad de expresión, opinión e información que encarna el periodismo independiente es un pilar fundamental de la democracia y está para denunciar los abusos del poder, no para que sea éste, hoy en manos de los depredadores frentepopulistas, quien censure a los medios. La prensa no ha de consentir tutelas gubernamentales porque su deber es fiscalizar a los poderes públicos del Estado. Para denunciar y castigar la mala praxis mediática están los tribunales de justicia.

Pero nos hallamos en el año uno de la pandemia, la era de Sanchinflas I el Liberticida. Y todo delirio es viable porque hasta el control de la justicia está en manos de su Stasi. Este trolas egregio va a fabular la pretérita historia de España y a censurar la crónica futura con su cuño letal: “d.S.” (después de Sanchinflas). Mala época de aniversario.


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