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Actualidad

01 Julio 2021

Hombres de ciencia perseguidos

primitivo fajardoEl otro día se me erizó la dermis –trémula, hirsuta, cárdena y flamígera– pensando que el Premio Torres Quevedo, que otorga desde hace años la feria Smopyc de Zaragoza, pudiera sufrir la ira de los nuevos dioses de la política, como le ha pasado a otros premios con nombres de personalidades ilustres que han caído en desgracia, tal que Juan de la Cierva, el inventor del autogiro, precursor del helicóptero.

Fue el pasado 17 de junio asistiendo virtualmente a la jornada técnica online titulada “Desarrollos tecnológicos aplicados al sector de obra pública y construcción”, en la que Ricardo Cortés, director del Foro Potencia y presidente del jurado del Premio Torres Quevedo, anunció la concesión del galardón de 2021 a dos estudiantes que intervinieron en el acto a distancia.

Nadie aficionado al universo de la ciencia ignora quién fue Leonardo Torres Quevedo (1852-1936), figura eminente de la ingeniería y adelantado a su tiempo al que en este país no se ha hecho suficiente justicia. Ni a él ni a casi ningún inventor o científico porque la peculiar idiosincrasia de los españoles desdeña la ciencia como parte de la cultura. Entre los originales inventos de Torres Quevedo destacan el dirigible que lleva su nombre y el funicular del río Niágara. Sobre su vida y milagros escribí un artículo hace dos años en OP MACHINERY, nº 64, que anda por la web.

Mi temor es que la pasma gubernamental descubra fisuras en su trayectoria y pierda por la escorrentía sus privilegios de sabio en la memoria colectiva. El Ministerio de la Verdad orwelliano ha patentado una máquina del tiempo llamada Ley de Memoria Democrática, que administra la egabrense de las meninges huecas y las hueras sandeces lisérgicas, para perseguir en el pasado a los sospechosos de desafecto al régimen de los ayatolás progresistas y amputarlos de la Historia. Torres Quevedo no parece sospechoso, pero el brazo ejecutor de los evangelistas de lo políticamente correcto no descansa y, escrutando los chiscones de la memoria, ha señalado para su derribo a insignes próceres como Ramón y Cajal, Menéndez Pidal o Gregorio Marañón.

Grandes eruditos han sido ya castigados solo porque el revisionismo “histérico” husmeó su insumisión a los designios soviéticos de la Segunda República, porque se equivocaron de bando en la Guerra Civil o por sospechar su alineación con la dictadura de Franco. A estos les retiraron los honores, los títulos, las estatuas, las calles y el derecho a la posteridad, aunque los hechos refutaran las acusaciones. Ejemplos flagrantes de ello que conozco de primera mano por mi debilidad por la aviación fueron el capitán Haya y el comandante Zorita, descabalgados de sus calles madrileñas por las huestes carmenitas de Cibeles, que le dieron la vuelta al callejero para cepillarse todo lo castrense que oliera a naftalina franquista. Sin ninguna consideración a las causas reales que llevaron a la autoridad a condecorarlos con un vial.

ES UNA LÁSTIMA QUE ESTA GENERACIÓN DE GOBERNANTES INÚTILES, APÓSTOLES DE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO, TAN FALTOS DE LUCES, TOLERANCIA Y EMPATÍA... NO SIENTA DEVOCIÓN POR LOS SABIOS QUE NOS PRECEDIERON Y NOS DIERON FAMA Y FUTURO.

En un ejercicio pertinaz y denigrante de desmemoria de los bárbaros a cargo del consistorio frentepopulista, Carlos de Haya González (1902-1938) perdió su calle por ser un aviador del bando nacional, sí, pero los méritos que le dieron renombre son anteriores a la guerra (de hecho, murió derribado en la batalla de Teruel). Era deportista y uno de los aviadores señeros que tuvo España en la época gloriosa de los grandes raids aéreos de los años 20 y 30. Después de pelear en la guerra de África dio la primera vuelta aérea a España y estableció varios records de velocidad en circuito. Durante la República realizó el raid a Guinea, un vuelo directo de 24 horas, increíble para la época, y mejoró con su ciencia la técnica de la aviación patentando el integral giroscópico, que adoptó la aviación como “Integral Haya”, además de inventar un corrector de derivas, etc.

