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Estamos viviendo en nuestra España invertebrada lo inaudito por las gracias del payaso psicópata que nos gobierna, que dice estar enamorado de su señora, la Barbie cleptómana, a la que han pillado lucrándose y él pretende blanquear con sus falsas y sorprendentes declaraciones públicas de amor, como si eso fuera argumento sobrado para librar del delito de corrupción y tráfico de influencias a la enamorada. Los amantes de Teruel, tonta ella, tonto él, están que se suben por las paredes porque a la señora del psicópata la han pillado ejercitándose en su principal virtud como emprendedora: usar la influencia del enamorado, casualmente Presidente del Gobierno, para captar millones de euros de fondos europeos y contratos públicos de la Administración del Estado para dárselos a empresas privadas de amiguetes que a su vez le financiaban a ella proyectos en África –no se sabe de qué– y cursos para lucirse de “catedrática” en la universidad, supongo que para quitarse el complejo de analfaburra por no haber estudiado cuando pudo, que tonta no parece.
Dos fraudes a la vez y un negocio redondo gracias al tráfico de influencias ejercido desde el Consejo de Ministros. Si esta colusión de intereses no es corrupción... Creíamos haberlo visto todo, menos que un presidente del gobierno se convirtiera en delincuente consorte y aquí no pasara nada. O que un partido que desde las cloacas del Estado desprende un insoportable hedor a corrupción y a degradación moral siga siendo votado por la gente. ¿Qué le pasa al personal? Los que trincan paguita y los recalcitrantes ideológicos, vale. Pero ¿y el resto, no les importa caer en el despeñadero al que nos arrastra este mierdecilla?
Encima del oprobio, tenemos que aguantar al payaso atacando la ecuanimidad de los jueces mediante la siniestra difusión del relato del lawfare sólo porque investigan a la Barbie imputada por cometer presuntos delitos con evidentes indicios de criminalidad. Y, además, ver cómo la saca en procesión sobre peana en sus mítines, como virgen reclamo de lluvia electoral. ¡Qué nivel, presumir de tener al malhechor en casa y exhibirlo como trofeo de caza! Eso, tras dirigir a la ciudadanía –esa masa descomunal y abstracta de carne de cañón que sólo sirve para votar y pagar– unas estupefacientes epístolas de San Tontolaba a los Idiocios que resultan cursis y patéticas por la indigencia intelectual, el nulo discernimiento y la carencia de moral, escrúpulos y vergüenza del abajo firmante.
Ya sabemos que la corrupción en este país es estructural, inherente a la condición política, y transversal por cuanto afecta a todos los partidos que gobiernan, pero el grado alcanzado en España con este napoleoncito no lo habíamos visto nunca, ni en la dictadura ni en la democracia, ni en las películas ni en nuestras peores pesadillas.
EL PSICÓPATA POPULISTA QUE VENÍA A REGENERAR LA POLÍTICA Y A ACABAR CON LA CORRUPCIÓN, ESTÁ REGENERANDO LA CORRUPCIÓN Y ACABANDO CON LA POLÍTICA AL SUPRIMIR LOS CONTROLES DEL ESTADO DEMOCRÁTICO PARA PERPETUARSE.
Tenemos como presidente a un furibundo comunista de manual, que ha ocupado el puesto del Coletas rata en el Grupo de Puebla, aliado con la crema de la delincuencia patria: su familia y los mindundis del partido que gastan lo que roban en prostitución y drogas, más las bandas de los asesinos vascos y el golpismo cataláunico, más los perroflautas talibanes del casoplón y los bolivarianos de naftalina. ¿Qué puede salir mal?
Su apuesta clara por la maldad es muestra de la escolopendra de odio, egoísmo y ambición que le corroe la molondra, con la que alimenta el muro entre españoles sólo por interés personal y sectarismo ideológico. Con ello destroza nuestra sociedad y los valores de convivencia y hermandad, nuestras libertades, derechos e igualdad. A base de mentiras y engaños, asumiendo el relato de los filoetarras y los separatistas contra la Transición, la Corona y la Constitución, se está cepillando el sistema democrático que nos dimos en el 78. El caracartón monclovita, y los descerebrados que le votan sabiendo todo esto, nos han metido en una deriva espeluznante.
De la que tampoco escapa el psicópata, sitiado por la corrupción que venía a combatir y de la que ahora es adalid gracias a la Barbie saqueadora, a su hermano el soplagaitas –es que es músico–, sospechoso de enriquecimiento ilícito y fraude fiscal, un lumbreras con un talento superior para multiplicar su patrimonio con un salario casi mileurista (y dicen que los milagros no existen), con los casos Delcy, Koldo, Tito Berni, mascarillas... y la amnistía de la banda golpista periférica y centrífuga, esa merienda de racistas para quienes el chulángano ha aprobado una ley a medida que les indulta la traición, el robo y el terrorismo, lo que supone el sometimiento del poder judicial a su capricho político con claro fraccionamiento del principio de la división de poderes. Todo a cambio de que le mantengan el tafanario asido al sillón del Falcon y el Superpuma sólo un minuto más.
Tanta bulla aja la tez de cartón piedra del sátrapa, que arremete histérico contra quienes, con la veracidad de los hechos demostrados, osan mancillar el nombre de la Barbie pilla-pilla: jueces y prensa libre. El psicópata populista que venía a regenerar la política y a acabar con la corrupción, está regenerando la corrupción y acabando con la política al suprimir los controles del estado democrático para perpetuarse en el poder y librarse del trullo.
Siempre digo lo mismo –la expresión de un deseo–, pero hay que insistir. Espero que este ejemplar de despojo homínido –con permiso del Bobo solemne, que anda a la par–, lo peor que ha podido parir la especie en su transición desde el paramecio al nudibranquio y del primate al homo sapiens, o sea, este sinvergüenza mentiroso, cobarde, cruel, traidor y desquiciado, acabe pronto sentado en el banquillo. Si hay justicia, así ha de ser. Amén.