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Actualidad

23 Enero 2019

JCB vuela alto

Avión y helicóptero JCBNadie ignora lo que significan las siglas JCB y lo que hay detrás: una compañía familiar de dimensiones astronómicas por su categoría y volumen de negocio, uno de los primeros fabricantes de maquinaria del mundo. Tampoco quién fue su fundador, el ingeniero Joseph Cyril Bamford, que alcanzó fama por su carisma y su visión innovadora del negocio. Y el actual presidente, su hijo lord Anthony Bamford, que supo recoger dignamente el testigo que le dejó su progenitor y llevar a la compañía a ocupar los más elevados puestos del sector en el mundo de la maquinaria de obras públicas y construcción, agricultura e industria.

Los modestos orígenes de la empresa en 1945, en un chamizo de Uttoxeter, también son de dominio popular, así como las primeras ventas de remolques que realizó Joe Bamford soldando piezas de desecho del Ejército británico tras la II Guerra Mundial. Son tantos los hitos que a lo largo de siete décadas nos ha legado JCB que sería imposible siquiera relacionarlos en el escaso espacio de una revista. Sin embargo, serán muy pocos los que tengan referencia de una de las facetas más sorprendente de la marca, tan poco conocida como la cara oculta de la Luna: que JCB posee una compañía de aviación, JCB Group Aviation, fruto de la visión comercial de su fundador, que al comienzo se dedicó a reparar y vender aparatos de la guerra y más tarde utilizó la aviación como arma del márketing que llevaría a la compañía a conseguir fama y fortuna. Lord Anthony Bamford también siguió aquí sus pasos.

Esta es la historia aérea de JCB.

LORD Anthony Bamford es el presidente de JCB Aviation, una compañía perteneciente al fabricante británico de maquinaria, que tiene siempre en servicio un avión y un helicóptero dispuestos para cubrir distintas necesidades del grupo industrial propiedad de la familia Bamford. En la actualidad, cuenta con un jet G550 Gulfstream y dos helicópteros Sikorsky SK76C, con base de operaciones en el aeropuerto de Nottingham East Midlands, en el centro de Inglaterra, donde JCB tiene un hangar privado y una oficina de planificación de vuelos en la oficina central de Rocester, con dos pilotos fijos para el jet, otros dos para el helicóptero y dos ingenieros como personal de tierra. El código de vuelo de los pilotos o clave aeronáutica es conocido por los controladores aéreos de Europa como “JCB One”.

“Exporter” fue el primer avión que adquirió el fundador Joe Bamford, un bimotor De Havilland Dove DH 104, matriculado G-ARJB, que estuvo en servicio desde 1960 a 1968 y fue sustituido por el Exporter I, otro De Havilland Dove DH 104, matrícula G-APVX, en activo de 1969 a 1971. La denominación de los sucesivos aviones ha persistido hasta la actualidad y en orden nominal.

Tras los dos primeros aviones De Havilland pasaron por la compañía modelos tan significativos como el Exporter IV, un bimotor Britten Norman Islander, que estuvo funcionado dos años, 1973 y 1974. Le siguió un Beechcraft Kingair A100, que estuvo operativo de 1973 a 1976; el Hawker 125-800, Exporter IX, del que se usaron 7 unidades entre 1970 y 1997; el Dassault Falcon 2000, Exporter XI, tres modelos entre 1996 y 2003; y el Gulfstream G550 Exporter XVII, el último de la saga, por ahora, del que se han usado tres unidades desde el año 2003 al día de hoy.

En cuanto a los helicópteros, con tres modelos principales ha funcionado JCB en su trayectoria empresarial desde los años 70 del pasado siglo, empezando por el Bell 206L3 Long Ranger, del que se utilizaron dos modelos entre 1978 y 1990. Le siguió el Augusta A109 Mk2, con tres modelos desde 1985 a 1998. Y finalmente, el Sikorsky SK76C, seis unidades desde 1995 a 2012.

