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Mira que me fastidia llevar razón cuando quisiera estar equivocado, pero por desgracia acierto aún sin quererlo. Lo decía en el editorial anterior, mucho antes de que el juez enchironara al cabecilla intelectual de la bien organizada Banda del Peugeot: estos malnacidos llegaron al Gobierno con el mapa del tesoro y no venían a otra cosa que no fuera a trincar poder y dinero. Poder para hacer lo que les viniera en gana y perpetuarse como casta dominante en el chiringuito nacional, y dinero para colipoterras, marisco y drojas. Alcanzaron la Moncloa haciendo trampas, como en las primarias de su partido –lo advertí cuando llegó a la presidencia, que el payaso psicópata no era trigo limpio–, con aquella maniobra artera de la falsa moción de censura que llevó al inane Berberecho a dejar un bolso de señora en su escaño y a pillar una toña de general prusiano en un bareto de la Puerta de Alcalá.
Como venían con el atraco pergeñado, llevaban encima una poderosa carga de tinta de calamar ideológica para disimular, engañar a todo el mundo, ocultar sus fechorías y arrancarle el voto a los incondicionales a las siglas de un partido tradicionalmente corrompido hasta el tuétano, con lo cual no se iba a notar. Es decir, su máxima era utilizar la ideología para alcanzar el poder y el poder para robar. Lo demás les importaba una soberana higa. ¿Resultado? Se han juntado el hambre con las ganas de comer. El Gobierno más corrupto de la democracia con los peores hombres de la historia. Y los que han llegado más lejos, porque al latrocinio de los bienes públicos hay que añadir su afán por la demolición del Estado. La peor situación política que hemos vivido desde la Transición.
También decía que a dos de la banda los habían pillado, otro estaba en capilla –ahora ya en la trena– y el cuarto acabaría cayendo más pronto que tarde y de nada le serviría escudarse en su patología de payaso psicópata. No recuerdo ahora quien cantó el ripio, pero tenía mucha razón: en un cesto de manzanas no puede haber tres podridas y una sana. Resulta evidente quién es el vértice de la organización criminal que anega de oprobio y corrupción este país. En esto hemos alcanzado un nivel insuperable: todos en el entorno del presidente del Gobierno, desde el cabecilla y su familia a los mandos del partido y muchos ministros, están corrompidos. Con el carné del partido les deben dar también el de delincuente premium o pata negra.
Como la denuncia de sus felonías no le produce la más mínima afectación, el payaso psicópata nos ha revelado que es un payaso de los que se pinta como un payaso y sale a dar ruedas de prensa fantasma amañadas dirigiéndose a una sala vacía de periodistas con la cara pintada de payaso para mentir descaradamente, fingirse víctima y dar pena, y hacerse perdonar pidiendo perdón. Lo cual produce arcadas en el respetable, claro. El chulángano no engaña a nadie, salvo a los que se dejan por interés o sectarismo, pero son acojonantes su capacidad de manipulación y sus puestas en escena, calculadas para provocar en la audiencia un impacto lacrimógeno-hilarante, lloras de risa. Como cuando en Paiporta sacó al corral la gallina que lleva en su interior.
CON EL ATRACO PERGEÑADO, LLEVABAN ENCIMA UNA PODEROSA CARGA DE TINTA DE CALAMAR IDEOLÓGICA PARA DISIMULAR, ENGAÑAR A TODO EL MUNDO, OCULTAR SUS FECHORÍAS Y ARRANCARLE EL VOTO A LOS INCONDICIONALES A LAS SIGLAS DEL PARTIDO.
Este delincuente y los que le secundan, gentuza abyecta, ruin, perversa y malvada, personajes chabacanos y sin escrúpulos, traidores para quienes la ley no significa absolutamente nada, básicamente ladrones y puteros al estilo Torrente, carentes de pudor, ética, moral, sentido común, lógica, miedo e interés por sus súbditos, han logrado en parte lo que buscaban, pero al pillarles con el carrito del helado antes de lo previsto, no han podido conseguir que el chollo les durara lo que pretendían, que era estar de por vida aupados al trono como pachás y enganchados a la próvida ubre del Estado como murciélagos vampiro.
Es decir, viviendo del cuento gracias al presupuesto que se nutre de los parias que abonamos religiosamente los abusivos impuestos fijados por una Hacienda que ellos han convertido en el brazo cleptómano de la mafia gubernamental que nos saquea para dilapidarlo todo en sus vicios personales e ideológicos. Otra falsedad, la ideología, porque estos tíos no creen en nada de lo que promulgan: han demostrado ser machistas, babosones, abusones, detestar a inmigrantes y homosexuales e importarles un cuerno el cambio del clima climático. Todo les sirve para abonar la besana de los descerebrados que les votan sabiendo de antemano su dañina influencia y se han tragado la rueda de molino del peligro de la fachosfera. Ya lo dijo este líder turulato travestido de geisha triste, que no iba a dimitir por no consentir que el país –ni siquiera dijo España– cayera en manos de la extrema derecha. El gran destructor de la Patria fingiendo ser nuestro salvapatrias.
Qué peligro tiene el gachó. Afirmaba un servidor en aquel editorial que no había otra salida, por salud democrática, que “expulsar del cuerpo gubernamental al sarcoma que lo está carcomiendo todo, y trasladarlo con camisa de fuerza al frenopático o esposado al trullo”. Creo que lo mejor para este pájaro de mal agüero –y para todos– es el frenopático, ya que está muy mal y necesita que los galenos de Salud Mental le traten los males de la molondra, pues ni el maquillaje le tapa las vergüenzas.
Cada minuto que este sacamantecas siga en el poder, la metástasis del cáncer socialista seguirá avanzando hasta corromper los intersticios de la nación. Cuando se cargue la justicia y la libertad, no habrá salida. La tragedia aumenta si pensamos que no hay una alternativa real para afrontar la que nos va a caer encima cuando esta calamidad desaparezca del mapa político para siempre.