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Actualidad

01 Diciembre 2024

Cosas de la Calidad. Esteban Langa Fuentes

Esteban Langa

Hace muchos años, un viejo mecánico me dijo que el motor era lo menos importante en un coche. Un motor nuevo, completo, costaba muy poco comparado con el precio que tendría adquirido por piezas. Supongo que su aseveración se debería a su experiencia.

De acuerdo con la mía, diría que lo menos importante en las demoliciones por voladura es el explosivo, pero a lo largo de mi vida profesional he comprobado que, por el contrario, eso era lo que todo principiante consideraba esencial en esa actividad y que tan sólo el conocimiento de esta materia capacitaba para iniciarse en el oficio, sin mayores requerimientos.

En mi opinión, esta es la principal causa de que se hayan producido importantes fiascos en esta actividad, pues a pesar de las ventajas que en muchos casos ofrece la demolición por voladura frente a la demolición manual o mecánica, algunas, llevadas a cabo por convencidos de esa suficiencia, han dado lugar a fastuosos desastres causantes de extender una leyenda negra sobre el sistema. Y si, como se dice popularmente, la ignorancia es atrevida, lo es mucho más cuando el ignorante se considera un sabio.

Un primo mío me contó que cuando le introdujeron al quirófano para someterle a una cirugía para extirparle el menisco de su rodilla derecha, observó de pasada un aviso enmarcado en una pared que, dirigido a los cirujanos, aunque fuera con otras palabras, les advertía:

1º. Que se asegurasen de que iban a operar al paciente que tenían que operar.
2º. Que se asegurasen de que le iban a operar de lo que le tenían que operar.
3º. Que se asegurasen de operarle del lado que le tenían que operar.

Y, después de asegurarse de todo eso... a operar. Porque de no ser así, por eminente que fuera el cirujano, tendría un grave problema... y el paciente otro. En el caso de mi primo hubiera podido ser intervenido de hemorroides, confundido con otro paciente, o haberle sido extirpado el menisco de la rodilla izquierda en lugar del de la derecha.

Aunque parezca una perogrullada, lo primero y fundamental para llevar a cabo la demolición por voladura de una estructura es la constatación de que la tipología de ésta es adecuada para ello, es decir, asegurarse de que cumple con la filosofía en la que debe basarse el procedimiento:

“Que esa estructura sea susceptible de ser desequilibrada, consiguiendo su caída en forma y dirección predeterminada mediante la aplicación de pequeñas cargas explosivas contenidas dentro de barrenos perforados en puntos estratégicos de ésta”.

—A LOS QUE HAN VOLAO LA CHIMENEA DE ALTOS HORNOS SE LES HA IDO PARA DONDE NO DEBÍA Y SE HAN CEPILLAO UNA LÍNEA DE ALTA TENSIÓN DE UN PUÑAO DE VOLTIOS, UNA TUBERÍA DE AGUA MUY GORDA (LA TUBERÍA, NO EL AGUA) DE ABASTECIMIENTO A LA FÁBRICA Y TAMBIÉN AL PUEBLO Y LE HAN PEGAO UN ESTACAZO A UNA NAVE QUE USABAN COMO DEPÓSITO (...) HAN HECHO PERBORATO EL ALMACÉN Y LOS REPUESTOS...

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es el de asumir la necesidad de realizar, en su caso, las labores de preparación previas que puedan requerirse para asegurar el éxito de la voladura, tales como demoliciones parciales mecánicas o manuales para eliminar elementos constructivos no portantes que pudieran influir negativamente en la aplicación del procedimiento o incluso, en ocasiones, realizar “construcciones” adicionales para “equilibrar” algunas estructuras, para asegurar una dirección de caída y, de igual manera, proceder a la retirada de aquellos elementos que puedan ser proyectados por la fragmentación de la estructura durante su caída o desprenderse de ella.

Y por último, no escatimar en protecciones ni en cantidad ni calidad, así como definir correctamente su ubicación para contener las proyecciones que se producirán en la fragmentación de los elementos estructurales por la detonación del explosivo contenido en los barrenos perforados en ellos.

Todo esto constituye la “calidad” en este tipo de trabajos, calidad fundamental para que resulten efectivos y seguros, algo que los clientes no suelen valorar en las ofertas que requieren para su realización, teniendo tan sólo en cuenta el aspecto económico de éstas.

Esto quedó patente en cierta ocasión en la que un cliente desestimó una oferta para la demolición de una chimenea por mera consideración económica. Viví en persona la primera parte de esta historia y el final llegó a mis oídos por boca de quienes vivieron el resto. Cuento lo que viví y lo que me contaron.

El desaguisado sucedió hace mucho tiempo. Se remonta a cuando se estaba realizando el desguace de las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya en Baracaldo y Sestao. Un periódico daba la noticia del fiasco el 19 de noviembre de 1999, del hecho acaecido el día anterior: el derribo mediante voladura de la chimenea de hormigón de 102 m de altura de sus instalaciones de Sestao.

