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Pues bien, esos investigadores han creado algo parecido a un blastocisto, un modelo de embrión humano, y los han bautizado como iBlastoides, o blastoides inducidos; esperan con ello poder comprender las fases tempranas de nuestro desarrollo, y prevenir abortos y defectos congénitos. Todo esto se refiere a la parte americana. Los australianos han partido de células madre, y sus “blastoides humanos” se parecen también a nuestros blastocistos, y esperan que a medida que avance la investigación estos blastoides imitarán cada vez mejor a los nuestros, lo cual llevará inevitablemente a cuestiones bioéticas. Por ejemplo, la norma aceptada por la comunidad científica mundial no permite llevar a cabo investigaciones más allá de los catorce días de desarrollo embrionario. Así que vean ustedes el hilo de conocimiento que viene desde San Agustín (uno de los padres de la Iglesia) hasta hoy mismo, y reflexionen sobre ello.
Que la Iglesia no defienda ni el bienestar ni la vida de millones de personas, ya sea en los lejanos continentes donde no es predominante, ni en el ramillete de países –cierto que cada vez menos numerosos– en los que tiene mayor arraigo, no cambia las cosas. Tampoco lo hace el hecho de que los estados propendan a elaborar sus propias leyes, fuera de la cobertura moral eclesial, y el aborto se autorice bajo distintas condiciones, y las propias mujeres, incluidas también mujeres creyentes, est én en cabeza de esta reivindicación. Huelga decir que el hecho de que el aborto esté autorizado no obliga a nadie a practicarlo, de la misma manera que nadie está obligado a celebrar un matrimonio con persona de su mismo sexo. Volviendo al inicio de este comentario, vemos cuán inveterada está la creencia ciega en lo que se dice desde el púlpito.
QUE LA IGLESIA NO DEFIENDA NI EL BIENESTAR NI LA VIDA DE MILLONES DE PERSONAS, YA SEA EN LOS LEJANOS CONTINENTES DONDE NO ES PREDOMINANTE, NI EN EL RAMILLETE DE PAÍSES –CIERTO QUE CADA VEZ MENOS NUMEROSOS– EN LOS QUE TIENE MAYOR ARRAIGO, NO CAMBIA LAS COSAS. TAMPOCO LO HACE EL HECHO DE QUE LOS ESTADOS PROPENDAN A ELABORAR SUS PROPIAS LEYES, FUERA DE LA COBERTURA MORAL ECLESIAL
Y en una acera céntrica por la que paso muy a menudo, cerca de mi casa, frente a una clínica especializada en tratamientos de la mujer, incluido el aborto, en cuyo escaparate luce un letrero bien grande que recuerda que el aborto es un derecho, se pueden ver equipos de dos o tres personas, hombres o mujeres, jóvenes o maduros, a veces desgranando un rosario con una mano y mostrando con la otra un cartelito que dice estar a favor de la vida. Han estado en esa misión “apostólica” durante la pasada cuaresma, día tras día, todos los días de la semana. Me ha llamado la atención el empeño de esas personas, que por supuesto respeto, pero que me lleva a recordar el rezo de los niños musulmanes con sus movimientos repetitivos aprendiendo el Corán, y también, ese desgranar las cuentas de sus rosarios, tanto entre musulmanes como entre judíos ortodoxos y otras religiones orientales. Porque, claro, eso no lo veíamos en nuestras calles a plena luz del día; ese rezo y ese estar mirando al enemigo –al maligno– como advirtiéndole, convierte el acto en militancia. Y ese repetir hasta la extenuación padrenuestros o avemarías solo se entiende como método para no pensar en otra cosa y seguir ciegamente las consignas de un obispo que, casualmente, encarna como pocos esa postura de una parte de la Iglesia española que no se resigna a la pérdida paulatina de su influencia, y sigue aquella vieja consigna de a Dios rogando y con el mazo dando. Y sigue también adelante con la inmatriculación de bienes ajenos en un proceso de expolio al pueblo español que, curiosamente, ningún gobierno está interesado en parar y reclamar para que se devuelvan a sus legítimos propietarios los miles de propiedades usurpadas. Alguien dijo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos; o, al menos, eso dice la Iglesia, aunque ella predique la justicia, la caridad y la solidaridad mientras practica, justamente, lo contrario.
Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como se canta en La verbena de la Paloma. Cuánto se tardará en tener personas creadas a partir de embriones desarrollados en cultivos celulares? No se habrán creado ya? Dónde está escrito que ese impulso vital de millones de años que ha dado como resultado la vida como la conocemos ahora no pueda encontrar otra vía en su evolución?
Cuándo se revisará el Concordato? Cuándo se conseguirá que la religión sea, a todos los efectos, simplemente una opción personal?
José María Pozas |