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Actualidad

31 May 2022

De méritos, eméritos y deméritos

José María Pozas

Quién nos iba a decir que incluso la guerra de Ucrania fuera a verse eclipsada por la atención mediática generalizada por el viaje del mal llamado rey emérito, aunque si bien se piensa encontraremos su pleno sentido. España es un país monárquico, por la gracia de Dios; así constaba en las monedas, mientras fuimos una nación independiente. La monarquía está en nuestra forma de estado, y es el Rey quien nos felicita las pascuas y nos envía el mensaje de año nuevo. Que la persona, providencial, que tanto ha hecho por España, haya decidido, por mor de su edad y estado físico, ceder a su hijo el ejercicio diario como monarca no cambia absolutamente nada. Él es quien tenía poder para ello y por eso lo hizo. Además, con su gesto de retirarse a un país amigo para obtener un mejor descanso y no estar continuamente en candelero, en beneficio también de su hijo, no solo no cambia un ápice las cosas sino que nos ratifica en su desprendimiento, exento de orgullo, pues debe interpretarse como un yo me aparto un tanto, que el niño aprenda a arreglárselas él solito mientras yo descanso. Y cuando se ha sentido mejor, y la llamada de su afición deportiva se ha hecho más intensa ha venido para darse una vuelta, satisfacer esa afición a la navegación a vela, saludar a los amigos, recibir el cariño y la admiración de sus súbditos, ver a la familia, cerciorarse de que todo sigue bien y volverse a su retiro.

¿Qué tiene todo esto de extraño o de malo? ¿Tan difícil es entenderlo? ¿Hay que quejarse de lo que cuesta su seguridad cuando está en su país, en su casa? ¿A pesar de que un español amigo ejemplar le haya acogido en la suya? Un gran español, por cierto, para quien desde ya solicito el título de Duque de la Vela Real y ser nombrado Grande de España; Pedro Campos se merece eso y mucho más. Parece mentira...

Estamos en una monarquía, señores. Y afortunadamente –hay que añadir– una monarquía que encarna, como ninguna otra forma de organización del Estado, la historia de España; una monarquía que nos ha dado días y siglos de satisfacciones. Repasen, por favor, nuestra historia. Recuerden que en la ceremonia del juramento real se le indica al nuevo rey que por su comportamiento Dios le premiará, y si no, se lo demandará. Sí, amigos, el mismísimo Dios será su juez, entonces, ¿quienes somos nosotros, vulgares plebeyos, para pronunciar alguna queja? ¿Acaso tenemos nosotros, que procedemos del más basto cieno, algún tipo de derecho para atrevernos a la más mínima crítica?

ESTAMOS EN UNA MONARQUÍA, SEÑORES. Y AFORTUNADAMENTE –HAY QUE AÑADIR– UNA MONARQUÍA QUE ENCARNA, COMO NINGUNA OTRA FORMA DE ORGANIZACIÓN DEL ESTADO, LA HISTORIA DE ESPAÑA; UNA MONARQUÍA QUE NOS HA DADO DÍAS Y SIGLOS DE SATISFACCIONES. REPASEN, POR FAVOR, NUESTRA HISTORIA.

Como nos señala la revista Pronto, que como adivinarán es mi lectura de cabecera, el encuentro tuvo lugar en el palacio de la Zarzuela, donde pudieron disfrutar de lo que fue, un encuentro familiar. Asistieron los reyes Felipe y Letizia y otros miembros de la familia, como las infantas Elena y Cristina y algunos nietos. Victoria Federica ya había mostrado hace unos días las muchas ganas que tenía de ver a su abuelo, al que está muy unida. El reencuentro de la real pareja tuvo lugar tras más de dos años sin contacto entre ellos, aparte de las llamadas telefónicas que habrían hecho durante este tiempo. Sin embargo, aunque se vieron, no pudieron compartir almuerzo, ya que la reina Sofía acababa de dar positivo en covid. Ya lo ven, una comida familiar de una familia normal, no lo que los medios de siempre se empeñan en hacernos creer.

Y para más inri, vean quienes son los que están tratando de echar leña al fuego. Ni el PP, ni Ciudadanos, ni Vox, ni por supuesto la prensa que les defiende –la verdadera prensa, hay que decir– han visto nada extraño en todo este asunto. Ay, si el Caudillo levantara la cabeza... Felizmente, sentado a la vera del Señor, estará analizando y enorgulleciéndose de lo acertado de sus sabias decisiones. Pero como siempre los enemigos seculares de España continuarán con sus patrañas, en tanto los buenos españoles sabremos siempre donde están la verdad y la justicia.

Y todavía se atreven a discutir su inviolabilidad...

José María Pozas | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. | literharturas.blogspot.com


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