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Entre los autores italianos que aparecen –de una u otra manera– en el Cancionero de Palacio, destaca Bartolomeo Tromboncino, en quien nos vamos a detener, no por su obras ni por su apellido, que según parece deviene de su instrumento preferido, el trombón, sino por lo que relataremos a continuación, tras los siguientes someros datos: Nacido en Verona hacia 1470, murió en Venecia en 1534, y destacó por su producción de más de 170 frottolas, composiciones a cuatro voces, consideradas antecesoras de los madrigales. Se trata de lo siguiente:
El 21 de julio de 1499 encontró a su mujer en flagrante abrazo con su amante. Y la mató. Su protectora, la marquesa y gran mecenas del Renacimiento Italiano, Isabella d’Este, retratada por Leonardo y por Tiziano, escribió intercediendo por Bartolomeo ante su marido el príncipe Francisco II Gonzaga, duque de Mantua, ausente de la ciudad en aquellos días, en una carta que dice: Hoy, alrededor de las cinco de la tarde, Alfonso Spagnolo vino a notificarme que Tromboncino había matado a su mujer con gran crueldad por haberla encontrado en su casa a solas en una habitación con Zoanmaria de Triomfo, que había sido visto por Alfonso Spagnolo en la ventana pidiéndole que buscara una escalera, pero, escuchando ruido en la casa, Alfonso no esperó y entró.
Encontró a Tromboncino, que había atacado a su mujer con armas, subiendo las escaleras acompañado por su padre y un niño. Aunque Alfonso le reprendió, Tromboncino respondió que tenía derecho a castigar a su mujer si la encuentra engañándolo y, no teniendo armas, Alfonso fue incapaz de detenerle, así que volvió a su casa a por armas, pero ella ya estaba muerta. Zoanmaria, en medio de todo esto, saltó por la ventana. Tromboncino entonces se retiró a la Iglesia de San Bernabé con su padre y el niño. Quise contar esta historia a Su Excelencia y rogarle que, habiendo tenido causa legítima para matar a su mujer, y teniendo tan buena voluntad y siendo tan virtuoso como usted es, tenga misericordia de ellos, también del padre y del niño quienes no ayudaron en nada a Tromboncino salvo a escapar, siendo solo Tromboncino quien hirió y mató a su mujer.
La muerte de esa mujer fue confirmada en los Registros necrológicos del día: “Antonia, mujer de Bartolomeo Tromboncino, murió en la entrada Bove (sita en el barrio de San Giacomo), a causa de heridas, permaneciendo enferma durante una hora”. Estos documentos se encuentran textualmente en www.musicaantigua.com , donde he obtenido la información que les facilito.
Entre las piezas más conocidas de Tromboncino cabe citar A la guerra... y Tu dorme, io veglio (tú duerme, yo vigilo) para más recochineo. Al margen del título del villancico (que eso y no otra cosa es, un villancico escrito por Juan del Encina, recuerden el artículo anterior titulado El cancionero de palacio), título –Fata la parte– que tiene tantos significados como traductores, el texto en sí, en italiano, se traduce fácilmente: Callen todos, que muerta está la mujer del señor Cotal, porque la ha encontrado con un español en su casa, la ha matado y el otro se ha escapado, por fuerza y con maña. El villancico continúa, con la misma gracia y arte con que ha empezado, pero no me parece necesario reproducirlo entero en estas páginas; más bien, dedicaremos el escaso espacio disponible a comentar los hechos, desde la perspectiva de aquel año del Señor de 1499, así como desde la de este nuestro 2022 de Putin, quinientos años después.
Como hemos indicado, Isabella d’Este, mujer de gran alcurnia, con ascendientes españoles, tan culta como hermosa, que gobernaba por aquellos días el Ducado de Mantua en ausencia de su marido el Duque, se hace a nuestros ojos de hoy cómplice de Tromboncino al pedirle a su marido que interceda por su protegido, aún en un hecho de gran crueldad como ella misma reconoce. Nos recuerda que Tromboncino tenía derecho a tomarse la justicia por su mano al encontrar a su esposa en flagrante adulterio, de lo que podemos deducir que no sería un caso infrecuente. Y sabemos también que escapó de la justicia al acogerse a sagrado en la iglesia de San Bernabé. Vamos, lo mismo que hacíamos los estudiantes durante el franquismo corriendo delante de los “grises” para refugiarnos en alguna iglesia. En fin, que quinientos años después las cosas no han cambiado tanto; venimos de donde venimos. Y vean que la letra concuerda con lo que Isabella d’Este escribió:
Fata la parte, fata la parte,
tut’ogni call
que es morta la muller
de MiÇer Cotal.
Porque l’hai trovato
con un spagnolo
en su casa solo
luego l’hai macato.
lui se l’ha escapato
por forsa y por arte.
Fata la parte, fata la parte.
Concluyamos aquí repitiendo que esa pieza fue escrita por Juan del Encina, que estuvo aquellos años por Italia y aquellos hechos no hubieron de serle desconocidos, siendo como fueron la comidilla del mundillo musical.
(continuará)
José María Pozas |