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Resulta espectacular ver el edificio de las fotografías a punto de derrumbarse, pero manteniéndose erguido y entero, con las máquinas actuando para evitar su caída. Se trata de la ciudad de Hualien, provincia de Taiwán (China), que sufrió el pasado 3 de abril un terremoto de magnitud 7,4 grados en la escala de Richter, según los cálculos del Servicio Geológico de Estados Unidos. Desde 1999, cuando otro terremoto en Chichi, de 7,6 grados, se llevó por delante a unas 2400 personas, Taiwán no había sufrido un seísmo como el que de nuevo hizo temblar a la isla este año.
Nueve fueron las víctimas registradas esta vez, casi todas fuera de las grandes ciudades, algunas en campo abierto, sorprendidas por desprendimientos de rocas y deslizamientos de tierra. El balance de daños, que no afectaron a las grandes factorías de componentes electrónicos, revelan que Taiwán ha sabido tomar nota de los efectos devastadores de una naturaleza que en esta ocasión no ha podido devastar sus estructuras. Taiwán tiembla, pero no sucumbe.
