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Escribo estas líneas recién llegado del califato y aún no se me ha borrado de la jeta la sonrisa luminosa que me dejó la estancia, durante dos intensos días, en el VII Congreso Nacional de Áridos, organizado por la Federación de Áridos (FdA) en Córdoba, convertida en símbolo de un sector más vivo, unido y comprometido que nunca. No en vano, Andalucía lidera el empleo en la industria de los áridos, con casi quinientas explotaciones activas que trabajan al unísono demostrando que la herencia del oficio y el respeto al entorno –tradición y sostenibilidad– pueden convivir, avanzar y prosperar juntas. Han sido dos días de finales de octubre con miles de miradas proyectadas hacia el porvenir. ¡Qué congreso tan admirable, tan multitudinario! Más de 1100 inscritos, muchos llegados de allende las fronteras, seis salas funcionando a la vez todo el día y una exposición comercial con 60 empresas mostrando su ingenio tecnológico. Las sesiones técnicas han sido ponencias de altura, los conferenciantes de nivel, los coloquios vibrantes y el público ávido de savia nueva, deseoso de absorber conocimiento sobre los grandes retos que marcan la nueva era de los áridos, la materia objeto de debate.
En el Centro de Exposiciones, Ferias y Congresos de Córdoba sentimos que la humildad de los áridos no es tal, sino el fundamento silencioso de la civilización moderna. Sin los áridos no existirían carreteras, hospitales, puertos, viviendas ni energías renovables –ya se sabe, los áridos están en todas partes–, y sin una minería responsable y sostenible, tampoco habría futuro posible. Lo confirmamos en las innumerables mesas redondas que abordaron los desafíos del sector: transición energética, economía circular, digitalización, seguridad laboral, medio ambiente, etc. Se habló de innovación, calidad, competitividad y comunicación, porque aunque este sector produce el material más básico de la vida moderna –cada español consume unas nueve toneladas al año, auténtico pulso del progreso nacional–, aún debe hacer entender a la sociedad que su labor es sinónimo de futuro sostenible. Como recordó Alberto Novoa, presidente de la FdA: “Somos un sector neutro en huella de carbono, que ha protagonizado una revolución silenciosa en rehabilitación ambiental e innovación tecnológica”. Bien cierto es, aunque fuera de nuestro ámbito eso no lo sabe casi nadie.
LOS ÁRIDOS SON SÍMBOLO DE PERSEVERANCIA, ESTABILIDAD Y FUTURO, LA FUSIÓN DE LA TIERRA CON EL ESFUERZO HUMANO. EN TIEMPOS INCIERTOS, CUANDO LA SOSTENIBILIDAD PARECE UN SUEÑO DISTANTE, ESTE SECTOR DEMUESTRA QUE ES POSIBLE CRECER CUIDANDO, PRODUCIR RESTAURANDO Y AVANZAR SIN DESTRUIR.
Quizá por ello, el lema que presidió el congreso –Áridos 2025: esenciales y estratégicos para el desarrollo sostenible– no era una frase hecha, sino una declaración de principios, un recordatorio de que prosperidad y sostenibilidad deben caminar de la mano. La magnitud institucional del encuentro reafirmó la relevancia del sector, subrayando la necesidad de que empresas, asociaciones y administraciones, tanto las autonómicas como la estatal, trabajen juntas para lograr un desarrollo minero equilibrado de verdad.
El congreso fue un espacio de diálogo y entendimiento con la Administración, con una mesa sectorial donde los responsables mineros de las diecisiete comunidades coincidieron en un mensaje común: la simplificación administrativa es imprescindible para avanzar. No hay industria verde ni moderna si los trámites se eternizan y las inversiones se paralizan por la burocracia. Como subrayó César Luaces, director general de la FdA, de Anefa y de Primigea: “La mejora continua exige cooperación real entre la Administración y el sector”. En sus palabras se resumió el espíritu del encuentro: “Llegamos al final del VII congreso con la satisfacción del deber cumplido. Somos un sector maduro, capaz y orgulloso de su papel esencial. Lo que nos une es una visión clara: un futuro más sostenible, innovador y competitivo”.
Del encuentro salimos con un decálogo de compromisos que no debe quedarse en el papel. Se rea firmó que la industria de los áridos es vertebradora del territorio y garante de la calidad de vida, que necesita acceso sostenible a los recursos, seguridad jurídica y una Administración ágil. Se apostó por la innovación, la digitalización y la economía circular como motores de futuro, y por una minería responsable que devuelva a la naturaleza parte de lo que antes le arrebató.
Se evidenció también que es un sector solidario, con rostro humano, comprometido con la educación, la igualdad y la inclusión. Y, sobre todo, se reafirmó en su razón de ser, que trasciende la producción: formar parte del tejido que sostiene la sociedad, los pilares materiales del progreso colectivo. Los áridos no son sólo materia inerte sino símbolo de perseverancia, estabilidad y futuro, la fusión de la tierra con el esfuerzo humano. En tiempos inciertos, cuando la sostenibilidad parece un sueño distante, este sector está demostrando que es posible crecer cuidando, producir restaurando y avanzar sin destruir.
Este congreso no ha sido una meta, sino un punto de partida. Un recordatorio de que España necesita una industria fuerte, moderna y sostenible; una industria que, desde la base –desde la piedra y la arena–, siga construyendo país. Todos juntos, innovando, dialogando, levantando el futuro con las manos y con la conciencia. Porque los áridos no sólo construyen infraestructuras: construyen sociedad, construyen país, construyen esperanza. En este VII congreso de la FdA salimos todos con una sonrisa de triunfo, con la certeza de que una minería del siglo XXI sostenible y basada en el conocimiento y las buenas acciones ya está en marcha.