Los orígenes de JCB Aviation

El origen del sustantivo Exporter con que se nombran los consecutivos modelos proviene de un concurso organizado por Joe Bamford entre los empleados de la fábrica para bautizar el primer avión que llegó a la compañía en 1960. El premio de 6 libras se lo llevó el joven Enid Lee, que con 19 años participó con una propuesta centrada en el nombre “Explorer”. Bamford, que ya tenía decidido que el nombre sería “Exporter”, concedió el premio al muchacho y le invitó a volar en el avión en un viaje de negocios.

El primer comandante del Exporter fue el capitán Mike Sutton, antiguo piloto de pruebas de la compañía De Havilland, que se recorrió Europa entera en aquellos primeros años 60 trayendo y llevando clientes del continente al Reino Unido y viceversa, actividad que no ha parado desde entonces, siendo numerosos los pilotos de aeronaves, tanto de ala fija como de rotor, que han pasado por JCB, siendo considerados por la gerencia como auténticos embajadores de la compañía y siempre han procurado estar al día de los productos señeros salidos de fábrica a fin de mantener con los clientes conversaciones interesantes sobre las máquinas.

Joseph Cyril Bamford fue un hombre inteligente y esforzado, innovador y habilidoso ingeniero y pionero en todas las iniciativas que emprendió a partir de la fundación de su propia empresa en 1945, el 23 de octubre, precisamente el día que nació su primer vástago, el hoy presidente de la firma lord Anthony Bamford, llegando a convertirse en una leyenda viva por derecho propio. Hasta el punto de que sus iniciales aparecen en los diccionarios Oxford y Collins y la marca JCB figura también en la prestigiosa Enciclopedia Británica. No es para menos porque el gran hito de Joe Bamford, nombrado en 1968 Caballero del Imperio Británico, fue nada menos que inventar la retrocargadora, que en nuestro sector fue como inventar el fuego.

demolicion en formaExporter” junto a Cadillac Fleetwood de 1960

Joe Bamford fue un visionario y tuvo claro desde el primer momento que para que su empresa funcionara debía tener beneficios para mantenerse y crecer, y que tener ganancias en la venta de un producto exigía una gran dosis de márketing, aparte de la excelencia en ingeniería y una constante innovación. En ello se empeñó poniendo la marca por delante de todo y superando todos los retos que le fueron saliendo al paso. El éxito no se hizo esperar. La historia del fundador de JCB se fundamenta en su visión emprendedora, en saber rodearse de las personas adecuadas y en el esfuerzo personal por hacer brillar esas siglas y llevarlas a un futuro más que prometedor, un futuro que a la hora de retirarse –el 31 de diciembre de 1975– dejó, con el mismo acierto que presidió todas sus decisiones, en manos de su primogénito Anthony, quien no solo recogió el testigo paterno con ganas e ilusión sino que lanzó la empresa a niveles que su propio padre –así lo reconoció Joe Bamford– nunca hubiera imaginado, y de lo que fue testigo desde su retiro en Mallorca hasta que falleció en Londres el 1 de marzo de 2001, a la edad de 84 años (había nacido el 21 de junio de 1916 en Uttoxeter, Staffordshire). El Financial Times recogió la noticia refiriéndose a él como “un genio de la ingeniería y un visionario del márketing”. Lamentablemente no pudo llegar a ver cómo su empresa celebró en el mes de mayo de 2013 la fabricación de la máquina 1 millón y, en noviembre del mismo año, su hijo y presidente sir Anthony Bamford ocupó un asiento en la Cámara de los Lores.

Licencia de piloto

En los inicios, Joe Bamford, o Mr. JCB como llegó a ser mundialmente conocido y cuyas iniciales se convirtieron en sinónimo de retrocargadora, fabricó remolques agrícolas gracias a sus experimentos con la hidráulica y con materiales de desecho de la II Guerra Mundial, en la que participó cuando fue llamado a filas en 1941 enrolado en la RAF, las fuerzas aéreas, donde aprendió a soldar para ayudar en la tarea de fabricar aviones. Después de licenciado entraría de lleno en la producción de máquinas para obras a partir de los propios tractores agrícolas. En aquella época, el pionero tuvo una intuición y, fuera por su atracción natural hacia los aviones tras su participación en la II Guerra Mundial, o porque vio el negocio con claridad meridiana, obtuvo la licencia de piloto en 1948 y se dedicó a comprar y restaurar aviones para su posterior venta, siendo todos los beneficios obtenidos en esta actividad destinados al incipiente negocio de la fabricación de maquinaria.

