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Esencia indómita de Bobcat
Felinos y máquinas en el «Día Internacional del Gato».
El pasado 8 de agosto fue el Día Internacional del Gato y hemos querido aprovechar la ocasión para hacer un diminuto guiño, un merecido homenaje al felino doméstico y, en una conexión inesperada, a la marca de nuestro sector que encarna en su logotipo el símbolo de este mamífero en el mundo de las obras, Bobcat. Si bien, en stricto sensu, el gato representado por Bobcat es un lince norteamericano (Lynx rufus), conocido por su fuerza, agilidad y destreza.
Así pues, cada 8 de agosto celebramos a los gatos que ronronean en nuestros regazos o deambulan cimarrones por las calles y los campos, pero podemos celebrar también ese sutil eco en el mundo de la ingeniería. Debemos recordar que la belleza y la ferocidad pueden coexistir, ya sea en la forma de un gato que se desliza por una obra o un jardín o en la potencia de una máquina que los moldea.
Bobcat, pulsión felina
En el vasto mundo de la maquinaria, donde los motores rugen con fuerza, se da una circunstancia especial, se registra un eco sutil que une las cualidades del acero con la gracia del pelaje moteado. Es la conexión entre el gato, criatura de misterio y sigilo, y Bobcat, máquina icónica de potencia y eficiencia, de ruedas y orugas. No es una simple coincidencia que ambas compartan nombre. La Bobcat, con su chasis compacto y su agilidad para maniobrar en espacios reducidos, encarna una destreza casi felina. Sus movimientos son precisos y poderosos, capaz de transformar la tierra con sus garras y la misma determinación con la que un gato, un cazador nato, acecha a su presa.
Y sin embargo, más allá del nombre y la habilidad, hay una profunda esencia compartida: la independencia. El gato, de hábitos nocturnos, con su mirada bella, misteriosa e impenetrable, dueño de una gracia y elegancia innatas y un espíritu indomable, es el señor de su propio mundo. La Bobcat, por su parte, encarna un espíritu de trabajo incansable, una herramienta que se maneja con la confianza de quien sabe que está al mando. Ambas son extensiones de una voluntad indómita, las del fabricante y el operador y la del depredador salvaje.
BOBCAT ENCARNA UN ESPÍRITU DE TRABAJO INCANSABLE, UNA HERRAMIENTA QUE SE MANEJA CON LA CONFIANZA DE QUIEN ESTÁ AL MANDO.
Sueño de la ingeniería
En la quietud de la noche, bajo la luz de la luna, podemos imaginar una Bobcat estacionada en un campo o en una obra, sus brazos de acero en reposo, mientras un gato se desliza por los alrededores como una sombra que acecha. Uno es el sueño de la ingeniería, la conquista del terreno; el otro es la naturaleza salvaje que domina el territorio en su forma más pura. Es el milagro de la perpetua danza de la vida.
Son dos caras de la misma moneda, dos expresiones del mismo espíritu indomable que anida en el corazón del mundo. Es como si la máquina, esencia de lo material, con su fuerza y eficiencia, rindiera tributo a la naturaleza salvaje que a menudo reside en el corazón de nuestras mascotas. Uno nos recuerda que podemos moldear nuestro entorno; el otro, que siempre habrá un lugar para el misterio, la belleza y la gracia.
Y en esa dualidad, en el eco de ese nombre compartido, encontramos unos versos silenciosos que unen la naturaleza con la tecnología, que inspiran la ingeniería, que nos conectan con algo más grande, algo más salvaje, algo que a pesar de todo el ruido y el movimiento sigue siendo maravillosamente libre.
Los orígenes de Bobcat
EL nombre de Bobcat tiene sus raíces en 1947 en la localidad estadounidense de Gwinner (Dakota del Norte), cuando el hijo de unos emigrantes noruegos, Edward Gideon Melroe, comenzó a fabricar un recogedor de gavillas, un implemento cosechador de grano que ya había empezado a desarrollar en los años 20. En 1955, al morir E. G. Melroe, sus hijos Lester, Clifford, Roger e Irving se hicieron cargo del negocio y contactaron con dos hermanos de Minnesota, Cyril y Louis Keller, que habían fabricado una cargadora autopropulsada de tres ruedas que podía girar 360° dentro de su propia longitud, a la que llamaron Keller Loader. Había sido diseñada para Eddie Velo, un granjero de pavos, para limpiar sus establos. Era el nacimiento de las cargadoras compactas, que verían la luz en 1959, cuando los Melroe contrataron a los Keller para que desarrollasen una máquina mayor, la M-200. Fue un socio de los Melroe quien sugirió en 1962 llamar Bobcat a la cargadora en honor a los linces de la pradera, que son duros, rápidos y ágiles. Así nació como marca el nombre Bobcat y la primera cargadora que lo llevó fue la M-440.