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Así se definía, metafóricamente y en otros tiempos, a la persona retorcida, de extraviados sentimientos y actos malvados contrastados. También a las cosas que no valían nada. Seguramente, viene de que antiguamente el cuello de los corderos era carne de tercera, casquería. “Más malo que el sebo” era otra frase que gastaban nuestros abuelos para referirse a lo peor, ya fuera la actitud de las personas o cosas de pésima calidad. El sebo es esa grasa dura que protege lomos y riñones en los ungulados, que tampoco sirve para nada.
De lo dicho cabría colegir que el payaso psicópata que tiene su tafanario hollando el asiento del Falcon de la Presidencia del Gobierno –esperemos que ya por poco tiempo– es más malo que el sebo y que la carne de pescuezo, “to’junto”, como dicen en mi pueblo.
Porque hay que tener muy mala sangre y ser un gollé de siete suelas para disolver las Cortes sin avisar ni al propio Parlamento y convocar por sorpresa unas elecciones generales para finales del mes de julio, en lo álgido del estío, cuando estaban previstas para diciembre.
El mismo idiota resentido que convocó un consejo de ministros extraordinario en abril para tomar severas medidas ante la ola de calor –no tomó ninguna, pero la propaganda es la propaganda–, va ahora y planta la fecha de los comicios en lo peor de la canícula para convertir los colegios en hornos electorales.
EL PAYASO PSICÓPATA QUE TIENE SU TAFANARIO HOLLANDO EL ASIENTO DEL FALCON DE LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO –ESPEREMOS QUE YA POR POCO TIEMPO– ES MÁS MALO QUE EL SEBO Y QUE LA CARNE DE PESCUEZO, «TO’JUNTO», COMO DICEN EN MI PUEBLO.
Lo ha hecho a conciencia y a la desesperada para jorobar a todo quisque, como cortina de humo o tinta de calamar, como traca de fuegos artificiales o sucio truco de prestidigitador herido en su orgullo de tramposo oficial. En vez de dimitir, como correspondería por su fracaso y su política nefasta e inmoral, se ha aferrado al cargo echando hacia adelante con cinco objetivos primordiales, o puede que más: Uno, la retorcida intención de tapar su responsabilidad y torpeza en la humillante derrota y la caída abismal de los suyos en las pasadas municipales y autonómicas. Dos, para desactivar la euforia de la oposición y que no pueda celebrar el éxito alcanzado ni recrearse en la humillación que le ha propinado, aumentando con ello sus expectativas para las próximas generales. Tres, evitarse el viacrucis de ver cómo de aquí a diciembre aumentaba la grey en su contra y se mascaba la tragedia. Cuatro, jorobar a la población y sus planes de vacaciones por no votar al líder máximo, magnánimo y perdonavidas que es él, poniendo en riesgo su permanencia en las moquetas, coches y falcones oficiales. Cinco: en la creencia de que él saldrá beneficiado porque la gente con posibles no prescindirá de sus vacaciones por ir a votar, y en masa lo harán los humildes que no tienen ni para escaparse un fin de semana a la playa. A lo que hay que añadir la sospecha que él mismo ha propagado de un posible pucherazo en el voto por correo al animar al procomún a hacerlo porque “en Estados Unidos ha sido la palanca del cambio”. Después de los casos registrados de compra de voto en Melilla y otros pueblos regentados por sus esclavos locales, y con los controles clave del Estado en manos de amiguetes del mafioso monclovita, cualquiera se fía de quién introduce tu papeleta y qué papeleta introduce en la urna. Tiene perendengues, mi brigada. “Esto” es lo que tenemos como Presidente del Gobierno. Un matón radical de soflamas marxistas que acusa a los demás de lo que él hace mal y es la mayor vergüenza de la historia de España.
La barrida histórica y el consiguiente descalabro de las últimas elecciones, en las que los suyos han perdido su hegemonía territorial, era un deseo de la gran mayoría de españoles decentes y hartos ya de este progresismo regresista de superioridad moral injustificada e inspiración cavernaria, cuajado de las mentiras, caprichos, improvisaciones y arbitrariedades de su líder, con consecuencias nefastas para todos. Desde su tesis plagiada al pucherazo en Ferraz, desde la ley del Sisí emperatriz al indulto de violadores, desde el blanqueamiento y la suelta de presos terroristas a la despenalización de la sedición, desde la gestión de la pandemia al choteo de la Justicia, desde sus planes ocultos con Marruecos a la ruina económica, desde la zafiedad de leyes perpetradas para sus colectivos ideológicos a la demencial memoria democrática, desde los reiterados incumplimientos de la Constitución a la promoción y blindaje de la “okupación” de pisos, desde la brutal deuda a la embestida contra el empresariado, desde el hachazo fiscal a la demonización de la prensa desa fecta al régimen, desde la hipertrofia de la Administración a la colonización de los organismos públicos con enchufados de la cuerda, desde el Tito Berni, las pupis y la coca a los agricultores de la fresa de Huelva, desde el mercado del alquiler a la ley del aborto, desde la de educación a la ley contra la familia, desde la reforma laboral a la polémica ley de vivienda, desde las maletas de Delcy a los vuelos secretos a República Dominicana, desde el despilfarro a un país clientelar de paguitas y subvenciones.