Yo era entonces director de Demoliciones y Reciclados (DyR), una empresa filial de Detecsa. Desde mucho tiempo atrás mantenía amistad con Javier Mascarua, un facultativo de minas al que conocía desde mis primeros tiempos en los que trabajé en Unión Española de Explosivos. Javier, tenía una oficina de ingeniería en Bilbao y a ella se había dirigido la adjudicataria del desguace de la factoría de Altos Hornos, solicitándole una oferta para ejecutar la demolición de aquella monumental chimenea mediante voladura.

Javier les manifestó que su empresa no disponía de personal directo para ejecutar el trabajo, pero se ofreció a ponerles en contacto con DyR, que era la empresa que él consideraba más capacitada para llevarlo a cabo. Javier era consciente de que la chimenea necesitaría unas labores previas de preparación que incluirían demoliciones manuales y mecánicas con pequeña maquinaria, así como cortes de hormigón con hilo o disco, y en DyR éramos especialistas en estos trabajos, contábamos con el personal y equipos para realizarlos y a la vez acopiábamos una gran experiencia, tanto en ellos como en las demoliciones por voladura.

Javier me telefoneó comentándome el asunto. Naturalmente me interesó el trabajo y convinimos en hacer una visita a las instalaciones de Altos Hornos para examinar in situ la chimenea, analizar la viabilidad de su demolición mediante voladura y elaborar la oferta correspondiente.

Y allí aparecimos Javier y yo dispuestos a comprobar la viabilidad del trabajo y valorar su coste, que debería incluir el de las labores complementarias previas y protecciones necesarias, además de los costes de la perforación, explosivos, accesorios... o sea, la suma de la preparación, protecciones y voladura.

Nos acompañó en la inspección de aquella mole un ingeniero español de la empresa que estaba llevando a cabo la demolición y el desguace para otra empresa, en este caso indonesia, interesada en recuperar una gran cantidad de piezas de los equipos, maquinaria ligera y otros corotos de la factoría, que iban acopiando para usarlas en instalaciones de su país.

Estos elementos aprovechables se iban identificando y almacenando en una gran nave, que distaba de la base de la chimenea una longitud menor que su altura. De igual manera, también “a tiro de chimenea”, se encontraba una tubería de abastecimiento de agua de gran diámetro que suministraba el líquido elemento a industrias y ciudadanos del entorno, y un tendido eléctrico de alta tensión, con más voltios que euros repartía la Bonoloto, uno de esos tendidos que un electricista de mi pueblo denominaba de “alta traición”, de los que emiten un característico zumbido inquietante que se escucha nítidamente al transitar bajo ellos.

Como era lógico, la caída de la chimenea debía dirigirse en sentido contrario a esa zona, y para ello se requería llevar a cabo unas importantes labores de preparación. El vuelco de la chimenea tenía que realizarse con su eje contenido en un plano que fuera a su vez plano de simetría de ésta y que por lo tanto debía contener su centro de gravedad durante todo el movimiento. Y como esa simetría no existía, porque los diversos huecos existentes en su base no la permitían, era preciso “crearla”, lo que obligaba a abrir unas ventanas, simétricas con las preexistentes mediante corte con disco o hilo diamantado y cerrar otras como la entrada de humos y puerta de visitas, para evitar que aquel mastodonte se desequilibrase, se desviase y le atizara a la nave, tubería y tendido eléctrico.

Recordé entonces aquello que solía decir un amigo cuando se disponía a explicar algo a cualquier interlocutor:

—Mira, te lo voy a explicar de tal manera, que hasta tú lo vas a entender –naturalmente tan sólo lo pensé.

Y así lo hice y, paso a paso, punto por punto, con todo detalle, fui explicando a nuestro acompañante las labores que era preciso realizar con anterioridad a la voladura para garantizar la seguridad de ésta, respondiendo a cada una de las preguntas que planteaba aquél, aclarándole todas las dudas que le surgían.

Todo había quedado claro y tanto nuestro acompañante como Javier lo habían entendido perfectamente... Y sus muñecas también, como rezaba aquel anuncio televisivo en el que una pequeña reconocía haber entendido junto con su muñeca, que mantenía en su regazo, las explicaciones que su padre le había dado sobre un cierto tema.

—Desde luego, se ve que de esto sabes todo lo que hay que saber –confesó nuestro acompañante–. Yo no tenía ni idea, pero lo que has comentado es absolutamente lógico y lo has explicado perfectamente. Debo decirte que de los que han venido por aquí para pasarnos una oferta, eres el único que ha demostrado conocer el tema en profundidad y ofrecer la garantía de una ejecución perfecta. Nadie ha considerado absolutamente nada sobre estas operaciones previas, que está meridianamente claro que son imprescindibles. Mi informe os recomendará a vosotros. Lo tengo totalmente claro.

Eso decía nuestro anfitrión con absoluto convencimiento. Confeccioné la oferta. Encajábamos en el precio y Javier me telefoneó.