A la calle del Comandante Zorita le trocaron el empleo por la profesión: aviador, con lo que –a mi modo de ver– salió ganando. No pudieron darle la estocada hasta la bola y solo le metieron la puntita gracias a la resistencia numantina que opuso su nieto, Demetrio Zorita Gómez-Escolar, un ingeniero aeroespacial que reclamó justicia en el juicio del Núremberg capitalino, consiguiendo con una bien argumentada defensa documental la benévola sentencia y el “indulto” de su abuelo al demostrar que no había sido un peligroso franquista, que no había tenido ninguna vinculación con el régimen y que no participó en bombardeo alguno durante la guerra. Los bramidos del consistorio madrileño, en un profundo error debido al desconocimiento de la historia y a su revanchista tergiversación, le acusaban de ser un “militar sublevado contra el gobierno legítimo de la República, que combatió con los nazis en la II Guerra Mundial”.

El ponferradino Demetrio Zorita Alonso (1917-1956) tenía 18 años e iba a estudiar ingeniería de caminos cuando estalló la guerra. Un año después se alistó en el bando nacional y en medio de la contienda se hizo piloto. Como sabía alemán, cuando acabó esta le enviaron con la Escuadrilla Azul a luchar contra Stalin en el frente ruso –he aquí el pecado original–. Pero su mérito para tener una calle en el distrito madrileño de Tetuán (tiene dos más en Ponferrada y León) no es otro que haber sido un piloto valiente: el primer español en atravesar la barrera del sonido, hecho conseguido en Brétigny (Francia) el 5 de marzo de 1954 a bordo de un avión Dassault MD 452 Mystère II del Ejército del Aire francés, que le colmó de condecoraciones. Metiendo la palanca de gases a fondo, cayó a 1,03 mach, unos 1225 km/h, desde 44000 pies de altitud –14600 metros– y mantuvo la velocidad supersónica en picado durante 6 segundos. Era la época de los primeros reactores y antes que él una veintena de pilotos lo había logrado, pero la mitad se estrelló contra el suelo. Zorita repitió rompiendo la barrera del sonido en varias ocasiones más.

Fue nombrado jefe del Escuadrón de Experimentación en Vuelo del INTA de Torrejón y murió dos años después, en 1956, con 39 años, al estrellarse mientras testaba un prototipo de Dewoitine que había dado serios problemas a otro piloto de pruebas. El Ayuntamiento de Madrid nombró la calle en 1961 en reconocimiento a sus méritos como intrépido aviador y a petición unánime de los vecinos del barrio, que le consideraron un héroe. Al inicio de la Transición, la calle se salvó de la quema gracias al talante del alcalde socialista de Madrid Enrique Tierno Galván, poco sospechoso de fascista, quien la retiró del listado de calles a sustituir porque el nombre de Zorita recordaba “una gesta, un hito y un avance de la humanidad”.

El hijo del aviador, el coronel Demetrio Zorita Rieckers, siguió los pasos de su progenitor y fue piloto de caza con el F/A- 18, participando en el conflicto de los Balcanes. Al retirarse ascendió a general de brigada y vive en la calle dedicada a su padre. Por último, un hermano del héroe, Vicente Zorita Alonso, con 60 años fue secuestrado y asesinado por ETA, en 1980 en Santurce. Trabajaba como administrativo en Altos Hornos de Vizcaya y le pegaron siete tiros por la espalda y uno en la cabeza. Iba a las elecciones en la lista de Alianza Popular.

TIENE PELENDENGUES, MI BRIGADA, CON LO QUE LE GUSTA A «SANCHINFLAS» SENTIR SOBRE SU NIMBADA MOLONDRA EL BRAMIDO DE LAS ROTOPALAS DEL PUMA... Y VA A PROSCRIBIR AL INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS QUE INVENTÓ EL HELICÓPTERO.

Ahora le llega el turno al inventor Juan de la Cierva y Codorníu (1895-1936), al que han apeado de su premio nacional. Encima, el ministro gañán de Transportes, que ejerce en Barajas de maletero del narcoestado venezolano y lleva su destino marcado en la heráldica materna, ha vetado que su nombre bautice el aeropuerto de su patria chica, Murcia. La causa: “Incompatible con la Ley de Memoria Histórica”, que es una ley fraudulenta. Tiene pelendengues, mi brigada, con lo que le gusta a Sanchinflas sentir sobre su nimbada molondra el bramido de las rotopalas del Puma... y va a proscribir al ingeniero de caminos, canales y puertos que inventó el helicóptero alegando su “colaboración necesaria en el golpe de Estado de 1936”. Es decir, en base a la acusación de un historiador del retroprogresismo, Juan de la Cierva era franquista porque desde Inglaterra, donde tenía su fábrica de “girocópteros” (The Cierva Autogiro Co., en Londres; también la Pitcairn Cierva Co., en EE.UU., La Cierva Autogiro GmbH, en Alemania, etc.), facilitó el alquiler del De Havilland DH.89 Dragon Rapide que llevó a Franco desde Gando (Gran Canaria) a Tetuán (Marruecos) para la sublevación.

