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Actualidad

28 Febrero 2023

Fiasco Ferroviario

primitivo fajardoLas chapuzas de este Gobierno de analfabetos, ecologetas y robaperas no las supera ni Pepe Gotera y Otilio. A las leyes demenciales, laberínticas y catastróficas que están pariendo por el artículo treintaitrés para dañar a toda la sociedad con los desastres de sus devaneos ideológicos se une ahora el cachondeo de los trenes que no caben en los túneles en la cornisa cantábrica, un fiasco ferroviario de los que hacen época. Nada menos que 258 millones de euros de presupuesto en el limbo. Pero, qué le importa eso al Ejecutivo más parásito, derrochador y corruto –Pepiño dixi y pitxi– de la historia de España... Minucias. Para recochineo saltan la ignota ministra de cuota, la de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y el Secretario General de Infraestructuras, y dicen que sí pero no, que la cosa es así pero no se han gastado ni un euro del erario público en esta chapuza descomunal. Tiran balones fuera y aseguran que los créditos del BEI (Banco Europeo de Inversiones), acordados con Renfe en julio de 2019, no corren peligro. Un préstamo de 150 millones de la financiación comunitaria para la compra de los 31 trenes para renovar la flota de cercanías y media distancia –21 para Cantabria y 10 para Asturias, 26 eléctricos y 5 híbridos–, que va a ser revisado en cuanto a plazos por la autoridad europea porque estaban condicionados a su puesta en marcha para finales de 2024.

¿Quién es el culpable de este ridículo espantoso? Pues cualquiera menos los responsables políticos, que nunca tienen nada que ver, ni por los perjuicios que el retraso de tres años en la entrega de los convoyes de cercanías va a causar. Ojo, que hace dos años ya se sabía que los trenes no encajaban en las vías.

Total, tampoco tiene mayor importancia que alguien se equivoque –Renfe, Adif, la Agencia estatal de seguridad ferroviaria– al dar al fabricante CAF las medidas del encargo de los trenes y olvide señalar que sobrepasarían el gálibo porque aún quedan túneles de vía estrecha del siglo XIX. Tiene bemoles.

Es lo que pasa cuando se enchufa en puestos de ringorrango a amiguetes sin experiencia ni profesionalidad, que sin saber hacer la “o” con un canuto han sido elevados a suprema autoridad de organismos públicos convertidos por la vesania progre en chiringuitos. Y como es habitual nadie dimite, menos aún la ministra, que se enteró casi por la prensa –lo cual es aún peor–, pero ofrece cabezas de turco para justificarse. Primero puso en la picota a dos funcionarios a punto de jubilarse, y cuando la cosa electoral de mayo se ponía de uñas para los presidentes autonómicos afectados –no olvidemos que los túneles están en predios socialistas–, se dedicó a la caza mayor cercenando el gañote de dos piezas de relumbrón, el presidente de Renfe –que ya fue protagonista del bochorno del falso Ave a Extremadura– y la Secretaria de Estado de Transportes, obligados a “dimitir”.

ESTA NEGLIGENCIA DE OCULTAR DOS AÑOS LO DE LOS TRENES ES UNA MUESTRA MÁS DE LA DEGRADACIÓN DE LA POLÍTICA Y DEL CAOS EN QUE HA SUMIDO AL PAÍS EL PAYASO QUE TENEMOS DE PRESIDENTE.

¡Un mes después! Lo que evidencia lo que tardan los filibusteros en negociar quién ha de saltar a los tiburones desde la tabla para conjurar la rebelión a bordo porque solo con los pellizquitos de monja que los gerifaltes autonómicos le habían dado al caudillo monclovita no bastaba. Se han visto obligados a levantar la voz pero sin molestar mucho, que bastante tiene Sanchinflas con sacrificar su ocio en el Falcon planeando su retórica doctrinal y los encuentros populistas para los selfis que le harán pasar a la historia, como el del Tito Berni, sociata, fullero, mafioso, putero, yonqui y cleptómano. Si esto llega a ocurrir con otro sesgo político, los túneles y las calles serían piras con los parias de pancarta y banderita republicana, 20 euros y bocata de chóped señalando como terroristas a los responsables.

Esta negligencia de ocultar dos años lo de los trenes es una muestra más de la degradación de la política y del caos en que ha sumido al país el payaso que tenemos de presidente, un tío ridículo que podría firmar otra tesis falsa con la antología de su burricie, su incompetencia y sus disparates, y otro manual de resistencia, pero a la cordura y el sentido común. Gracias a él nos come la inflación y los precios, ya no es delito la zoofilia ni la pederastia –casi ni la violación–, ni dar golpes de estado o malversar fondos públicos, hacer apología del terrorismo o quemar la enseña nacional, ni denunciar en falso a tu pareja, si es hombre. Pero, ojo con llamarle gordo a un obeso, maciza a una señorita de buen tiento, disuadir a tu hija adolescente de que aborte o a tu hijo atolondrado de que se rebane la pilila, andar en coche sin la visa de la Agenda 2030, comer carne, sacar al perro sin abriguito o matar una rata... que acabas en la trena.

Los que apenas han leído ni trabajado ni cotizado nunca fuera de lo público, y ganan un pastizal a costa del erario común, son los que te obligan a hacer un curso para tener mascota. A esto hemos llegado con el espantajo de Sanchinflas, sus perroflautas y otros Torrentes que mancillan el Consejo de Ministros y el Congreso, convertido en D’Ángelo al sórdido estilo Roldán.

Ni el sector ferroviario, que era uno de los escasos elementos de cohesión nacional que sobrevivía a la fragmentación del Estado por parte de la estulticia progre, se salva del desastre de estos tontos a las tres que solo andan listos para repartirse los caudales públicos. Desde que las termitas gobiernan, una cosa como el Ave, que funcionaba de maravilla, ha dejado de ser rentable y se ha convertido en un calvario para sus usuarios, con retrasos, averías y deficiencias continuas.

Los grandes enemigos de lo público, por su demostrada incapacidad legislativa y administrativa, son los políticos que gestionan lo público: inoperantes, arbitrarios y derrochones. Tienen la extraña pericia –sobre su perversa mala idea– de fundir lo que tocan. Lo de los trenes es muestra de la incompetencia del Gobierno para gestionar nada.


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