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Actualidad

01 Febrero 2024

¡Qué tropa joder, qué tropa!

primitivo fajardoEsta feo que uno haga referencia a escritos pretéritos propios, pero no puedo resistirme. Esto lo saco a relucir porque lo escribí en este mismo espacio hace exactamente cuatro años, en febrero de 2020, justo un mes antes de que estallara la pandemia y nos jorobara la vida a casi todos: “De otros pseudoministros con muertos en el armario (...), mejor no hablar para no blasfemar. Del de Transportes, don José Luis Ábalos Meco (yo no airearía el apellido materno porque las carga el diablo), rottweiler de su amo, ha metido el jarrete hasta el corvejón en el sórdido asunto de Barajas y las maletas del Delcygate y ha perdido el crédito que tenía –sin mérito propio alguno– sólo por ser nieto de guardia civil e hijo de Heliodoro Ábalos, Carbonerito, novillero conquense que brilló en plazas de la provincia manchega y hasta salió su foto en el periódico Heraldo de Cuenca, del 13 de mayo de 1935: «Un torero que promete por su arte, por su valor y por su siempre deseo visible de satisfacer al respetable». Mala suerte tuvo, pues el estallido de la guerra civil dio al traste con su noble carrera. Pero ahí está su vástago para hacerle los honores dedicándonos a los españoles unas faenas de aliño en los turbios alberos de las cloacas del Estado”.

¿Premonición del que suscribe? Ni hablar. Lógica aplastante. Lo que está pasando ahora en el circo político patrio y que el tal Ábalos Meco no era trigo limpio, ya se “veía de venir”, como dicen en mi pueblo. Muchos teníamos claro entonces lo que estaban planeando nada más llegar al poder ese payaso psicópata llamado Sanchinflas Lécter y sus saprofitos de la Mecosfera –definamos las órbitas por su rotación carcelaria–. No hacía falta pruebas, ni necesario era, bastaba con la sospecha –siempre he dicho que el poder es sospechoso por naturaleza–. Sólo había que acudir a la estadística histórica del trinque socialista, eso que ellos llaman los “cien años de honradez”, para saber que esto pasaría más pronto que tarde. Esa es la honradez sempiterna de la izquierda caviar, no dejar que escape un sestercio, o lo trincan por las buenas vía impuestazos o por las malas metiendo las manos en la masa presupuestaria; si bien, suelen abusar de ambas vías de acceso al ansiado peculio ajeno.

Ábalos Meco, ex Ministro de Transportes, lleva su sino impreso en el apellido materno, ya lo dije. A poco que la justicia apriete, camino va de confirmarse mi pronóstico. Y es que la cleptocracia gubernamental erupciona a la mínima ocasión que se le presenta. Da igual el bando al mando y el botín, todos trincan, y eso está mal. Ahora bien, conviene precisar que unos trincan más que otros y, echando cuentas, los que menos acaban en el cuartelillo, mientras los que más se escapan de rositas (y puño). Son éstos quienes entran a saco cuando usurpan el poder. Es así desde Isidoro, cuando las orgías de Luis Roldán en gayumbos, con aquellas magras rabizas envueltas como el tocino en satén color carne.

ÁBALOS MECO LLEVA SU SINO IMPRESO EN EL APELLIDO MATERNO, YA LO DIJE. A POCO QUE LA JUSTICIA APRIETE, CAMINO VA DE CONFIRMARSE MI PRONÓSTICO. Y ES QUE LA CLEPTOCRACIA GUBERNAMENTAL ERUPCIONA A LA MÍNIMA OCASIÓN QUE SE LE PRESENTA.

Mientras a los españoles nos daban por retambufa, encerrados a cal y canto por el capricho del payaso psicópata, muchos perdiendo el trabajo, chapando empresas a pares y cascando los viejos en casa, en hospitales y en residencias (150000 muertos, si no más), con los cuerpos presentes en el Palacio de Hielo, los gerifaltes del Gobierno mafioso perpetraban el robobo de la jojoya gracias a la imperiosa necesidad de pertrechos sanitarios. Lo hicieron aprovechando el descuido y el desarme jurídico y se pringaron en negocios turbios pagando productos falsos a precio de caviar iraní y trincando un sustancioso porcentaje por las transacciones, al estilo de don Pujolone en Cataluña. Pillado el Gobierno, andan ahora como pollo sin cabeza culpando a la oposición del pifostio que ellos han montado, pues como ya sabemos, la derechona viene gobernando el país el último lustro.

Han dilapidado millones de euros, y millones han birlado en comisiones fraudulentas. Total, para gastárselo en coca, colipoterras, coches, pisos en Benidorm y mariscadas. Mira que son cutres, horteras y gañanes estos mierdecillas. Y qué pulsión liberticida, fiscalizadora y trincona presume esta banda de mafiosos a los que les gusta vivir a cuerpo de rey sin dar un palo a un charco y siempre a costa del fiel, tontolaba y sufrido contribuyente.

Por si fuera poca corrupción el hecho de financiarse el enganche al poder apoquinando con dinero público los votos de unos criminales y retorciendo todas las leyes habidas y por haber para amnistiar al clúster delicuencial de golpistas y terroristas que les van a mantener calentito el cáterin del Falcon, resulta que además se llevaban crudo los caudales públicos. Con razón le traicionó el subconsciente a la lerda portacoz del Gobierno cuando el otro día expelió cargada de razón: “Con la corrupción, contundecia cero”. Así son los desgarramantas de los cien años de honradez. Honrados fijos discontinuos que ya mangaban hace un siglo y siguen hoy con el vicio de antaño.

Pero ahí sigue el payaso psicópata, falconeando y perpetrando sus trampas para osos envuelto en una nube de corrupción woke, cuqui, chulísima, ecosostenible, feminista, inclusiva y descarbonizada, que le señala de lleno porque su propia señora está bajo sospecha por corruta –Pepiño dixit y pixie–. No son sólo Meco, Koldo, Aldama, el ministro Torres y la Paquita del Congreso a quienes señala la justicia como tahúres de la trama del saqueo pandémico. No.

Afirmé aquí en 2020 que si la justicia cumple como debiera, el payaso psicópata acabará en la trena o el trullo, en chirona o en galeras. Que elija él...

“!Qué tropa, joder, qué tropa!”. Esto lo dijo don Álvaro Figueroa, alias Conde de Romanones.


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