La familia niega que esto lo hiciera a sabiendas, pues debido a su fama y conocimientos aeronáuticos al inventor le reclamaba ayuda gente dispar. Otros historiadores defienden que era conservador y monárquico, que colaboró con la República y que nunca tuvo contactos con Franco. Su adhesión a la dictadura posterior a la guerra civil no ha lugar porque murió en un accidente de aviación cinco meses después del alzamiento, el 9 de diciembre de 1936, a los 41 años de edad.

Da igual, aunque sus simpatías políticas hubieran estado del lado de los malos y participara en los preparativos de la sublevación, la cuestión es que su defenestración por los fanáticos comisarios revisionistas se base en la auscultación que se hace del pasado, de las personas y sus circunstancias con el esfignomanómetro del puritanismo dogmático de hoy, bajo cuyo colimador los verdugos de la fiera inquisición populista sentenciarán al ostracismo a quien le salga a ellos del occipucio.

Es de pena y, por mucho que se empeñen, nada puede respaldar tan visceral ataque contra su memoria ni mermar la contribución de De la Cierva a la historia de la ingeniería aeronáutica. Y menos aún revertir su fama mundial y el beneficio que su trabajo y sus descubrimientos han supuesto para la humanidad. Gracias a él, que cruzó por primera vez el Canal de la Mancha en 1928 pilotando su propio invento, existen hoy el autogiro, el helicóptero y el dron, e incluso su ciencia ha permitido realizar el primer vuelo controlado sobre la superficie de Marte.

Pero nada de esto importa porque la realidad nunca va a estropearle la ensoñación al sectarismo patrio de la gauche caviar. Los mostrencos bolivarianos salpican de heces su expediente científico acusándole de franquista porque está en su genética laminar a los enemigos del pasado. Para los adalides del resentimiento, hasta Don Pelayo era fascista hace ocho siglos. Como no tienen ni idea de nada y les importa una higa todo... entran a patadas y sin miramiento en la historia auspiciando su delirio revisionista al amparo de una ley de memoria que solo contempla como buena la parte de la memoria que les da juego electoral. Les preocupa más destruir los mitos ajenos que ensalzar los propios.

Así pasa, que hay genios proscritos por la dictadura que ni los curillas antifranquistas son capaces de subir al pedestal que les corresponde por categoría, como ocurre con el ingeniero militar y científico granadino Emilio Herrera Linares (1879-1967), descendiente del arquitecto Juan de Herrera que proyectó el monasterio de El Escorial para Felipe II. Herrera fue pionero de la aerostación, piloto de aviones y dirigibles y en 1914 cruzó el estrecho de Gibraltar en el primer vuelo realizado entre Europa y África, por lo que Alfonso XIII le nombró gentilhombre de cámara. En 1918 intentó crear una aerolínea transoceánica para unir Europa y América con dirigibles Torres Quevedo, una idea que terminó llevando a cabo una empresa alemana. Como segundo comandante de la mayor aeronave de su tiempo, el dirigible Graf Zeppelin LZ 127, cruzó el océano Atlántico y realizó la circunnavegación del planeta. En los años 20 colaboró con Juan de la Cierva en su invención del autogiro y construyó el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, precursor del actual INTA, donde patentó una regla de cálculo para problemas aerodinámicos. En 1935 inventó la escafandra “estratonáutica” para tripulantes de globos, que la NASA utilizó como base de los actuales trajes espaciales. Emilio Herrera fue amigo de Albert Einstein; por sus convicciones permaneció fiel a la República y llegó a ser presidente de la misma en el exilio. Por fin, en 2018, se levantó un grupo escultórico en su Granada natal y hace poco le dedicaron una calle en Madrid. El premio más importante de la Fundación Aena se entrega en su honor.