—ESO LO PODÉIS HACER ENTRE DOS –CONTESTABA ÉL MUY SERIO. Y CUANDO EL OTRO INQUIRÍA QUÉ QUERÍA DECIR CON ESO DE «ENTRE DOS», RAMÓN RESPONDÍA: —PUES ESTÁ CLARO: ENTRE TÚ Y TU PUTA MADRE.

—Vente para Bilbao ya – se notaba la satisfacción en su voz–. Nos han adjudicado la obra. Mañana nos esperan para firmar el contrato.

Al día siguiente, cuando me disponía a subir al coche para salir hacia Bilbao, recibí otra llamada. Era Javier de nuevo.

—Olvida la obra –me espetó Javier–. Nos la han birlado. Unos de los que ofertaron antes han llamado a la jefa del tipo que nos acompañó en la visita tirando el precio. El hombre me ha llamado cabreado. Parece que se ha peleado con ella porque no le dan confianza, pero la moza, que ejerce de jefa, le ha planteado que el precio es lo que cuenta, que ella es la que decide y punto. Parece que con el bajón que le han metido, han dejado su oferta en un 60% del precio de la nuestra.

—Bueno, qué le vamos a hacer –respondí–. Nosotros no podemos bajar porque todo lo que hay que hacer en la preparación cuesta mucho dinero. Ellos sabrán lo que hacen.

—Pues no lo saben, Esteban –respondió Javier cabreado–. No preparan nada. Ya sabes cómo son las cosas en este país. Habrá ofertado uno que tiene un primo que conoce a un tipo que tiene un hijo con la carrera de facultativo recién terminada, que dice que puede firmar el proyecto de voladuras y que a su vez tiene un amigo que conoce a otros dos que tienen un compresor y dos martillos perforadores que andan danto tacos por algunas canteras y entre todos la van a liar, porque ni saben ni se van a gastar un duro en la preparación que requiere la chimenea.

AUNQUE PAREZCA UNA PEROGRULLADA, LO PRIMERO Y FUNDAMENTAL PARA LLEVAR A CABO LA DEMOLICIÓN POR VOLADURA DE UNA ESTRUCTURA ES LA CONSTATACIÓN DE QUE LA TIPOLOGÍA DE ÉSTA ES ADECUADA PARA ELLO, ES DECIR, ASEGURARSE DE QUE CUMPLE CON LA FILOSOFÍA EN LA QUE DEBE BASARSE EL PROCEDIMIENTO

Al poco tiempo recibí la llamada de un antiguo compañero y amigo, con un recado.

—Oye, que me han dicho que a los que han volao la chimenea de Altos Hornos se les ha ido para donde no debía y se han cepillao una línea de alta tensión de un puñao de voltios, una tubería de agua muy gorda (la tubería, no el agua) de abastecimiento a la fábrica y también al pueblo y le han pegao un estacazo a una nave que usaban como depósito de las piezas que tenían acopiadas, compradas por los indios (no decía indonesios) y han hecho perborato el almacén y los repuestos... Por suerte no ha habido muertos ni heridos, pero parece que quieren que vaya a echar una mirada y analizar qué ha podido ocurrir... hacer un informe... y han pensao que como tú sabes un huevo de esto, tal vez podrías...

Recordé en ese momento a otro entrañable amigo que tenía por costumbre responder a aquellos requerimientos con los que alguien pretendía que hiciera algo con lo que no estaba de acuerdo, y por lo tanto no estaba dispuesto a hacer.

—Eso lo podéis hacer entre dos –contestaba él muy serio.

Y cuando el otro inquiría qué quería decir con eso de “entre dos”, Ramón respondía:

—Pues está claro: entre tú y tu puta madre.

Y recordando aquello y la imposición de la jefa de aquel técnico que nos acompañó en nuestra visita y nos recomendó, respondí:

—¿Yooooo? –le interrumpí–. ¿Estás pensando que vaya yoooo? ¿Qué haga un informe? No, hombre, no. Ni harto vino. Diles tú que la chimenea no se ha ido para donde no debía; la chimenea se ha ido justo para donde debía si, como es seguro, no la han preparado con todas las obras necesarias para que cayera hacia donde debía caer. No te molestes, y si vas tú por allí puedes decirle a la jefa del cotarro, de mi parte, que pueden investigar lo sucedido y hacer un informe entre dos.

Así había sido. Ciertamente, habían montado un desastre de tres pares de cojones, pero eso sí, a un precio muy económico, de saldo, porque cargarse el almacén, los repuestos, la tubería de agua y el tendido eléctrico de alta tensión, o sea, todo el conjunto y de una sola tacada por tan poco dinero podría justificar la decisión de haber escogido la oferta más económica.

Y es que, de la misma manera que en el sexo el tamaño sí importa, en las demoliciones por voladura la calidad importa, aunque en este caso sea justo para lo contrario, o sea, para no joderla.

Esteban Langa FuentesEsteban Langa Fuentes
Ingeniero de Minas


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