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Actualidad

01 Abril 2022

El Cancionero de Palacio

José María Pozas

El Cancionero de Palacio –propiamente, Cancionero Musical de Palacio– es un manuscrito encontrado en 1870 en la Real Biblioteca de Madrid –de ahí su nombre– por el Maestro Asenjo Barbieri, quien destacó como autor de zarzuelas, y lo transcribió y publicó en 1890 con el nombre de Cancionero musical de los siglos XV y XVI.

Así que ya sabemos lo que contiene: música de unos cuarenta años, entre finales del siglo XV y y principios del XVI, concretamente hasta 1520. Originalmente contuvo 548 piezas, de las que se conservan 469, y ellas de unos 50 autores, la inmensa mayoría españoles, salvo tres o cuatro italianos; entre los 50 autores destacan sobremanera Juan del Encina, del cual encontramos 63 villancicos, y Pedro de Escobar con 17. La lírica está, como es lógico, en castellano con alguna incursión del vasco, el latín, el aragonés, y el portugués. Estas piezas que conocemos como villancicos, no tienen relación con los villancicos “navideños” de la actualidad; aquellos son, pues, canciones profanas con estribillo, escritas para dos, tres o cuatro voces y con una temática muy amplia, amorosos, festivos, pastoriles, burlescos, etc.

De su calidad musical, que está fuera de toda duda, y ha sido interpretada por los mejores ejecutantes contemporáneos españoles y extranjeros, no vamos a hablar. Ni yo tengo base cultural alguna para el más mínimo comentario ni son estas líneas lugar adecuado para ello. Pero como integrante de un coro –Cum Jubilo, en la órbita del afamado Coro Easo– me han llamado la atención algunos de sus textos y es eso justamente lo que quiero compartir con ustedes. Los autores son Juan del Encina, sobre todo, y Juan de Anchieta y Pedro de Escobar. Tampoco es mi intención entrar en el debate de si la autoría está fuera de toda duda o hay algunas discrepancias. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, como suele decirse.

Pues bien, esas piezas a que me refiero son el motivo de este artículo y la razón de que me haya documentado en varias fuentes y haya encontrado razones suficientes para entregarlas a su lectura, que espero encuentren ustedes tan interesante como a mí me ha parecido.

POR ESOS AÑOS TUVO UN HIJO A QUIEN DIO SU NOMBRE Y APELLIDO, CON UNA TAL MARÍA MARTÍNEZ DE ESQUERRATEGUI, «MUJER SUELTA», ENTENDAMOS SIN MARIDO, Y VECINA DE SU PUEBLO; A SU ÚNICO HIJO LEGÓ CUATROCIENTOS DUCADOS DE ORO, SIENDO UNA SOBRINA SU HEREDERA UNIVERSAL.

Empezaremos con una obra de Juan de Anchieta, titulada Con amores, la mi madre, su obra más conocida. Nuestro autor nació hacia 1462 en Azpeitia, en el seno de una influyente familia guipuzcoana, lo que le permitió completar sus estudios en la Universidad de Salamanca, donde posiblemente recibiera enseñanza musical del hermano mayor de Juan del Encina, e inmediatamente fue nombrado capellán y cantor de la reina Isabel la Católica, con quien estuvo en la conquista de Granada y en 1503 fue nombrado rector de la iglesia parroquial de San Sebastián de Soreasu, su pueblo. Siempre al servicio real desempeñó cargos de capilla para Juana la Loca y para Carlos I. En 1515, en una visita a su pueblo y en una disputa en su hogar familiar tuvo un enfrentamiento con sus dos hermanos pequeños, a resultas del cual pasó una temporada en la cárcel de Pamplona. Por esos años tuvo un hijo a quien dio su nombre y apellido, con una tal María Martínez de Esquerrategui, mujer suelta, entendamos sin marido, y vecina de su pueblo; a su único hijo legó cuatrocientos ducados de oro, siendo una sobrina su heredera universal. Los cuatrocientos ducados de oro, se supone, daban para la educación superior del nuevo Juan de Anchieta, de quien no sabemos qué vida tuvo, entre la chanza, inevitable, de ser hijo del cura. Su padre murió en su palacio, que hoy podemos admirar en Azpeitia, en 1523.

Así que ya ven, una vida rica y variada, de la que se supone que disfrutó, alternó con los reyes y sus hijos, viajó hasta Flandes, Italia e Inglaterra, pisó la cárcel, reconoció a su hijo ilegítimo a pesar de su condición religiosa, y pasó a la posterioridad por obras como la que sigue, Con amores, la mi madre, escrita en octosílabos y para cuatro voces.

Dice así:

Con amores, la mi madre
con amores m´adormí.
Así dormida soñaba lo qu´el corazón velaba
qu´el amor me consolaba
con más bien que merecí.
Adormeciome el favor
que Amor me dio con amor:
Dio descanso a mi dolor
la fe con que le serví.

Pueden escucharlo de boca de Teresa Berganza, acompañada por Narciso Yepes y Félix Lavilla, en el siguiente enlace: https://youtu.be/6i3gin3jfmQ

José María Pozas | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. | literharturas.blogspot.com


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