Su inventiva le llevó a buscar formas y adelantos técnicos con los que aminorar la pesada carga del trabajo manual en los tajos, logrando aplicaciones que acabaron formando parte de los equipos que producía, como ocurrió en 1953 al utilizar por primera vez los cilindros de doble acción para incorporar un brazo excavador a la Mk1, una máquina que había fabricado con notable éxito como cargadora hidráulica cinco años antes, que registró notables ventas en Gran Bretaña y después en Europa. Fue el invento de la mixta o retrocargadora a este lado del Atlántico.

Al empezar a exportar sus máquinas y considerando su aislamiento en el centro de Inglaterra y su alejamiento del viejo continente, Bamford supo que sería fundamental la aviación aplicada a su negocio de venta de equipos y, sin pensarlo dos veces, adquirió en 1960 un avión Dove DH 104 a la casa De Havilland, que comenzó a operar en 1961, y a continuación, como complemento, compró una enorme limusina Cadillac Fleetwood para trasladar a los clientes, pues poseía las mismas plazas que la aeronave. Encargó su conducción al trabajador de la fábrica Denis Bettany, el primer chófer uniformado que tuvo la compañía.

Reyes del márketing

Desde ese momento, con la fundación de la firma JCB Aviation, el avión ha venido desempeñando un papel fundamental en las actividades de venta de la marca británica transportando clientes del continente a las fábricas y devolviéndolos a las principales capitales europeas, a donde diariamente se desplaza. También ha viajado por todo el mundo, siendo frecuentes sus viajes regulares a los Estados Unidos, ya que JCB tiene una planta en Savannah (Georgia), a China y a Japón, y ha volado infinidad de veces a India, a la fábrica de Jaipur, y a la de Brasil, en la ciudad de Sorocaba. La incorporación del helicóptero, casi al principio de la aventura aérea de JCB, vino a complementar la cobertura de las fábricas en trayectos cortos en el interior del Reino Unido al poder aterrizar en medio del campo y tener su propio helipuerto en la misma puerta del complejo industrial y cuartel general de JCB en la localidad de Rocester.

Las ventajas del sistema son innumerables para el negocio, pero fundamentalmente las aeronaves hacen posible acortar la distancia y el tiempo de viaje a las fábricas, que se encuentran en lugares idílicos de la campiña inglesa, sobre todo Rocester, en la zona rural de Staffordshire, pero de más dificultoso acceso que otras zonas comerciales o industriales. Los aviones y helicópteros de JCB permiten que un cliente sea recogido por la mañana en cualquier punto de Europa, pase el día en la fábrica realizando la visita específica programada y viendo a los responsables precisos y luego regrese para estar en casa por la noche. Miel sobre hojuelas. El ahorro de tiempo y la eficacia de cara al negocio cuando las distancias son tan grandes son fundamentales en estos tiempos y debía serlo más aún en los años 60, 70 y 80 con los sistemas de transporte de la época.

Joseph Cyril Bamford, el genio fundador de JCB, con su carné de piloto en la mano, supo ver las ventajas comerciales que la aviación tendría para su negocio y las aplicó en las misiones de ventas y exportación.

Se inició en el mundo de la aviación por el potencial que tenía para expandir su negocio de maquinaria, y fue depositario de tal filosofía su hijo lord Anthony Bamford, que perpetuó la fórmula para beneficio de la gran compañía que entre ambos, sucesivamente, llevaron a lo más alto del empresariado británico y mundial.

Son ellos, sin duda, los impulsores de la aviación privada en el Reino Unido y los reyes del márketing en nuestro sector, haciendo de JCB una marca de altos vuelos, que muy pronto cumplirá su 75º aniversario.


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