El Gobierno de España contra España. La traición y arrollar los mecanismos legales saltándose a la torera los procedimientos es la marca de la casa San - chinflas, el mayor trilero de nuestra democracia. Lamentable es que haya paisanos incapacitados para ver lo que hace este farsante narcisista extraviado en el maremágnum de su patología mental, que ha llevado a su propio partido a la descomposición, convirtiéndolo en cochambre por su negligencia y su desconocimiento de la realidad de la sociedad española y sus prioridades. Y peor aún es que sus propios compadres ideológicos, que han caído en desgracia por el perjuicio personal que les ha causado, que han visto la desbandada de sus votantes, que se han ido al paro, que ven cómo ha desarticulado unas siglas centenarias, que se duelen de la patada de los votantes en sus bullarengues de alcaldes y presidentes autonómicos... sean bueyes uncidos al amo incapaces de rumiar contra el déspota que los ha arrastrado a la perdición. Ni los míticos barones, expulsado de sus molondras cualquier atisbo de juicio crítico, han urdido la mínima intentona de afear su conducta. Encima sus diputados le aplauden como moscas a su paso de cadáver maloliente.
Yo creía que el suicido colectivo era cosa de sectas cuyos miembros siguen a ciegas las consignas del líder trastornado que busca abducirlos sólo para apropiarse de sus herencias...
Pero nada puede sorprendernos ya de este fistro de personaje, un cantamañanas caprichoso, mediocre, tramposo, sectario y mentiroso que pilló pelo por su carencia de escrúpulos y sus malas artes, pactando con la escoria del país –separatistas, antisistema y bilduetarras–, prometiendo, engañando y malmetiendo, dispuesto a perder la dignidad que nunca ha tenido vendiendo a su madre con tal de alcanzar la cúspide y apalancado después en la poltrona porque se considera legitimado para ostentar el poder, que su majestad autocrática considera suyo por derecho de pernada. El poder soy yo, el país soy yo, el partido soy yo. La novia en la boda, el niño en el bautizo, el muerto en el entierro. Totalitarismo en estado puro, nivel norcoreano. No hay más que ver su intervención soviética tras la hecatombe: dando palos de ciego y como pollo sin cabeza con un discurso antisistema robado a los perroflautas del casoplón, subiendo el volumen de la crispación y haciendo sonar la alarma antifascista con el discurso del victimismo, de las conspiraciones ocultas, del pánico a la ultraderecha y al caos si no es él el que conduce al pueblo a la redención, etc. Es la típica retórica bolivariana de los desquiciados sátrapas populistas caribeños.
No vemos llegado el día en que desaparezca del mapa político la arrogancia y la soberbia de este Rasputín de medio pelo al que nadie, ni los suyos, soporta ya. No le votan ni el Tato ni Chapote. Tanto es el hartazgo, que deseamos extirpar cuanto antes este tumor chulesco y que se entierre con su recuerdo el guerracivilismo y los cordones sanitarios en que ha basado su permanencia en el poder durante este olvidable lustro. Y que se evapore con él la cansina excrecencia absolutista de las hienas de extrema izquierda, enriquecidas a costa de devorar a las mujeres y a los pobres a los que juraron proteger. Cuando lo echemos, este despreciable sujeto se irá dejando un país débil y hundido en una crisis que no es sólo económica y política sino institucional y ética, con unos enemigos del Estado más fuertes que nunca, empotrados en las instituciones.
Tanto es el hartazgo, que deseamos extirpar este tumor chulesco y se entierre con su recuerdo el guerracivilismo y los cordones sanitarios en que ha basado su permanencia en el poder durante este olvidable lustro.
Pero cuidado, que mientras llega el momento, este mentecato mantiene intacta su maquinaria propagandística y perpetra ajustarnos las cuentas a los “reaccionarios” por haber votado mal. Nos ha castigado a todos jorobándonos las vacaciones, pero es capaz de cosas mucho peores. Es un payaso sin gracia, oportunista, vengativo, desnortado y rabioso como no hemos conocido otro en siglos. Es un maquiavelo de manual.
Es más malo que el sebo y la carne de pescuezo juntos.