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Actualidad

01 Febrero 2023

Vivir del Caos

primitivo fajardoDeseo un feliz 2023 a los lectores, dicho esto con total sinceridad. No creo que resulte peor que los anteriores, aunque este Gobierno de disminuidos que nos ilumina es capaz de batir cualquier récord en el deporte de la estulticia. Eso sí, empieza mal el nuevo año –electoral para más inri–, pues nos embarga una gran preocupación, congoja e indignación por la situación de la economía, con los precios de la energía, materias primas y alimentos por las nubes y con una política desnortada por el comportamiento rastrero de un presidente fariseo, ridículo, mentiroso, falso, amoral y déspota que actúa como un payaso –Sanchinflas– y no como un gobernante.

Esto no es un insulto sino un diagnóstico, y quedarse corto en epítetos para calificar al mayor felón de la historia de España. Nunca un presidente fue tan vocacionalmente pernicioso para sus administrados. No hay más que ver la cantidad de leyes y decretos descabellados perpetrados en los últimos tiempos a espaldas del Congreso con la única finalidad de atropellar el bien común y beneficiarse él y su tropa, ahora y más allá. Como la Ley de Seguridad Ciudadana, readaptada para reventar las calles con impunidad cuando pierdan el poder.

A cualquier paisano honorable, con la molondra medianamente amueblada, le causará estupor y vergüenza ajena –a mí, hasta náuseas– lo que hace esta horda sectaria con tanta pedantería adanista y hedonista como torpeza infantil. Un Gobierno de España –como les gusta intitularse– extorsionado a petición propia por socios feos y delincuentes que no representan ni el 15% de la población pero nos tienen a todos enganchados por la petaca torera.

Qué mal organizada está nuestra sociedad –y especialmente el sistema electoral– cuando resulta imposible extirpar de sus entrañas al mayor mal que padece actualmente la democracia española: un presidente sin luces, tramposo y radical que con pérfida voluntariedad abusa del poder y se ha aliado con todos los enemigos del Estado para, en lógica con su pulsión destructora, hundir en la miseria moral y material al país entero.

El chulángano Sanchinflas sostiene su presidencia en la falsedad de sus promesas electorales, en el populismo, en el secesionismo, en los perroflautas y en los albaceas de los del tiro en la nuca, impelido por un plan oculto que tendrá que ver o no con la Agenda 2030, el Foro de Davos, los plutócratas y multimillonarios globalistas, la guerra de Putin o la madre que parió a Panete, pero es un plan hacia la mutación constitucional que conlleva hechos anómalos, inverosímiles y dañinos muy alejados de los mecanismos lícitos de reforma. Es una política demencial que está carcomiendo los valores de la sociedad, cargándose la democracia del 78, desmantelando el Estado de Derecho y rasgando las costuras constitucionales del país.

Vengo avisando de sus malvadas intenciones desde que llegó al poder este botifler bocachancla, que nos sorprende cada día con una nueva “hazaña” encaminada a destrozar nuestras aspiraciones a una España donde la separación de poderes sea un hecho y las instituciones obren independientes. Esto, que hasta hace unos años, hasta la eclosión del Bobo solemne y luego la siesta del Berberecho, era lo normal, ahora es lo extraordinario. Y lo perdemos a velocidad de Falcon gracias al Gobierno regresista más cavernario del mundo, émulo de los bolivarianos que perpetúan la pobreza en sus respectivos países allende los mares, como vienen haciendo desde hace un siglo todos los regímenes dictatoriales de hedor marxista-leninista. ¿Así quiere este payaso pasar a la historia? Esperemos que la justicia escriba su biografía...

QUÉ MAL ORGANIZADA ESTÁ NUESTRA SOCIEDAD CUANDO RESULTA IMPOSIBLE EXTIRPAR DE SUS ENTRAÑAS AL MAYOR MAL QUE PADECE ACTUALMENTE LA DEMOCRACIA.

Los hechos avalan el axioma. Este Gobierno woke lo manipula todo, menoscaba las libertades, fomenta la censura, fiscaliza la vida, envenena la historia y coloniza organismos e instituciones, desde el Tribunal Constitucional a la Fiscalía General y la Abogacía del Estado pasando por altos cargos de Justicia, el CIS, Correos, Indra, Rtve, el CNI, la CNMV, la universidad, el propio Pesoe, etc. Uncido a la yunta separatista, ha urdido un código penal para indultar a sediciosos cataláunicos y a terroristas vascongados, convertidos por la vesania progre en “hombres de paz”. También para que se lo lleven crudo los corruptos porque la malversación ya no será punible. Y para soltar a violadores y pederastas con la Ley Sisí emperatriz, pergeñada por esa banda dechado de burricie que se autoproclama defensora de la igualdad de las mujeres pero es su mayor enemigo. Estas feminazis de mente terraplanista, lerdas e incompetentes, histéricas eternamente ofendiditas, como su jefe, han hecho del aborto un anticonceptivo, confunden forja con alforjas, dicen “plesbicito”, “donde dije Diego, digo digo” y que el Tribunal Supremo crea “juridisprudencia”. Ministras que acusan a todo el mundo de fascista, de golpistas a los jueces y de capitalistas despiadados a los empresarios. ¡Tócate la mandolina, capitán Corelli!

La hipertrofia de la Administración –que encima ha logrado paralizar–, los impuestos confiscatorios, el despiporre de los gastos –a beneficio del inventario progre–, y la hipoteca a futuro de los recursos –el endeudamiento– son los grandes “logros” del payaso, que ha partido a la sociedad en dos facciones cainitas, ha condenado el pensamiento libre y empleado el desprecio y la supuesta superioridad moral de la izquierda para cercar con su cordón sanitario al discrepante.

Por eso digo que o defendemos en las urnas la Democracia y la Constitución de estos talibanes guerracivilistas, o la deriva kamikaze de la mafia gubernamental nos arrastra al borde del acantilado a todos. Los ciudadanos, de izquierda, derecha, centro o apolíticos, no tenemos otra ideología que pedir sentido común a los dirigentes y que nos dejen vivir tranquilos en una España democrática, unida, libre, diversa, próspera y en paz. Pero eso es precisamente lo que estos desgarramantas no quieren.

Porque ellos viven del caos letal que generan.


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