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Actualidad

01 Febrero 2022

Liberalismo amenazado

primitivo fajardoTrae tanta sustancia la actualidad que no sabe uno dónde hincar el incisivo. A punto estaba de abordar el asunto de las elecciones en Castilla y León porque han demostrado el fracaso de la nueva política y el triunfo del populismo con la irrupción de los partidos ruralistas, nacionalistas de ombligo y boina que van a poner a su pueblo en el mapa por la vía de la extorsión, bien aprendida de los nacionalismos vasco y catalán, que tan pingües beneficios les ha traído siempre con los gobiernos centrales. Menos mal que los de Soria no tienen lengua vernácula propia... Aunque son capaces de inventársela como subterfugio para la subvención.

Otro tema candente para explayarse hubiera sido el desmembramiento de la derecha de este país a causa del cutre espionaje de dos tontos muy tontos de la cúpula a su principal activo regional.

Sin embargo, todo ha quedado eclipsado por algo mucho más preocupante, que nos tiene en un sinvivir: la invasión bélica en Ucrania por las tropas de Vladimiro, el zar de todas las Rusias, que con sus ínfulas imperialistas se está anexionando el país vecino. ¿Pero, por qué este alondra –vulgo albañil– tiene la pulsión de volver a las andadas? ¿Será por las reservas de carbón, uranio, titanio, mercurio, manganeso, mineral de hierro, acero, esquisto, e incluso petróleo, de Ucrania? No, porque Rusia tiene más de todo. ¿Por su capacidad agrícola y de exportación de girasol, cebada, centeno, maíz, patatas, trigo, huevos, queso, abejas...? Qué va, es mucho más ambicioso el plan: retomar la senda comunista de subvertir el orden internacional para cepillarse la hegemonía liberal del mundo occidental y ponernos a los europeos a recolectar gamusinos en los gulags de Siberia, puesto que nuestro relativismo moral, el hedonismo y los papanatas progres nos han hundido en la indefensión absoluta.

Esto me lleva de vuelta a casa porque esta pertinaz obsesión de un nuevo orden mundial está plasmada entre líneas en la Agenda 2030, de la que tanto presume Sanchinflas con su sonrisita de enfermo mental segregando baba. El dictadorcito está valorando si adelantar las elecciones generales aprovechando que se ha quedado solo en el páramo que previamente ha desarbolado para que nada le haga sombra. Lo ha negado, pero como miente más que respira ojalá las convoque y se lleve la sorpresa. Nos quitaríamos de encima al payaso que lo está destrozando todo; de lo contrario, nos espera un par de añitos de chupa pan y moja, de acoso extremo, bochornoso, irrespirable por parte de la hinchada progre condenando “los pactos de las derechas”.

EL PROGRESISMO HA HECHO CREER A TODO EL MUNDO QUE SI SE ASPIRA A UNA VIDA MEJOR... SE ESTÁ EN EL BANDO EQUIVOCADO, SE ES MUY MALO Y UN FACHA IRREDENTO.

A ellos les parece chachipiruli que Sanchinflas pacte con terroristas de antaño y hogaño, con nacionalistas de todo pelaje, infames populistas y golpistas cataláunicos; se enorgullecen incluso. Pero, cielos, el horror es una alianza de cayetanos.

Con su discurso simplón, el progresismo regresista ha hecho creer a todo el mundo que si se aspira a la unidad de la nación, a que funcione el imperio de la ley, a gozar de libertad, a la igualdad de oportunidades, a que se respete la propiedad privada, al derecho a pensar por sí mismo, a la estabilidad social y laboral y a que los niños puedan estudiar en español... o sea, si se aspira a una vida mejor... se está en el bando equivocado, se es muy malo y un facha irredento. Da igual que lo indiquen el sentido común y las buenas maneras porque es lo que queremos todos por el bien común, al margen de ideologías, sectarismos y demagogias políticas. Pero, ¡ay, amigo!, la cultura progre carcome las mentes débiles con consignas y manipulaciones e impulsa la fragmentación ideológica y territorial porque de ella saca tajada. Cualquiera con sentido común –tan poco habitual– quiere una sociedad pacífica de hombres libres e iguales y un sistema económico basado en el reconocimiento y la protección de los derechos individuales a la vida y a la libertad, que respete la unidad de la nación y defienda la integridad de las fronteras, dentro de un marco social ordenado y regido por la voluntad general bajo normas pactadas.

Eso viene a ser el liberalismo, aunque el término –asociado pérfidamente al de capitalismo– le produzca erisipela, estreñimiento y arcadas a los caudillos progres y a los progres acaudillados. Teorizar sobre la cuestión es baladí porque, aún con sus pros y sus contras, resulta la fórmula más acertada de convivencia en democracia al basarse en la lógica del razonamiento y en pruebas empíricas que la historia ha revalidado acertadas.

Tampoco hay que correr ni devanarse los sesos para alcanzar tanta plenitud axiomática. Con mirar a los países más henchidos de miseria de la tierra, donde la población pasa estrecheces, opresión y escarnio, todos anticapitalistas, es decir, comunistas, tenemos contrastada la teoría. No hay más que ver hacia dónde corre la gente cuando huye del oprobio, las liendres y la dictadura, y cuál es el origen y el destino de ese trasvase.

Con esta grey, siempre es el pueblo el que sufre los experimentos sociales de dementes que se creen iluminados para salvar a la humanidad de la catástrofe. Salvapatrias como Sanchinflas y Vladimiro solo van a hincharse la faltriquera y restañar con el látigo la espalda de sus subordinados.

Sendas cuestiones –la del payaso y la del alondra– son graves porque nos afectan a todos y tienen a dos psicópatas de protagonistas: uno muy peligroso al este de Europa, y el otro muy tonto al oeste, para colmo encima de nuestras cabezas.

El mundo está en peligro porque lo gobiernan políticos incompetentes y sin ninguna idea alta, a los que, como decía don Camilo, hay que espantar con cencerros porque con soñadores y utopistas, al final, “es el paisanaje el que se queda sin comer y, para colmo de males, paga los platos rotos”.


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