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Actualidad

20 Octubre 2018

El (nunca) libre mercado

José María Pozas El libre mercado, la propiedad privada, la libre iniciativa individual, la no injerencia de los poderes del Estado en la actividad económica, la supremacía del mero interés personal, en definitiva, el liberalismo económico expresado en la frase laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même, o sea, dejad hacer y dejad pasar, el mundo va por sí mismo, constituyen los principios básicos de la revolución liberal que se impuso en Europa, y por ende, en el mundo entero hace dos siglos y medio. Ni en todos los países a la vez ni con la misma intensidad, como es natural; con Inglaterra en cabeza, mediante la confiscación de las tierras comunales por los propietarios más poderosos, con la Corona al frente, creando legiones de campesinos sin tierra abocados a convertirse en mano de obra para la incipiente industrialización. Exportaron el sistema a las colonias norteamericanas, y juntamente con Francia, se hicieron los dueños absolutos del mundo enfrentando a los demás países con esta nueva ideología, ante la cual nadie podía resistirse; nadie estaba preparado para la apertura de sus mercados ante la fuerza y el empuje de los nuevos amos del mundo. Y la apertura de los mercados se hizo sí o sí: si no era voluntariamente, se abrían a la fuerza, por la fuerza de las armas, claro. Los ejércitos europeos ponían en el campo de batalla una fuerza invencible, y la nueva ideología quedó plenamente instaurada; así se forjó la primera mentira de ese sistema político-económico.

Ésta es la historia, nacional e internacional de los últimos siglos, de la colonización y de la descolonización, y que explica la actual situación del mundo. Los que estamos a un lado nos hemos visto favorecidos, unos más y otros menos; en tanto los demás países se han deslizado por la pendiente de la ruina y el hambre endémicos.

Porque es sencillo entender que la libertad de mercado es una entelequia cuando una de las partes posee industria y necesidad de exportar y la otra no es más que un mercado que se endeuda y entrega las materias primas que el rico precisa; que la propiedad privada beneficia al que tiene, y ansía, y puede adquirir más, y acaba imponiendo una legislación favorable, obligando a acuerdos y contratos que le benefician. De forma muy sumaria, esta es la historia, nacional e internacional de los últimos siglos, de la colonización y de la descolonización, y que explica la actual situación del mundo. Los que estamos a un lado nos hemos visto favorecidos, unos más y otros menos; en tanto los demás países se han deslizado por la pendiente de la ruina y el hambre endémicos.

Y para que no les quede la más mínima duda, vean cómo el país que ha defendido el sistema liberal con la sangre de sus hijos, se inclina por una política de aranceles y sanciones comerciales cuando le ve las orejas al lobo.

En otro orden de cosas, se suele mencionar a la Bolsa como el ejemplo perfecto del libre mercado: la ley de la oferta y la demanda, sin que medie ningún otro actor, es la que rige ese mercado, y ahí se fijan los precios, en total libertad, ya que nada ni nadie obliga a comprar ni a vender. ¡Qué bonito, qué hermoso!

¿Habrá alguien, medianamente informado, que se trague esa milonga, como dirían en el cono sur? La desregulación ha convertido ese mercado, con la introducción de complicados logaritmos matemáticos, de órdenes, no ya a corto, sino en milésimas de segundo, y otras estrategias al servicio de los grandes actores, en un auténtico juego de trileros. Se repite un anuncio en forma de noticia, en determinada prensa digital, que viene a decir que se van a impartir lecciones gratuitas a los españoles para que aprendan a invertir en bolsa. ¡Huyan!, los que aún estén a tiempo, entiendan que esto de la Bolsa es como el juego de las máquinas en los bares: están programadas para ganar, dejando una comisión para el dueño del local. Aquí, el dueño del local es la entidad que se queda con las comisiones, para entendernos, y los que ganan son los que han implementado cada día más y mejores estrategias ante las que es imposible que un inversor normal pueda ganar. Observen la situación actual de la Bolsa española: entre los anuncios de desaceleración y vacas flacas, asistimos a subidas constantes de los valores, sin perder de vista que lo que esperan los bajistas es que sus valores bajen para hacer su negocio.

Esto es lo que queda de aquellos principios que enumerábamos al comienzo. Para disimular y salvar lo insalvable, ahora lo llaman neoliberalismo.

José María Pozas | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


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