DEBEMOS REIVINDICAR LO DE QUE POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS, PUES SI JUZGÁSEMOS A LAS PERSONAS POR SU IDEOLOGÍA, SU CONDUCTA O SU FORMA DE VESTIR, NO QUEDARÍA TÍTERE CON CABEZA EN LA FAZ DE LA TIERRA. LOS GRANDES HOMBRES HAN DE ESTAR BLINDADOS ANTE LA EMBESTIDA DE LOS POLÍTICOS CABESTROS Y SU REVISIONISMO HISTÉRICO.

Por desgracia, el axioma no rige con la panda de insolventes del Gobierno de España, que nadie desviará de su pertinaz objetivo de destruir España horadando el maderamen constitucional como una plaga de termitas africanas. La martingala de la memoria histórica es un cansino mandala de la progresía regresiva del socialismo troglodita –avanzando hacia la caverna– que iluminó al majadero de Mr. Bean, alias Bobo solemne, para dar carta de naturaleza a los traumas de la izquierda y del nacionalismo patán y dar salida a su rencor histórico y sus ansias de venganza.

Sigue su obra Sanchinflas el magnánimo, campeador del virus, otro botarate cursi y patético que da vergüenza ajena: oculta la mitad de los muertos de la pandemia, hunde la economía, mendiga selfis con Mr. Marshall y nos mortifica con el golpismo catanazi y clavándose de hinojos ante esos tahúres garrulos porque es clave su pósito de votos para seguir abordando el Falcon y el Puma con tarjeta de embarque a cargo de la sopa boba del Estado, convertido en cártel mafioso por la insania política.

Con el látigo fustigador de rebeldías presentes y añejas, además de a De la Cierva, este judas y su mandarinato de saprofitos monclovita va a dar matarile calagurritano a prohombres de ciencia descabalgándolos de los Premios Nacionales de Investigación porque no es suficiente estimar el área del conocimiento que ensalzan, sino que son varones y hay que dar cancha al delirio feminista, fechoría que secunda el lelo astronauta de Ciencia levantando el alfanje sobre la cerviz de sabios y científicos tan notables e incontrovertibles como los mencionados Ramón y Cajal, Menéndez Pidal y Gregorio Marañón.

Decisión de la estulticia progre aliada con su ignorancia, su demencia y su saña a la excelencia, la sabiduría y la cultura. Si hace diez años Rubalcaba, bastión de la izquierda verdadera, reivindicaba en campaña “un país con grandes ideas y con hombres señeros como Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Isaac Peral y Juan de la Cierva”, hoy son sus sucesores, lerdos hasta almorzar y después todo el día –que diría José Mota–, quienes les exigen ostentar limpieza de sangre. En este país hay grandes escritores, artistas, pintores, músicos... pero muy pocos filósofos, científicos e inventores, y nos los cepillamos porque eso excita a unos políticos batracios incapaces de ver que los científicos son los héroes anónimos de todos los tiempos y los que hoy nos están salvando el tafanario durante la pandemia. Se lo agradecemos tumbando sus iconos.

Es una lástima que esta generación de gobernantes cenutrios, cenizos, ceporros y cerriles, apóstoles del odio al discrepante, salvajemente sectarios y cainitas, tan faltos de luces, tolerancia y empatía que presumen hasta de su ignorancia, de sus propias carencias y de su degradación moral, nacidos solo para la demagogia y la propaganda... no sienta devoción por los sabios que nos precedieron y nos dieron fama y futuro. No todos los siglos han dado a luz cerebros como los mencionados en este texto. Su legado es una contribución tan desmesurada a la humanidad que resulta imposible valorar su trascendencia.

Pero para la jauría de dictadores de nuevo cuño y viejas pulsiones totalitarias, que andan siempre con el hacha del guerra-civilismo a cuestas, cualquier sombra de identitarismo carpetovetónico justifica tachar del mapa a nuestros mayores para aumentar la nómina de fantasmas pretéritos a los que colgar con carácter retroactivo el sambenito de enemigos de la patria.

Denunciar la deriva suicida de este Gobierno de maulas empecinados en hacer pavesas la convivencia y perpetuar el resentimiento aliándose con los enemigos de la decencia, de la concordia, de la igualdad, de la unidad y de la justicia es de inexcusable obligación para todos los ciudadano que se afanan, con su trabajo y sacrificio, en levantar cada día este país y aspiren a recuperar para España el prestigio perdido de una gran nación.


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