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Actualidad

01 Septiembre 2021

Electricidad y pocas luces

primitivo fajardoVolvemos del veraneo con las pilas a tope y dispuestos a batallar contra los cuatro jinetes del apocalipsis que hoy asolan nuestro territorio: la pandemia, el drama económico, la tabarra independentista y el desgobierno de Sanchinflas. Lo de las pilas es un atrevimiento por mi parte, considerando cómo está de “enérgico” el asunto del precio de la electricidad, que fue un escándalo en la era del Berberecho, cuando la subió hasta un 13% y le acusó de criminal la izquierda caviar y convocaron manifestaciones los sindicatos tras sus mariscadas. Entonces se hablaba de pobreza energética, de que la gente iba a morir de frío, de que subir la luz era vivir de espaldas a la clase obrera, de que era la prueba del fracaso de la reforma eléctrica de la derecha y hasta los tertulianos palmeros oficiales del actual Gobierno gemían por el negro futuro de las familias pobres. Hoy, en la hégira patria del Gran Timonel socialista, con una subida que supera ya el 200%, batiendo escaladas records día tras día, hemos de asumir que no hay nada más progresista y beneficioso para el bien común que la subida de la luz, que Sanchinflas es un luchador por la pobreza energética y que tenemos una maravillosa oportunidad para cambiar nuestros hábitos de vida y salvar el planeta. Años sufriendo la matraca progre de las malvadas eléctricas que solo van al negocio, del abusivo IVA de la luz y con el mantra de que ellos cambiarían las cosas (“Jamás vamos a permitir una subida de la luz”, decían los perroflautas antes de entrar en el Gobierno), y ahora que tienen la sartén por el mango nos enchufan la electricidad y el gas más caros de Europa y de la historia de España, y por ende, los precios al consumo se disparan a velocidad meteórica. Pero no importa, somos felices porque el Gran Narciso nos bendice: “Seguimos trabajando por la reactivación económica, social y territorial del país”. El apóstol de la Agenda 2030 persigue suprimir el diésel y la gasofla para potenciar los coches a pilas y que, con la luz por las nubes, cuando los enchufemos a la red nos crujan las cuadernas y mercarse los políticos y las eléctricas pingües beneficios, pues es el sebo que les engrasa las puertas giratorias.

Precisamente, en este número tratamos de la electrificación de los vehículos y de los planes de reducción de la dependencia de los combustibles fósiles en un estupendo artículo escrito por nuestro geólogo de cabecera Salvador Maturana, que también nos cuenta la aventura del litio como principal ingrediente de las baterías acumuladoras de electricidad, materia prima prioritaria –como las tierras raras y el wolframio– para la Comisión Europea.

España posee el mayor potencial europeo en yacimientos de este metal, pero la presión de los ecólatras impide su explotación. Quieren electricidad como forma de energía y vehículos eléctricos, pero con la excusa de la sostenibilidad y de la ecología no admiten que para fabricar las baterías se recurra a los yacimientos. Hay varios proyectos en España paralizados por el estado de proscripción al que se ha abocado la minería, como el de tierras raras de Matamulas, en Ciudad Real, el de uranio de El Retortillo, en Salamanca, y los de litio en Extremadura, como San José de Valdeflores (Cáceres), el segundo mayor yacimiento de litio de Europa, paralizado por la fuerte oposición social y política. Son reductos sacrificados por la doble moral e hipocresía de la ideología y el márquetin verde.

EN LA HÉGIRA PATRIA DEL GRAN TIMONEL SOCIALISTA, CON UNA SUBIDA SUPERIOR AL 200%, BATIENDO ESCALADAS RECORDS DÍA TRAS DÍA, NOS VENDEN QUE NO HAY NADA MÁS PROGRESISTA QUE ENCARECER LA LUZ.

Con la explotación de los depósitos españoles de litio y tierras raras magnéticas se podría electrificar el transporte y de paso descarbonizar la economía, que es lo que dicta el sentido común, pero la extracción de estos materiales estratégicos no le encaja como mecanismo de transición energética al progre porque considera que esta no puede basarse en sustituir petróleo por minerales, pues implicaría remover la tierra y se dañaría la agricultura local y se alteraría la fotosíntesis de las plantas limítrofes.

Es una paradoja que quienes exigen la electrificación del transporte desprecien las minas que permitirían elaborar el litio para producir las baterías en España. Precisamente ahora, cuando la Comisión Europea, que busca despedirse del CO2 a mitad de siglo, señala al sector del transporte como responsable de un cuarto de las emisiones de la UE y va a elevar las exigencias medioambientales para que en 2035 solo se vendan motores no contaminantes, lo que supondrá un impulso definitivo a la electrificación. De ahí la importancia de los metales estratégicos y las tierras raras magnéticas, recursos vitales de los que depende la descarbonización de las ciudades.

Nuestra industria del automóvil y la aerogeneración –el 14% del PIB– podría beneficiarse de estos yacimientos para asegurar una cadena de valor desde la mina al producto final, lo que permitiría que España fuera independiente en su camino a la transición ecológica. Pero como la extracción de estos materiales supone un coste “ambiental” elevado, lo externalizamos en países lejanos para cumplir los objetivos marcados por Europa para descarbonizar la economía. Así, se extrae el litio en Chile, los componentes se elaboran en China y posteriormente los vehículos se fabrican en Occidente. Esto es lo que no resulta sostenible, a mi modo de ver.

En fin. Siempre digo lo mismo y no me canso: en política no importa lo que se diga ni lo que se haga, ni el ámbito en que se proclame. Lo que importa es que será bueno o malo dependiendo de la ideología de quien lo diga y de quien lo haga. No importa que nos hundamos en la miseria. Lo que importa es que sea el caudillo de la progresía el que nos lleve a gozar de tan singular nirvana. Somos el país europeo que más caro paga la electricidad gracias al presidente con menos luces de Europa.


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