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Actualidad

01 Abril 2023

Lucas y el agua

José María Pozas

Como quiera que Lucas se brindó amablemente a hablarme del agua –¿será que a este hombre se le está endulzando el carácter?– he decidido llamarle, no sea que cambie su disposición de espíritu, y pedirle que me hable de la dichosa agua, que cada día está en peor situación.

—Hola Lucas, no quiero abusar de tu paciencia pero sí que me cuentes algo del agua, como me prometiste, siempre que te venga bien, claro está.

—No te preocupes, lo haré, pero piensa que hay mucho que decir del H2O e imagino que nos tomará, sin ser exhaustivos, para dos o tres charlas. Porque tú querrás hacerlo en varias entregas, ¿verdad?

—Pues sí, ya sabes. Oye, ¿y eso del H2O qué es?

—Muy fácil, hombre, se trata de la fórmula del agua, es decir, una molécula de agua está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxigeno: eso es el agua.

—Bien, bien, sigue.

—Vale, has de saber que el agua está en el origen de la vida, de cualquier tipo de vida, incluida la animal y, por supuesto, la nuestra, y sin agua la vida no sería posible. Esto es bien sabido por toda la humanidad, pero como al mismo tiempo siempre se ha podido disponer de agua, nuestro comportamiento con el agua consiste en disponer y consumir.

—Ya, claro.

—Hace ya más de diez años, el Foro Mundial del Agua nos recordaba que la época del agua fácil ya había acabado, denunciando que hasta 50 años atrás las políticas del agua en todo el mundo habían consistido en aportar siempre más agua, en tanto que se debiera haber entrado en políticas de regulación de la demanda, como haríamos con cualquier bien escaso; esto, como queda dicho, hace ya medio siglo, y todavía hoy nos limitamos a emitir consejos sobre su utilización, esperando que el mensaje cale en la población. Entretanto, y habiéndose declarado su disposición como un derecho para toda la humanidad, la realidad es, sin atisbo de mejora, que unos 1000 millones de personas carecen de acceso al agua y otros 2600 millones no disponen de saneamiento básico, por lo que 1,5 millones de menores de 5 años fallecen anualmente por esta causa. Es decir, la mitad de la humanidad tiene muy graves problemas de falta de agua.

EL PRINCIPAL USUARIO DEL AGUA ES LA AGRICULTURA, QUE CONSUME MÁS DEL 70% DEL AGUA, EN TANTO EL REGADÍO POR ASPERSIÓN O POR GOTEO, QUE ES MÁS SOBRIO EN EL CONSUMO, NO ESTÁ LO SUFICIENTEMENTE EXTENDIDO DEBIDO A SU COSTE Y A LA NULA POLÍTICA DE LOS PODERES PÚBLICOS, POR LO QUE SIGUE AUMENTANDO LA PROLIFERACIÓN DE POZOS DE EXTRACCIÓN CLANDESTINOS QUE ESTÁN ACABANDO CON LOS ACUÍFEROS.

—O sea que comienza a ser grave.

—No, no, ya lo es. El principal usuario del agua es la agricultura, que consume más del 70% del agua, en tanto el regadío por aspersión o por goteo, que es más sobrio en el consumo, no está lo suficientemente extendido debido a su coste y a la nula política de los poderes públicos, por lo que sigue aumentando la proliferación de pozos de extracción clandestinos que están acabando con los acuíferos. Si escuchamos la opinión de los agricultores, sean pequeños productores o multinacionales del sector, nos dirán que tienen derecho al agua como todo el mundo, que les cuesta sacarla y que prestan un servicio al obtener alimentos para una humanidad en necesidad. Hay algo de cierto en este tipo de respuestas, pero quizás debiéramos preguntarnos y preguntarles dónde está escrito que puedan obtener el agua que consumen, o que si no será cierto que el agua, de ser de alguien, lo será de todos, y que ellos se benefician –las más de las veces notablemente– de su exclusivo uso, como lo demuestra que inviertan en su obtención y en su aprovechamiento exclusivo. Pensemos simplemente en los manantiales de aguas medicinales o simplemente potables. ¿Tiene algún sentido que esos manantiales sean de propiedad privada? ¿No debiéramos, más bien, considerar el agua como bien público? En fin, hay tantas preguntas que hacerse que no terminaríamos nunca. Y esperemos que el aire que respiramos no sea el día de mañana, como el agua, una propiedad particular.

—¿Pero, qué me dices Lucas?

—Lo que oyes, y aún más: pienso que entretanto si hay que regar debiera hacerse solo en fincas de titularidad pública, nunca privadas.

—Bueno, bueno, Lucas, ahora tengo que dejarte, pero te volveré a llamar, si no tienes inconveniente.

—Cuando quieras, estoy disponible.

—¡Hasta luego, Lucas!

 

José María Pozas | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. | literharturas.blogspot.com


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